La salida del Grupo Internacional de Expertos Independientes causo demasiado ruido, en un sector muy reducido de la sociedad, en una parte de la prensa y en el twitter. Ni en la Cámara de Diputados ni en la de Senadores provocó algún tipo de reacción. La clase política tomó postura frente a lo que sucede en la cosa pública. Por lo que las desapariciones forzadas (DDFF), se quedan en el país.
La oposición está en la prensa. Ni panistas, ni perredistas hicieron oposición a la disposición del presidencialismo de no prorrogar el mandatado del GIEI. Los presuntos disidentes morenos han sido muy discretos en este tema. Uno de los bloques de oposición al autoritarismo priista, en esta tema, son los editorialistas Denise Dresser, Ricardo Raphael, Julio Hernández, Rafael Cardona, etc. Sin embargo, la opinión pública no tiene la fuerza, aún, para ofrecer garantías de no repetición.
El silencio de todos puede ser signo de la corrupción institucionalizada y de la omisión como política pública. Tanto el PRI como PRD se ven directamente implicados, porque miembros de los tres niveles de gobierno implicados en el caso del 26 de septiembre en Iguala salieron de sus respectivas filas. Una expresión de la violencia política es cuando en la relación que va de gobernantes a gobernados se da la represión, tortura, desaparición.
Los partidos y su "altura de miras". El pasado 24 de abril, día que el GIEI se despedía, Ricardo Anaya, dirigente nacional del PAN, refiriéndose exclusivamente al proceso electoral en Veracruz denunciaba: "la violencia y la intimidación forman parte de la estrategia electoral del PRI". Anaya exige al gobierno federal que garantice la seguridad en esa entidad. La política partidista le dice adiós al GIEI. ¿Realmente les interesan a los partidos políticos las miles de personas desaparecidas en México?
Las palabras de despedida. Con un lenguaje muy sutil, de tono suave, los miembros del GIEI presentaron su segundo y, por ahora, último informe. Evitaron un lenguaje de confrontación, a pesar de tener elementos suficientes para acusar y evidencias para inculpar. Por la formación y experiencia del grupo de expertos se puede leer la estrategia del lenguaje como respuesta al efecto "sombra del futuro".
En la teoría de la cooperación para la resolución de conflictos Robert Axelrod (1986), explica la "sombra del futuro" como el efecto que produce un deseable escenario que se encuentra por ahora lejos, en el horizonte. Escenario en el que sea viable la cooperación de todas las partes. La resolución de casos de DDFF en otras partes del mundo nos enseña que pueden ser procesos de décadas.
La construcción de un futuro así, ilumina y orienta la estrategia que se decida en el presente. Ese futuro luminoso al que puede llegar una sociedad que vive tragedias humanitarias como las DDFF, debe influir en la movilización y esfuerzos para continuar en el camino a pesar de los obstáculos presentes.
No nos sentaremos a llorar la partida del GIEI, tampoco nos alegra. Sin duda, nuestra respuesta, al fenómeno de las desapariciones forzadas que se extiende a lo largo de todo el país, será en el futuro un índice para medir la actitud individual o colectiva a uno de los principales signos del escenario actual.
Podríamos tomar el ejemplo de las distintas reacciones a la masacre que tiene mayor presencia en occidente: los judíos. La asociación israelí Yad Vashem tiene documentado un grupo de 587 alemanes que dentro de su país realizaron acciones para salvar a judíos de morir en campos de concentración. Este grupo tuvo una respuesta concreta al escenario dominante en el que vivió.
Las formas concretas en las que cooperemos para la construcción del futuro son la respuesta histórica frente al escenario actual. El capítulo protagonizado por el GIEI, es apenas de los primeros que tendremos que construir para superar la presente crisis. Las desapariciones forzadas se quedan, las formas de hacerse cargo de esta realidad también.
