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¿Adónde va Peña Nieto?

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Si revisamos superficialmente la marcha del país podríamos llegar a la conclusión de que México progresa, que la violencia cede y que el gobierno federal hace lo suyo.

El régimen de Peña Nieto ha logrado -con altas y bajas-controlar a los medios electrónicos y mantener hasta cierto punto una imagen favorable y prueba de ello fue la victoria del PRI en las elecciones del año pasado.

Pero la realidad es muy distinta y comienza a emerger abruptamente a pesar del manejo cosmético que promueve el actual gobierno en medios y en sectores afines.

La encuesta que difundió el periódico Reforma el miércoles pasado sobre la imagen decadente del presidente Enrique Peña Nieto es demoledora.

En los últimos cuatro meses la aprobación hacia el régimen federal cayó nueve puntos para cerrar en un 30 por ciento, la cifra más baja registrada a lo largo del sexenio.

Dicho de manera más clara: el 66 por ciento de la ciudadanía desaprueba la actuación del Presidente, pero el porcentaje asciende al 78 por ciento cuando se encuestó a los líderes del país.

En un sistema parlamentario, un primer ministro con tan elevado nivel de oposición estaría obligado a renunciar por la ingobernabilidad que ello conlleva.

Pero en el sistema mexicano, contemplar tal posibilidad es imposible para los políticos que viven aislados y rodeados de un casta cortesana en donde toda acción es aplaudida y elogiada.

Peña Nieto se educó en el añejo sistema priista bajo la sombra del grupo Atlacomulco. Nunca estudió ni vivió en el extranjero por lo que no conoce la realidad de una democracia. Es a todas luces un "bebesaurio", es decir un descendiente de esa vieja guardia política que dirigió al país por setenta años en la época posrevolucionaria.

Su mérito principal consistió en manejar con astucia su imagen desde la gubernatura del Estado de México al tiempo que afianzaba los amarres necesarios con los grupos poderosos para alcanzar los votos suficientes en 2012 que lo condujeron a Los Pinos.

Los yerros de los gobiernos de Fox y Calderón, la selección de una mala candidata por parte del PAN y la desconfianza hacia el candidato perredista López Obrador, le facilitaron el camino.

Peña Nieto pensó que con la aprobación de las reformas estructurales al arranque de su sexenio quedaría pavimentado el camino durante sus seis años de gobierno.

Pero como no es estadista sino un político mediático con suerte, el presidente mexiquense olvidó que para sacar adelante a un país hay que gobernarlo durante cada hora, cada día y cada mes de los 72 que consta un sexenio.

Cuando todavía faltan 32 meses de su régimen, Peña Nieto se mantiene distante de los mexicanos. No logró resolver el grave suceso de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa, tampoco el conflicto de interés de la Casa Blanca, propiedad de su esposa Angélica Rivera.

En seguridad se bajó la guardia para dar la impresión de un descenso en la violencia, pero las cifras hablan por sí solas: se reconocen 54,454 homicidios intencionales en los primeros tres años de gobierno, pero el semanario Zeta asegura que fueron 65,209 asesinatos a la mitad del sexenio, mientras que en seis años de Calderón la cifra ascendió a 83,191 homicidios.

El magro crecimiento económico por no decir estancamiento es evidente. México crece por inercia mas no por las acciones oficiales que dicho sea de paso entorpecieron inversiones por una pésima reforma fiscal. Incluso la devaluación del peso no ha sido aprovechada.

Quizá por todo lo anterior el presidente Peña ha optado por viajar al extranjero con cada vez más frecuencia. Consigna el colega Ciro Gómez Leyva que su actual viaje por Alemania y Dinamarca --¡por siete días!-es el sexto en el año cuando su promedio anual son diez periplos.

Peña Nieto disfruta cada vez más sus travesías por Europa, Oriente y Estados Unidos en donde las crónicas sociales por el vestuario de su esposa contrastan con las duras críticas que a diario recibe su gobierno en los medios independientes y principalmente en las redes sociales.

Según el periodista Joaquín López Dóriga, el presidente Peña Nieto estrenó en este reciente viaje el super Boeing 787 para surcar el Atlántico sin necesidad de molestas escalas técnicas que acostumbraron los anteriores mandatarios y sus comitivas.

Ahora se explica la prisa de adquirir el cuestionado "dreamliner", en adelante la pareja presidencial podrá ir y venir por el mundo con mayor comodidad y celeridad.

Mientras la nación se desmorona junto a la imagen de un mandatario, cuyo 75 por ciento de sus gobernados opina que el país va por un mal camino. Entonces, ¿adónde va Peña Nieto?

APUNTE FINAL

El secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, no se midió al declarar que la corrupción es un asunto cultural que "forma parte de los seres humanos que siempre buscamos rentabilidad comercial y buscamos a otros incentivos". Pero no aclaró porque tal "asunto cultural" afecta más a México que a otras naciones del continente.

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