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Affluenza

Diálogo

YAMIL DARWICH

En el pasado mes de diciembre, Ethan Couch, norteamericano de 18 años de edad, fue detenido en Jalisco, México, al tener orden de aprehensión en su país, por violar su libertad condicional al ser declarado culpable de atropellar a cuatro personas cuando contaba con apenas 14 años de edad.

Viajó a México con su madre, ingresando ilegalmente, viviendo como fugitivos en Puerto Vallarta.

Al parecer, el mozalbete de 18 años, padece una enfermedad llamada Affluenza, palabra adaptada del inglés: "poderoso", "ser rico", que al parecer de psicólogos y abogados que le defienden, lo justifican porque "no se le puede hacer responsable de las malas acciones cometidas".

Él padece las consecuencias del amor inmaduro de sus padres.

La affluenza es considerada como una enfermedad social, que se presenta en personas con ansiedad por atesorar cosas materiales, tener más, y que también la padecen hijos de poderosos quienes desatienden su responsabilidad educadora y de amor filial de la procreación.

Solamente es nuevo nombre que ahora le han aplicado los psicólogos y psiquiatras, encargados de atender la salud mental, que también es conocida como la "enfermedad de los niños ricos", al tener mayor incidencia en aquellos que resienten la ausencia del amor maduro y responsable de sus progenitores, al ser desatendidos por estar éstos, dedicados a sus trabajos y negocios para acumular.

En la historia del mundo siempre han existido esos enfermos del poder; hijos de reyes y emperadores que teniendo todo lo deseado materialmente, carecen del afecto y la sensación de ser amados por sus padres.

En la Biblia aparecen algunos de estos casos, sancionados por la ley moral: en el Antiguo Testamento, narran la historia de los hijos de Eli -en el Libro de Samuel- quienes nunca fueron reprimidos por el padre y finalmente murieron -como castigo de Dios- el mismo día. También el Nuevo Testamento lo sanciona con la parábola del hijo pródigo, que exigió su herencia en vida y el padre se la concedió para que la dilapidara en festejos con todos los excesos conocidos de su tiempo, hasta agotarla y encontrarse en la mayor pobreza, lejos del territorio propiedad de la familia. Esta historia tiene un final feliz, al regresar a casa y ser recibido por el padre amoroso, con los brazos abiertos.

La actualidad presenta un caso que ha sido multipublicitado, se trata de Kim Jong-un, quien en Corea del Norte fue designado heredero -de su padre Kim Jong-il- del Gobierno, el 28 de septiembre de 2010, asumiendo las tareas de jefe del Estado con mano dura y sin el menor respeto por la vida humana, incluso la de sus seguidores y militares cercanos.

En los últimos tiempos hay otra enfermedad, también social, presentada por individuos que viven abandono emocional; se trata de los llamados "mirreyes", personajes que provocan la repulsa de quienes conocen de sus historias, por ser ejemplo de actitud parasocial; agrediendo, vejando y abusando de los demás, sabedores de la protección el padre poderoso que les solapa sus malas acciones.

Los affluentes pueden manifestarse clínicamente de diferentes maneras; algunos con vestuarios y comportamientos que tratan de demostrar su poder material, con vehículos lujosos, joyas y actitudes de desprecio hacia los demás; por el contrario, pueden aparecer ante la sociedad con vestuarios que ridiculizan usos y costumbres, como rebeldía, mostrando su resentimiento por la falta de amor.

Ellos no son los únicos enfermos; en el extremo de la patología social/familiar están sus padres y mayores, que han confundido dolorosamente el concepto de felicidad y se obstinan en buscarla a través de la riqueza.

Esos padres de affluentes, trabajan denodadamente y renuncian a horas de diversión y descanso para buscar nuevos ángulos de esfuerzo laboral -honesto o no- para acumular dinero que les dé fuerza y poder; luego, ejercerlos en busca de poseer aún más bienes materiales y cerrar el círculo vicioso que les lleva a la infelicidad.

En esa carrera desbocada, buscan saciar su insatisfacción con la acumulación de riqueza, que comparten irresponsablemente con los hijos menores en actos de atención y "lavado" de los propios sentimientos de culpa, -consciente o inconscientemente- por el alejamiento y el abandono a los que les mantienen sometidos.

En mi ejercicio profesional conocí varios casos de padres de affluentes, que padecían insatisfacción, culpa, ansiedad y hasta depresión.

También debo mencionar que esta patología tiene sus contrapartes numerosas; de padres educadores, que enseñan a los hijos el valor del trabajo y el esfuerzo, dando al dinero la dimensión correcta y enseñando con el ejemplo, al ejercer la filantropía con solidaridad y subsidiaridad comunitaria.

En La Laguna tenemos muchos de esos casos ejemplares y otros dolorosos que seguramente usted conoce; las consecuencias son los llamados "juniors, quienes amparados en el poder político y económico de sus familias abusan del prójimo. ¿Conoce algunos?

Ydarwich@ual.mx

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