A unos días de concluir el año colectivo 2016, vale la pena repasar la agenda ambiental local, cuáles de los grandes problemas se resolvieron y cuales siguen pendientes; quizás este repaso debamos hacerlo conforme a la clasificación convencional adoptada: agenda azul, agenda verde, agenda gris y la transversalidad.
La agenda azul, aquella que refiere a los recursos hídricos, pone sobre la mesa varios problemas donde, ineludiblemente, destaca el asunto crónico de la sobreexplotación y contaminación de los acuíferos. Se continúa realizando un uso no sostenible del agua para mantener un modelo de producción que saquea las reservas futuras almacenadas en el subsuelo, modelo inviable ante eventos futuros como el cambio climático que prevé una menor disponibilidad o una mayor irregularidad en la precipitación.
Este asunto, que no es de escasez como algunos afirman erróneamente porque en la región hay suficiente agua para satisfacer la demanda doméstico-urbana y de otros usos, es producto de, por un lado, la deficiente gestión que realizan las instituciones responsables de regularlo mostrando sus limitadas capacidades y, por el otro, el uso abusivo que efectúan los grandes empresarios agropecuarios que al amparo del monopolio que ejercen sobre las concesiones extraen ilícitamente volúmenes superiores a los concesionados.
Ciertamente, existen otros asuntos dentro la agenda azul, la gestión de agua urbano-doméstica si bien ha mejorado sigue siendo un foco rojo por los pasivos y las limitadas capacidades financieras de los organismos operadores frente a las necesidades de abasto y saneamiento como lo indicaron los problemas de suministro en colonias y comunidades rurales, o el desastre de los drenajes sanitarios aflorado por las lluvias y ante la ausencia de drenajes pluviales. Se requieren grandes recursos financieros para enfrentar estos retos.
Si bien continua la instalación necesaria de filtros en los pozos que suministran agua a la población, este problema sigue latente porque solo se está realizando en aquellos que extraen agua con valores, particularmente de concentraciones de arsénico, dentro de la norma oficial y no de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud. Agreguemos a esto la subutilización de las aguas residuales de las ciudades.
En la agenda verde, aquella que refiere a los ecosistemas y biodiversidad, destacan las persistentes amenazas a las áreas naturales protegidas de la región. En el Parque Estatal Cañón de Fernández el daño provocado por un empresario en la rivera del río Nazas sobre la que monta una quinta urbana sin permiso para cambiar el uso del suelo y violando los términos en que le son otorgadas concesiones en la franja federal, no parece motivar la intervención gubernamental, peor que eso, contó con el beneplácito de la anterior autoridad municipal y la omisión de la estatal, donde ésta última parece prolongarse a la actual.
En la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco son varias las amenazas surgidas en este año, destacando, por un lado, el interés de empresarios locales por explotar la minería en la sierra evadiendo regulaciones y, por el otro, la injerencia de políticos locales en la gestión ciudadana a la que se pretendió desplazar de la administración del área, en ambos casos asociándose o en complicidad con gente local.
Este par de áreas naturales protegidas no recibieron los apoyos financieros debidos y la Reserva de la Biosfera Mapimí resiente la austeridad federal; aunado a ello, sigue pendiente la declaratoria de la Sierra y Cañón del Sarnoso, denotando con ello que la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad regional aún no son una prioridad en la política pública ambiental. En contraparte, debe mencionarse que a pesar de haberse perdido algunos corredores de palmeras en Torreón, en esta ciudad hubo avances importantes en los espacios verdes urbanos.
En la agenda gris, también Torreón presenta avances en la gestión de residuos sólidos, particularmente en el ordenamiento de la recolección y acopio de pet, no así a nivel regional en los equipamientos de los centros de disposición final, tanto para las áreas urbanas como rurales. La basura sigue siendo un problema a pesar de los esfuerzos gubernamentales de intervención en su cadena de gestión, es necesario incidir más en ella, particularmente en mejorar la cultura ambiental entre la población local, ámbito en el que el sector educativo, sobre todo las universidades, podrían contribuir significativamente para reducir las emisiones.
En la parte de transversalidad, es evidente que carecemos de una estrategia de educación ambiental, tanto en el sector educativo formal o a nivel no formal, de programas permanentes y transversales que contribuyan a mejorar los valores ambientales de la población lagunera en diferentes cohortes generacionales. La educación ambiental es la gran apuesta futura para mejorar dichos valores que hagan posible una relación más amigable entre la población y la naturaleza, y ésta sólo será posible si se involucra a la sociedad en el diseño e implementación de programas y acciones que trasciendan los ciclos de los gobiernos locales.
Torreón inicia su proceso para elaborar su programa de ordenamiento ecológico territorial que defina los usos del suelo y, más allá, que éste se haga a nivel metropolitano. Es importante destacar que este municipio inicia la construcción del metrobús y de que los nuevos gobernantes de su contraparte duranguense también deciden entrarle a este proyecto, con lo que se mejorará la movilidad urbana que aportará en el menor uso del automóvil y sus consecuentes emisiones de CO2. Lamentablemente, no hay avances en la movilidad no motorizada como ciclovías.
Entendemos que un año no es suficiente para resolver problemas de esta magnitud, pero también observamos que 2016 no indica pocos avances trascendentales, esperemos que le siguiente año sea mejor.