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Agenda por niveles

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

Frente a los resultados electorales en los Estados Unidos que para muchos ofrecen un panorama desconcertante, los mexicanos debemos fijar la atención en nuestra propia agenda regional y nacional, so pena de quedarnos pasmados y caer en una inmovilidad aún mayor que la que padecemos.

Es cierto que vivimos en un mundo global y nada de lo humano nos debe ser ajeno, pero de ahí a descuidar nuestro aquí y ahora para perdernos en una perspectiva apocalíptica planetaria real o imaginaria, respecto de la cual poco o nada podemos hacer, es un error.

Peor aún es permitir que la situación actual sea aprovechada como una inmensa cortina de humo a conveniencia de los gobiernos, para que traten de ocultar el fracaso de sus gestiones echando la culpa a factores externos de los males que surgen de nuestro interior como sociedad política organizada.

Como ejemplo de lo anterior basta el botón de muestra de la depreciación de nuestra moneda cuyo valor va en picada desde hace al menos un año y medio, y que frente al relevo presidencial en el vecino país sufre un nuevo impulso hacia abajo, lo que resulta a la medida de la conveniencia de nuestras autoridades federales hacendarias que encuentran en el escenario internacional el pretexto para justificar la caída del peso frente al dólar.

El caso es que para nosotros los mexicanos la agenda sin resolver y la serie de asignaturas pendientes siguen siendo las mismas. Falta de transparencia y rendición de cuentas que van de la mano de la corrupción, la impunidad que es fruto de un mal sistema de impartición de justicia, todo ello alentado por la pobreza de nuestra frágil democracia y el constante acoso del crimen organizado en contra de las instituciones nacionales, lo que sumado a nuestro sistema educativo mediocre desalienta la inversión y atenta contra la productividad, alimentando el círculo vicioso de subdesarrollo.

Por ello es importante volver los ojos a nuestra realidad inmediata y para ello resulta obligado focalizar los problemas regionales y nacionales y entrar en acción para acometer soluciones, desde nuestra realidad personal y comunitaria, el puesto de trabajo, el taller, la oficina, los negocios agropecuarios, industriales y comerciales grandes o pequeños y desde luego cumpliendo con el deber de participación ciudadana que nos concierne a todos.

Resulta obligado volver al tema del combate a la corrupción a nivel Estado. Cumplida que fue una semana de la renuncia de la jefa de gabinete del gobierno de Coahuila María Esther Monsiváis, son de esperarse los primeros frutos de la investigación de las empresas que han servido de coladera y malversación de recursos públicos a través de empresas fantasmas sin embargo, el gobernador Rubén Moreira continúa volteando para otro lado como si la cuestión no fuera de su incumbencia, y el procurador Homero Ramos Gloria sigue sin decir esta boca es mía.

La celebración festiva de los legisladores federales del PRI respecto a que Coahuila vaya a recibir este año dos mil millones de pesos más de participaciones, ensombrece frente a cuestionamientos elementales que aparecen en la edición de El Siglo de Torreón del día de ayer, que derivan de un análisis que muestra que todas las regiones del estado se verán afectadas por un recorte presupuestal sin precedentes, que la fuente citada califica como desplome.

En el caso del área metropolitana de La Laguna pasaremos de seiscientos veintitrés millones de pesos ejercidos este año, a ciento veinticuatro millones presupuestados para el año entrante; en Saltillo el presupuesto cae de ciento diecinueve millones a treinta y siete millones; en Monclova pasa de cincuenta y nueve millones a dieciocho millones y la región más castigada es Piedras Negras, que ve disminuir su fondo metropolitano de cuarenta y siete millones a catorce millones de pesos.

Lo anterior quiere decir que el supuesto excedente de dos mil millones de pesos que se anuncia será destinado en el mejor de los casos a pagar la megadeuda sin embargo, existen sospechas de que vaya a dar a la licuadora opaca del moreirato, o que se desvíe a gasto electoral del grupo en el poder y termine en el bolsillo de los mismos de siempre.

De los coahuilenses depende que la situación referida continúe o acabe, siempre y cuando en las elecciones locales del año entrante nos decidamos por un cambio que implante una nueva forma de gobernar con transparencia, y que parta de un verdadero equilibrio de los poderes públicos entre la gubernatura y el Congreso Local.

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