Si viajáramos al espacio y visualizáramos a nuestro planeta, notaríamos un hermoso globo azul con algunas manchas cafés, es el color que le dan nuestros mares; así, por lógica, debiéramos llamarlo agua y no tierra.
Es irrefutable que el agua es el principio de la vida, particularmente de los seres considerados superiores de la escala animal, sobresaliendo nosotros, los humanos; de hecho, estamos conformados por más de un 75 % de agua; por lo demás, somos sales, aminoácidos, algunas hormonas, vitaminas y minerales diversos.
La base de nuestra vida, el ácido desoxirribonucleico, es una doble cadena de aminoácidos -adenina, guanina, timina, citocina- con puentes de fosfatos y es el agua la que los mantiene unidos y transporta las sustancias nutritivas a células y espacios intercelulares en un equilibrio admirable entre iones positivos y negativos. Piense que cuando se rompe esa armonía se presenta una patología conocida como desequilibrio metabólico -homeostasis- y se presentan acidosis o alcalosis, estados premonitorios de la muerte.
El ciclo del agua es vital en la naturaleza; un maravilloso círculo positivo, eterno, donde el agua llega del cielo a la tierra, corre por ríos hasta los mares y por acción del calor de nuestro sol se evapora, para reiniciar el fenómeno.
En ese tránsito, el agua riega tierras haciéndolas fértiles y promueve la vida de vegetales y animales, logrando que el globo terráqueo sea un verdadero paraíso para disfrutar. Este hecho es conocido y reconocido incluso en los mitos de las culturas del mundo y el cristianismo le hace especial tributo refiriéndose al Edén, lugar donde Dios colocó a la primera pareja humana -en otro Diálogo desahogaremos el tema y sus simbolismos-.
Los cambios geológicos también alteran el ciclo del agua, haciendo que los valles fértiles se transformen en desiertos, cosa aparte son la retracción de los mares, como el de Tetis, que dejó nuestros arenales laguneros. Otro ejemplo de ello es la zona más extrema de nuestra región: Viesca y sus alrededores, que dejaron de ser verdaderos paraísos vegetales -nuestros antecesores llegaron a llamarle "el Acapulco chiquito" por sus vasos de agua, lugar donde construían sus casas de descanso- para transformarla en una zona árida. Algunos investigadores explican el fenómeno, causado por un movimiento telúrico que segó los veneros subterráneos que alimentaban esos parajes.
La sabia naturaleza conoce cómo administrar el agua y para el caso de extrema carencia puede crear reservorios en las mismas plantas -los cactus son ejemplo- transformando sus hojas en espinas. Igual sucede con los animales, que son capaces de extraerla, almacenarla y utilizarla meticulosamente en caso de su extrema carencia -los reptiles son ejemplo de ello-.
La Tierra contiene en su superficie y partes menos profundas una cantidad enorme de agua y, además, guarda en sus "refrigeradores" cantidades enormes de ella, manteniéndola en forma de hielo, aunque los casquetes polares muestran que por el alza de la temperatura empiezan a derretirse en una cantidad mayor a la registrada en el pasado.
Así que ¡hay "agua pa' aventar pa'rriba"!, sólo que de toda esa cantidad - se calcula en aproximadamente 1,386 millones de kilómetros - sólo el 5 % es utilizable. La mayor parte es salina -en los mares- y otra gran cantidad inutilizable por alteraciones del ciclo que describimos párrafos arriba. Sume la contaminación de mares y ríos por el humano depredador, menos racional que cualquiera de los irracionales.
Aún más, algunas regiones del llamado tercer mundo, caso nuestro, contaminan los ríos vaciando en ellos sus desechos químicos, detritus y otros contaminantes. Recuerde las denuncias de contaminación generada por el vaciado de tinturas lanzadas al Nazas por algunos textileros salvajes del posmodernismo.
Si las guerras de antaño fueron por posesión de tierras -el poder- y luego pasaron a ser promovidas por razones de control económico -el petróleo-, en el presente y futuro serán por el agua, aunque los laguneros también fuimos de los primeros en guerrear por ellas en México; inicialmente Zuloaga y Jiménez, de Torreón y Gómez Palacio, quienes tuvieron escarceos belicosos por ella, hasta que se pusieron de acuerdo en el reparto; después, los colonos agricultores de San Pedro de las Colonias, que exigían a los industriales de Tlahualilo, Durango, dejaran pasar la necesaria para regar sus cultivos.
Piense que nosotros, sus descendientes, nada aprendimos de ellos y no sabemos defender lo nuestro. Ya algún gobernante de Coahuila pretendió llevar el agua de La Laguna, hasta Saltillo, …¿recuerda?; y cada día debemos perforar a mayor profundidad para extraerla; de 60 cm, hace 100 años, hasta 280 metros de profundidad en la actualidad, cada vez más salinizada, insana.
El 22 de marzo ha sido llamado "Día Mundial del Agua" y nosotros seguimos tirándola y hasta usándola con fines electoreros; depredando nuestros ríos, deforestándolos y contaminándolos. ¿Tenemos derecho a heredarle esa Laguna a nuestros descendientes?
ydarwich@ual.mx