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Al Larguero

Alejandro Tovar

Los fans santistas parecen un pueblo escondido dentro de la ciudad Gótica, pequeño rincón del gran México, la tierra de AG Iñárritu, Chivo Lubezki, Temo Blanco, Jorge Vergara y poetas como Octavio Paz, Amado Nervo, Valentín Elizalde, Amado Carrillo y Joaquín Guzmán, quieren como ocultarse pero son fácilmente detectables pues aunque no la usen a diario, llevan la casaca a rayas como los tatuajes de Joan Sebastian y las calles son el escenario donde dibujan sus incógnitas, como también su alma es el espacio donde habitan todos sus sueños, aunque luchan con las dudas. Todo mundo quisiera saber la razón de que su equipo no marque los goles necesarios. Sus hombres de vanguardia viven anestesiados.

La narrativa de los medios, para esta gente, se convierte en una máscara. Primero enfrentan a un cuadro universitario con suplentes y no pueden hacerle daño. Luego irrumpen en California para situar sus esperanzas y terminan sin marcar y sufriendo ante un grupo de famosos que miran con nostalgia a su pasado, sólo conformados por la visión de Gio, cuyo arte y espíritu juvenil no basta porque están en pretemporada, fuera de ritmo totalmente. Enseguida, Puebla les toca la pelota con calidad hasta que Torres se hace expulsar de forma infantil pero aún contra diez, no se ubica, dentro del brioso y correlón grupo de obreros de Zubeldía, alguien que haga diferencia y pueda zafar la dictadura de la incompetencia.

La noble, fiel y vibrante fanaticada local va a la cancha con ilusiones en los bolsillos, vestidos de esperanza total. Las damas llevan la sonrisa pintada de carmín. Los hombres, un poco más cautos, quisieran que sus jugadores miraran en la oscuridad, a través de la niebla, desearían que todo ese grupo de consentidos, se sintieran empleados del futbol y no estrellas del rock. Nuestra hermosa gente gustaría que los chicos del rectángulo empastado se acordaran de no quejarse, que se acordaran de los que de verdad trabajan, de los que renuncian a algo, a lo que sea, para pagar un costoso boleto para verlos en el TSM. Son gente que vuela y a veces escribe versos en el sueño de los despiertos.

El amor, igual que llega, pasa pero éste no puede marcharse por la ventana, procede sentimentalmente de un rico y glorioso pasado muy cercano, que se comenzó a escribir hace 20 años con las galopadas de Jorge Rodríguez, la ductilidad de Caballero, Adomaitis, Nicolás, el talento de Galindo, la fortaleza de Pedro y Gabriel, los goles de Jared. Después vino un desfile de grandes y varios de ellos dejaron honda huella, que ha quedado grabada en paisajes o momentos, más que goles, partidos o títulos. Hay veces que estar de poco, alcanza para que los amantes del futbol no te olviden en la vida, como Apud con su gol inolvidable al Atlas en Guadalajara, que sigue pasando por la mente de todos.

Ahora la oportunidad es doblar a la Galaxia y dar un paso no sólo en Concacaf, sino también abonando a la fe de esta afición. Pero con goles que sólo pueden hacer los actuales chicos verdes, porque el futbol solamente pasa por los jugadores; el público y los medios somos sólo el complemento. Porque además Zubeldía e Irarragorri no pueden entrar a cabecear y los fans queridos, a pesar de que tienen símbolos, mitos y leyendas, no pueden poner, aunque lo desearían hacer, a Daniel Guzmán o Borgetti para que entren a rematar, clandestinamente.

arcadiotm@hotmail.com

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