El médico catalán Alberto Folch, ameritado científico con especialidad deportiva, cada vez que habla para los medios, enciende pasiones y discusiones. Es como un dragón mítico, cuyas palabras destilan verdades que no gustan a la gente, porque el pueblo, amante de sus héroes del rectángulo empastado, quisiera que fueran eternos.
El insiste en un término que parece lapidario, que lo es para muchos, aunque solo seamos gente común, que lo es para todo mundo. Habla de la Sarcopenia, como un estado absolutamente ineludible para el ser humano, cualquiera que sea y se apellide como se apellide. A todos nos llegan las canas y las arrugas, aunque no se deseen.
Para los actores, debe ser una verdadera angustia. Dejar de ser galán para ser un conquistador otoñal. O las actrices que deberán abordar otros roles, donde ya no se ocupe el de la dama joven, sino de la madre, la tía o la abuela. ¿Y qué decir de los jugadores?., no solamente aparecen los hilos de plata sobre la juventud que se va volando, sino marcas también en el rostro que acusan la presencia de años.
La edad no perdona y los atletas aún no han aprendido a gestionar el envejecimiento natural que conlleva la pérdida de las facultades o la disminución de éstas y los domingo se van manifestando ante el mismo público, ahora entristecido, ese mismo pueblo que muchas veces llegó al delirio con la actividad de esos favoritos.
Sobre todo para los grandes resulta más difícil reconocer que los tiempos han cambiado y que se debe pensar en el final anticipado, yéndose con dignidad, lo que no es nada sencillo porque conforme pasan los calendarios también el protagonista de las películas de idolatría, cambia. Entra a otra etapa: la de ver realidades que antes tenía enfrente pero que el ego no le permitía reconocer.
Decía el maestro Fernando Marcos que uno puede entender el juego de futbol, a través de los años de experiencia. Puede entenderse a los árbitros, puede entender la pasión y la entrega del público. Con paciencia se puede entender a los directivos. Con muchas reservas se puede entender también a los medios pero a los que no se puede entender nunca, es a los jugadores.
Esos, decía Don Fernando, solo reaccionan hasta que se retiran.
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