Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros y se va creando un estado de emoción, ése que se ventila con sonrisas que la ilusión desfoga, ése que se husmea a lo lejos, ése que contribuye a enriquecer la imaginación del pueblo, que es un almacén creativo de sueños, anhelos y grandes esperanzas.
El lagunero común quisiera que las decenas de sillas y meses sobre las banquetas de Colón, con muchachadas por todas partes, comida muy mala, café sólo regular y cervezas bien heladas fueran un pedazo de Ibiza, Niza, Alicante, Elche o Benidorm, porque sólo nos falta el mar y encima nos quedamos con los deseos mientras se camina acelerado, recordando momentos en aquellos lares o cuando menos fotos y videos de ellos, que nos recuerden días de juventud, amor, fiesta y futbol.
Porque hay cosas que de pronto no se comprenden. La moda en México, encabezada por la protección de la FMF y Decio a los clubes, en pro de "un mejor espectáculo" de contar con mayor número de extranjeros que mexicanos en el plantel y en la cancha, lo cual da a la primera jornada hechos nefastos. Cholos jugó con nueve, Santos con siete, Tigres con otros tantos, etc. Y el futbol vistoso, nunca apareció con ellos.
En una expresión de inteligencia y apasionamiento y sabiendo que los datos estadísticos no tienen ni rostro ni corazón, se debería tener la ineludible exigencia de que los no nacidos en México tuviesen la obligación de ser mejores que los nativos pero ese dato no siempre se cubre, porque traer foráneos comunes ya es un deporte.
O sea, tal vez debamos imaginarnos que estamos en la costa azul de Francia o en la hermosa franja blanca mediterránea de España, de hermoso recuerdo y conectarnos con esa añoranza cuando caminemos por Colón, porque en mujeres no desmerece. Así haremos de cuenta, como dicen los muchachos del rumbo, que como tenemos un futbol tipo europeo (en lo administrativo, claro) con fuereños de estima muy alta y unos cuantos locales. Como si fuera Europa, pues.
Aunque hay que establecer diferencias. Si dejamos Colón y vamos a las orillas, parecerá un pedazo de la franja de Gaza o los territorios árabes ocupados por israelitas, o las tierras desoladas de Egipto, después de Moisés. ¿La tierra de los grandes esfuerzos? Para los nativos sí, para los extranjeros, no.
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