TIEMPOS MODERNOS
Al intelectual, el conocimiento de muchos años y su eterno amasiato con la literatura, lo hace escéptico. Igual a los críticos teatrales que de vivir frente a foros los convierte en conocedores pero también en ácidos seguidores de cualquier talento que desee asomarse. Son como villanos eternizados o como vegetarianos que no soportan ni el más leve olor de un costillar asado.
Debieran ser como los expertos degustadores de vinos tintos, chilenos, argentinos o franceses o como sibaritas que prefieren pasta con elote, corazón de filete, papas sufflé y dulce de leche, luego de dos whiskys para cerrar con café, cigarrillos y brandy español.
Hoy, el mundo globalizado nos ofrece en este vértigo de la comunicación desarrollada y sin límites, un panorama que a todos nos convierte en látigo de lo común, aún cuando nosotros mismos no seamos más que ciudadanos anónimos y absolutamente comunes pero el escenario que nos presentan nos convierte a veces, hasta en expertos, porque lo que para los abuelos era casi un milagro, para nosotros en este tiempo, es hasta cotidiano.
Así, la tv nos pone a un costado de Phelps, contenida la respiración (nuestra) mientras el fenómeno ofrecía su show histórico que se hizo, de tan maravilloso, hasta repetitivo. Igual, cuando el domingo otro gigante, Bolt, se manifestó ante el mundo irradiando calidad, velocidad, arte, en una singular conjura de talento desmesurado con serenidad. Ambos parecen de otro mundo y tal vez lo sean pero es algo que no podemos comprobar.
Los hombres de ayer eran ignorantes porque carecían de noticias; los de hoy amenazan con serlo también aunque las noticias sobran pero falta el análisis, la selección. Dentro de esa vorágine de sucesos mundiales de todo tipo, el auditorio captura la información diaria en pocos minutos, lo que hace años sería impensado para los más adelantados.
El sábado vemos un futbol de intensidad, clase, potencia y resolutividad con Arsenal-Liverpool (3-4) y volvemos al amor por el juego de futbol. Debiendo quedarnos satisfechos, insistimos y seguimos con la inercia y la jornada local, para dormitar sin necesidad de cervezas heladas. Hay diferencias y éstas, muchas ocasiones son demasiado grandes. El domingo se queda para Santos y éste resbala de nuevo con Bravo dejando ir una que nadie puede entender. No es para comparar pero la pena es grande porque nuestro equipo saltó de la pobreza a la élite. Hoy, parece que regresamos al principio. Y en esa película nadie quiere un papel.
Alejandro Tovar
Arcadiotm@hotmail.com