LEER, LEER Y LEER Decía el maestro Fernando Marcos (f) a sus alumnos que lo que más se recomienda a todo periodista o estudiante de comunicación, es leer mucho. La lectura proporciona compañía, conocimiento, estilo, vocabulario, adjetivos, elegancia y lo que es mejor, pasar de las filas de los comunes a ser sobresaliente, porque el 80% de la gente no ejercita tan noble y edificante tarea. Es simple en estos tiempos ser líder, comentaba. Su argumento era que aspirantes y profesionales solamente leen lo justo y la clave es cuando menos, consumir dos páginas más, de ese modo nutrirá su intelecto con diez a la semana, cuarenta al mes y cuatrocientas por año. Vaya diferencia.
Ante la cantidad, que no calidad, de los medios y sus múltiples espacios, nadie puede retirar el dedo del gatillo para apuntar que el silencioso poder del tiempo no cambia ni mejora a los protagónicos que deben llevar instrucción a sus lectores o auditorio, porque aunque los muertos no tienen lágrimas, sí dejaron enseñanzas que permanecen inalterables, conceptos que no pasan de moda y donde su olvido, es una forma de violencia.
El Tri se mide hoy con los hondureños y desde fines de semana, existe el manejo del gentilicio "catrachos" para representarlos pero nadie dice las razones; de ahí que uno concluye en que la vida de los muertos consiste en hallarse presente en la existencia y espíritu de los vivos y que en su momento trabajaron de que la identidad de sus alumnos estuviese siempre palpitando en sus letras y expresiones, como espejo de su capacidad y clase.
Se les llama "catrachos" por el Gral. Florencio Xatruch (1811-1893), que a mediados del Siglo XIX encabezó un ejército de valientes centroamericanos, porque William Walker, con filibusteros norteamericanos, buscaba adueñarse de Nicaragua primero y luego del resto (Honduras, Costa Rica, Guatemala, El Salvador) para de esa forma ganar favores de los esclavistas del sur de su país, que para entonces ya preparaban la guerra contra los estados del norte. Los hombres de Xatruch se unieron, dejaron atrás diferencias políticas y formaron un ejército de los diversos países, que consiguió la victoria y expulsión de los invasores.
A las huestes de Don Florencio debió llamárseles "Xatruchos" pero el pueblo siempre acomoda los motes a gentilicios muy coloquiales y propios, tal vez por dificultad de pronunciación. "Ahí vienen los catrachos" les anunciaban con júbilo, porque supieron de su gallardía y valor, por lo que pasaron de insurgentes y patriotas a verdaderos héroes del pueblo. Desde entonces se llama "catrachos" a los hondureños.
Se llega a la conclusión de que la gente confunde el mundo generado por las sensaciones y escasas o deficientes informaciones, con el mundo creado por el pensamiento y cree que ver o escuchar lo mediocre es lo mismo que entender, porque salvo raras excepciones, los comunicadores toman atajos que esquivan realidades, cuando expresiones de inteligencia y apasionamiento profesional se estiman y agradecen, pues la imaginación del pueblo es un almacén creativo de sueños, ilusiones y esperanzas para estimular.
Y una de dos; o lo repiten por imitación o de plano, nunca estudiaron. Todo se remedia leyendo mucho, aunque eso implica dedicar tiempo, atención, concentración y trabajo al que no todos acceden. En el espacio actual todo periodista tiene la obligación de ser especialista en su tema y saber llevarlo al público.
Alejandro Tovar
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