EL REINO EXTRAVAGANTE Ser un DT en el futbol es como pertenecer a una línea especial. Es el ascenso que se toma casi siempre un exjugador y de pronto es el patrón que toma las decisiones y se enfoca a un trabajo tan especial que algunos rehúyen pero que en general se desea con vehemencia, pues radicarse en la posición le deparan aventuras o desventuras impensadas. Es el juego de las grandes dudas.
O el experimentado que las ha visto todas y que recibe una nueva oportunidad con todos los reflectores de frente y todas las miradas y expectativas, porque a este juego le sobran los radares, los micrófonos y los comentarios. Porque el futbol es un juego especial, es un conjunto de signos convencionales que sirven para construir un orden más importante que la realidad cotidiana.
El técnico es como el hacedor del casting en la película del millón de dólares. Seduce y se deja seducir por una suerte de reducto extravagante, no puede separarse en su ego natural y por la fama que le cae como enviada por un mago fantástico y de un solo movimiento de hombre especial, establece con su plantel un vínculo de complicidad, por más que haya diferencias y a pesar del carácter que suele ser inflamable en ambos o tal vez, por eso mismo.
Y luego viene su gran duelo, pues no siempre lo prioritario es el futbol mismo y aunque son hombres que generalmente juzgan los asuntos de los demás mejor que los suyos, chocan porque sus astros lo son en la cancha, que no en la vida y termina por reconocer que los cracks pueden ser personas de alto valor deportivo o bien, necios con talento pero no siempre con un buen juicio.
Los técnicos siempre son especialistas arrumbados. Cuando hay un tiro libre debería haber espacio para que Galindo o Romano lo lanzaran, para que "Chepo" y Quirarte ablandaran gente, para que Brailowsky encabezara una contra, para que Hermosillo y Borgetti, goleadores errantes, entraran a cabecear, para que Lapuente encabezara la manada, para que Mohamed invadiera con su futbol alegre estos velorios de la MX. Eso quisiera la gente, divertirse, ver algo mejor.
Dios es avaro con el talento y toca en la frente a muy pocos. Hay quienes quisieran ver a Ramón Ramírez llevar la pelota por derecha, cabeza levantada y tribuna rugiente, a Pony gravitar con Altamirano por derecha como corceles finos, cual caballeros romanos en ebullición, preparando lo que todo mundo preveía, una pelota sobre el área donde Jared pelearía contra los mastines en una película repetitiva pero heroicamente real e inolvidable.
El futbol vive a través de los ojos de su gente y del corazón encendido con el recuerdo. Por ello cuando ahora ve el desfilar de técnicos y jugadores, no se excita demasiado, el pueblo se acostumbre a lo poco que tiene, por ello completa el sueño con la nostalgia. Como nosotros. Combinar pasado y presente es como redefinir el mundo a través de humor e imaginación.
Alejandro Tovar
Arcadiotm@hotmail.com