El mal amor a uno mismo, hace de la soledad una cárcel, porque observar, leer y encima reflexionar sobre un tema en especial, se relaciona cada vez más con una cultura en extinción. Por ello los que vigilamos de soslayo a Santos no entendemos si estamos viendo un partido distinto al que ven los técnicos y los propios jugadores. Tal vez debemos ajustar los lentes o guardar silencio.
Estamos de acuerdo en que un equipo, todo equipo, es un equilibrio entre las virtudes y defectos de quienes lo componen pero De la Torre aquí, sólo ve cualidades, presión y hasta eficiencia "sólo faltó contundencia" aunque todo el primer tiempo se haya regalado y Xolos no marcó más de uno por abulia. Daba la impresión de que tenía futbol con una gran dosis de mezquindad, que sólo se vio alterada por un acierto del capitán local.
Chicos como Sánchez y Ulises, estaban aterrados, sin que nadie les dijera que al librarse de su propio miedo, automáticamente su presencia liberaría a los otros. Un equipo desconfiado, tieso, con destellos solamente, con miedo a ser libres, con la resaca de la goleada en Monterrey con sólo cuatro que enfrentan sus propios miedos con dignidad: Izquierdoz, Molina, Marchesín y Rodríguez.
Santos fue un cuadro competidor hasta los últimos veinte minutos, cuando al fin soltó las amarras y quiso corresponder a una afición noble y expectante, sin poder doblegar los fantasmas de un presente ineludible, donde ese grupo desorientado va conociendo que si la mente no consigue desequilibrarse para crear, entonces se desequilibra para no crear y se va consolidando una etapa donde los datos estadísticos y porcentuales no tienen rostro ni corazón. Sólo presencia.
Ahora mismo, a Santos ya no lo dejan dormir las sombras del miedo, que suelen atacar de noche, que deslizan emociones y conceptos tan fuertes como profundos en este futbol de extranjeros que ahora tenemos. Si Herrera puso cien no nacidos en México, De la Torre hizo por imitarlo. Sólo Sánchez, Molina, Ulises y Gael. El resto, foráneos. Diez en total. Cuéntelos y verá. Por ello muchos se preguntan, ¿es éste el futbol mexicano?
Se debe suponer que los jugadores que se importan, tienen la obligación de ser mejores que los locales pues vienen para ser solución y no problema. En el caso santista, incentivados por los éxitos que se han tenido con Benítez (f), Darwin, Marchesín, Izquierdoz es que fueron por Sudamérica para localizar a los chicos que ahora no saben dónde meterse y algunos como el argentino Armenteros y los tapatíos Álvarez y Dávila, son titulares de las sub 20. Santos vive a puertas cerradas, como si eso redefiniera su mundo cuando pudiera tener con su afición, juntos, una fuerza transformadora que comenzara a través de las palabras y la humildad.
Arcadiotm@hotmail.com