LOS NIÑOS DE SAN ISIDRO
Con los años cayendo encima como lozas, no solamente se pierden la juventud y el vigor físico, sino que también se van alejando las ilusiones y se transforma el hombre en una especie de sobreviviente donde los cuidados están para la medida de la glucosa y presión arterial, con la permanente vigilancia de los viejos fantasmas que acechan a todos los que descuiden sus cuidados básicos de salud, so pena de enfrentar con celeridad al inefable, exigente y seguro servidor de la muerte.
Los domingos de disfrutar en San Isidro, parecen cada vez más distantes. Aquellos niños que corríamos de un lado a otro siguiendo a los héroes de ese tiempo no olvidamos la más terrible bronca que vivió el viejo coso el 25 de diciembre de 1960, con Laguna y Jabatos como poseídos en un mar de violencia que arranca con una terrible patada de Leonel Arredondo al Zarco Gallaga en partes nobles, que lo dejó desmayado. Fue todos contra todos, hasta que llegó la policía y cargó con los rijosos a la cárcel, en aquella vieja carroza que llamaban "La Julia".
En los años posteriores, es difícil escoger a los favoritos porque fueron muchos y todos ellos nos indujeron el amor al futbol, que dicen, siempre es el mismo, solamente cambian los protagonistas, porque este juego es como agua de río y el desfile ha sido interminable hasta los días que vivimos pero es indudable que la admiración por ellos, los grandes jugadores, no permite que uno pueda verlos ahora mismo sin recordar sus días jóvenes, plenos, completos, triunfadores.
Tal vez porque uno quisiera que ellos no envejecieran y se pudiera seguir viéndolos como en su mejor etapa y menos que se fueran, como ya lo han hecho muchos u otros a los que ya jamás volvimos a ver, perdidos en el mundo anónimo del olvido. Uno quisiera ver el trote cansino de Simón Gómez, pelota al pie, cabeza levantada. La clase de Ramón Romero, dueño del anticipo y el toque justo. La potencia bruta en el golpeo de Raúl Saucedo, la zurda de Jaime Yassín, la inteligencia y valor de Agustín Fernández, el sacrificio de Enrique Yassín, la fuerza de Lalo Castro y Perico Borrego, la zancada de Gato Gómez por toda la pradera derecha, la viveza de Vega. Las atajadas del elegante Esteban Méndez. Sólo son destellos de la misma memoria que ya tiene cada vez más desgaste pero que alumbra imágenes de 50 años atrás.
Todos sabemos que el futbol tiene un desarrollo espectacular, en lo comercial, en la imagen, en la venta y mientras llegan nuevas generaciones que lo nutren, las anteriores no podemos dejar de pensar en los que formaron la base que ahora se tiene como edificio de futbol en acción, porque sería de hecho, una falta de respeto y de agradecimiento.
Alejandro Tovar
Arcadiotm@hotmail.com
