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YAMIL DARWICH

Para entrar en el tema del "Día de Finados", le propongo confrontemos a la ciencia con la fe.

La primera no puede demostrar la existencia del alma y consecuentemente un tipo diferente de vida a la carnal; la otra, es incapaz de tener una reflexión lógica de los hechos que afirma de por sí, porque los creemos o los presentimos.

La física tradicional no tiene interés -por apegarse al soporte del método científico- en contestar la gran pregunta: ¿qué sucede cuando morimos?, pero ahora ha aparecido un nuevo campo, en lo que algunos han dado a llamar "Misticismo cuántico".

Recordemos que la física cuántica estudia las nuevas ideas introducidas para dar explicación a los procesos a niveles atómicos o subatómicos; también en campo de la electrónica o navegación espacial y las concepciones de la creación y organización del universo. Estamos hablando de reflexiones lógicas, con bases filosóficas, por lo que es difícil de aceptarlas como verdaderas, pero sí altamente probables.

El misticismo cuántico es la postura pseudocientífica de que las leyes de la física cuántica incorporan ideas místicas, algo ya sugerido por el "New age"; inaceptable para el cristianismo.

Andrei Linde, científico del Instituto de Física de Lebedev, desarrolló la Teoría de los Universos Múltiples; él es profesor en la Universidad de Stanford y se involucró con la física, la mecánica cuántica y la astrofísica, dando lugar a la teoría del "Biocentrismo", que dice que el alma no muere, sino que vuelve al universo, lo que para la religión es el paraíso o cielo.

Dos científicos de renombre internacional dicen que pueden probar la existencia del alma: El doctor Stuart Hameroff, emérito del Departamento de Anestesiología y Psicologia y Directivo del Centro de los Estudios de Conciencia de la Universidad de Arizona, en Tucson, EUA y su colega, Sir Roger Penrose, físico matemático de la Universidad de Oxford, del Reino Unido; ambos han colaborado desde 1996 en la "Teoría cuántica de la conciencia", proponiendo que nuestras almas están contenidas en estructuras llamadas microtúbulos, elementos del interior de las células cerebrales.

Han concluido que nuestras experiencias de conciencia son el resultado de los efectos de la gravedad cuántica en tales estructuras cerebrales, con un proceso que llaman "Reducción objetiva orquestada" (¡¿?!).

Según un reportaje del Daily Mail, en "Una experiencia cercana a la muerte", aseveran que los microtúbulos pierden su estado cuántico, pero la información dentro de ellos no se destruye; en términos más simples: el alma no muere, sino que vuelve al universo.

Esta no es una idea nueva: el alemán Gottfried Wilhelm von Leibniz -1646- 1716-, filósofo, lógico, matemático, jurista, bibliotecario y político, a quien han llegado a compararlo con Descartes, desarrolló su Teoría de las mónadas, en la que afirma la existencia de una unión permanente -conciencia- de todos los elementos del universo, incluyendo animales y cosas.

Ahora se suman otros estudiosos de las llamadas neurociencias, quienes aportan conceptos fascinantes de la bioquímica cerebral -rigurosamente científicos- que describen sustancias participantes en la creación de sensaciones y sentimientos, esos que provocan pensamientos y acciones.

Maravíllese: El Dr. Hameroff, con su teoría "A través de los agujeros de gusano", dice que cuando "el corazón deja de latir la sangre deja de fluir y los microtúbulos pierden su estado cuántico. La información cuántica en los microtúbulos no se destruye, no puede ser destruida, simplemente se distribuye y se disipa por el universo"; añade: "si el paciente es resucitado, esta información cuántica puede volver a los microtúbulos y el paciente dice tuve una experiencia cercana a la muerte. Si el paciente muere, sería posible que esta información cuántica exista fuera del cuerpo indefinidamente, como alma".

El doctor Rick Strassman, sugiere en su libro "La molécula del espíritu", una hipótesis sorprendente: el alma humana encarna en el cuerpo en la séptima semana después de concepción, utilizando la glándula pineal como canal espiritual y a la molécula dimetiltriptamina como neurocatalizador. Curiosamente, coincide con lo aseverado en el Libro de los muertos, de los tibetanos.

Desde luego que todo lo afirmado por los filósofo-científicos es imposible de demostrar, pero por ser personas consideradas serias en el mundo de la investigación, son dignos de tomarse en consideración al momento de pensar que puede existir algo más allá de la muerte y que la Teoría creacionista no está -al menos- muy alejada de la verdad.

Lo cierto es que las posturas de la ciencia y la fe, distantes una de la otra, poco a poco se van acercando, al menos en el tema de la consistencia del ser humano y es lógico pensar que llegará el día en que se encuentren en un común acuerdo, algo que será realmente maravilloso.

Así, justificaríamos nuestra insistencia de pensar en nuestros muertos y la esperanza de que en algún momento nos reencontraremos.

ydarwich@ual.mx

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