La Importancia de elegir una vacuna en los programas de prevención y control de enfermedades
Una de las preocupaciones constantes de quien tiene animales es, indudablemente, el que no enfermen. Desde el punto de vista productivo, cualquier enfermedad implica una disminución en la cantidad o calidad del bien que esperamos obtener como producto de la crianza o mantenimiento de esos animales. Por ello el Médico Veterinario Responsable de la Unidad de producción debe desarrollar y establecer un programa de Medicina Preventiva acorde a la situación de riesgo zoosanitario que exista en esa unidad y en su entorno, que permita, como el nombre indica, prevenir el ingreso, establecimiento y dispersión de un agente infeccioso que produzca enfermedad.
Dentro de las muchas áreas de la Medicina Preventiva, destaca de manera muy importante la instrumentación de esquemas de vacunación. De hecho la vacunación por si misma ha sido considerada el pilar de la Medicina Preventiva.
En el caso de los establos lecheros, el establecimiento de calendarios de vacunación conlleva considerar la situación sanitaria no sólo del hato sino del ambiente, del área geográfica, y de las condiciones de comercialización de animales e insumos, entre otras. Es decir se tiene que evaluar el riesgo de presentación, grado de afectación y contagio de las enfermedades que son prevenibles por vacunación.
Por lo tanto es fundamental conocer las enfermedades prevalente o presentes en la zona donde está ubicada la unidad de producción, así como el peligro que representa para ella.
Lo siguiente que hay que saber es cuales es la disponibilidad de las vacunas relacionadas con esas enfermedades, y las características de las mismas. Tipo de producto, garantía de calidad, contenido de masa antigénica mínima indispensable, recomendaciones de aplicación, tipo de respuesta esperada, información técnica sobre el momento oportuno para aplicarla, reacciones adversas posibles y finalmente costo (¡Si, finalmente!, debemos ponderar la salud, el beneficio inmediato y posterior a obtener con la aplicación de un biológico, más que lo "cara" que está la vacuna).
Un punto que personalmente considero básico es si la vacuna contiene la cantidad óptima de masa antigénica (esto es el agente que queremos prevenir y/o controlar, que está modificado para que no cause efectos dañinos en los animales) que garantice una respuesta eficaz, eficiente y efectiva. Lamentablemente en el mercado existen productos que no siempre pueden garantizar que su producto, a pesar de un manejo razonablemente correcto en campo, produzca la inmunidad deseada porque es lanzado al mercado con una cantidad mínima de masa antigénica (y eventualmente esto se ve reflejado en los precios).
En el caso de vacunas para prevenir enfermedades de origen viral mucho se discute el uso de virus "vivo" contra virus "muerto", esto dependerá de la enfermedad en sí, del momento a vacunar, edad de los animales y si la enfermedad está presente y activa en la unidad. De manera general se prefieren los virus activos, porque generan una respuesta más rápida.
En el caso de biológicos destinados a prevenir enfermedades de origen bacteriano, hay que considerar si se trata de una bacterina (suspensión de bacterias muertas) o de una "vacuna" viva. Si la cepa o serovariedad es acorde con la bacteria presente en la unidad o en la región (esto es particularmente importante en leptospirosis), o se obtiene inmunidad cruzada, es decir que una cepa protege contra otras no necesariamente coincidentes (como en el caso de la brucelosis en las que las vacunas elaboradas con Brucella abortus, también previenen contra B. melitensis y viceversa)
Con respecto al momento en el que se inicia un programa de vacunación mucho se ha cuestionado la edad a la que está madura una cría para recibir una vacuna, asimismo se cuestiona si la becerra, que obtuvo cierto nivel de inmunidad (o protección) gracias al calostro que le fue proporcionado durante las primeras horas de vida, no "bloqueará" la respuesta esperada por esa vacuna. Si bien ambos cuestionamientos tienen un principio sustentado, lo cierto es que en la práctica se ha comprobado lo que algunos investigadores han publicado relativo a que las becerras están aptas para generar una respuesta antigénica e inmunogénica a partir de la administración de un biológico. Sin embargo es cierto que hay que hacerlo tomando en cuenta la fisiología de la cría, sin forzar respuestas y manejando profesionalmente su calendario de vacunación. Pero es muy importante resaltar que no hay ningún programa de vacunación en la etapa de crianza, que sustituya al efecto protector del calostro de buena calidad proporcionado a la becerra durante las primeras horas de vida. Seguramente en esta columna se abordará con detalle este tema posteriormente.
Una pregunta que surge muy a menudo es "¿cada cuánto tiempo tengo que vacunar?", y aquí es fundamental que el Médico Responsable conozca el mecanismo por el cual confiere inmunidad el producto utilizado. Si estamos esperando generar una respuesta sólo de anticuerpos, evidentemente la respuesta será menos duradera, y requerirá un refuerzo o "booster", o bien si se rebasa el nivel manejable de infección con las vacunas; mientras tanto si lo que estamos buscando es estimular células de memoria que produzcan anticuerpos específicos cada vez que existe un desafío antigénico natural de campo, evidentemente la duración de la inmunidad será mucho más larga.
En fin, como puede ver son varios factores que determinan el establecimiento de un programa calendarizado de vacunación. Cada hato es diferente y por lo tanto su realidad. Por ello, en cada unidad debe establecerse un plan profesional de Medicina Preventiva en la que el Médico Veterinario Especialista es el único profesional que puede darle la mejor asesoría.
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