Llaman Antropoceno, a la "Edad de los Humanos", que da por terminada la conocida hasta ahora como el Holoceno, última del período cuaternario de la era cenozoica, que sigue al pleistoceno y se extiende desde hace unos 10 000 años hasta la actualidad.
La afirmación declaratoria del "Cambio de Era" la hizo Colin Waters, del British Geological Survey y secretario del Grupo de Trabajo Antropoceno -AWG, por sus siglas en inglés- durante la presentación de su informe, en el trigésimo quinto Congreso Internacional de Geología, efectuado en Sudáfrica, en el año 2016.
El tiempo ha sido una de las preocupaciones del ser humano; es contado utilizando diferentes medidas, siempre constante, entendiéndose como un proceso que se repite de una manera idéntica e indefinidamente. Para nosotros, la unidad de tiempo seleccionada es el segundo, éste último se define como la 86,400ava parte del día solar medio.
Para llegar a ello, debimos pasar por diferentes estimaciones de medida y medios para hacerlo:
La más elemental, fue la observación repetida de la salida del sol y su recorrer por el cielo; El hombre de las cavernas pudo observar las sombras que genera el astro y encontrar una forma de marcarlas creando así la más elemental medida de tiempo; de ese principio simple, se crearon los famosos relojes solares, muy exactos por cierto, aunque en días nublados o por la noche no funcionaran.
Luego, los humanos utilizaron envases de vidrio en los que se metía agua o arena (los llamaban clepsidras) y algunos estaban graduados en unidades de medida, lo que les permitía definir el tiempo consumido a lo largo del día. A partir de entonces, como gran novedad, podían contabilizarse las horas consumidas durante la noche. El gran inconveniente era la necesidad de permanecer pendientes de la caída del último grano de arena o gota de agua, para volver de cabeza el recipiente y reiniciar el conteo.
Luego llegó el reloj mecánico, con complicados mecanismos de engranes engarzados, que marcaban las horas del día, a los que había de dárseles cuerda una vez al día. Ahora, el hombre con su vanidad, dejaba volar a la imaginación y crear relojes en pedestales, incrustados en figurillas de diferentes tamaños, materiales y temas, hasta llegar a la "joya" que tiene un valor estimado por su belleza, metales o piedras preciosas, olvidando el fin último para lo que fue creado: la medición con exactitud del tiempo transcurrido.
Miniaturizarlo tampoco fue problema y si consecuencia de la inventiva humana -incluya la vanidad, particularmente la femenina-, hasta poder colgarlo del cuello, usando un broche, del vestido o una cadena -oro o plata-, embolsándolo y por último atarlo a la muñeca de la mano.
Claro que de nuevo apareció la competencia en formas, materiales y costos, con marcas consideradas de prestigio -de ricos- y otras de combate -de pobres-. ¿Usted cuáles y cuantos ha utilizado a lo largo de su vida?
De los relojes de cuerda pasamos a los automáticos, con ingeniosos mecanismos de balines y luego los eléctricos, con pilas de diferentes composiciones químicas y calidad.
En el trayecto de la historia del reloj, habrá que incluir al sistema despertador, con sonidos de campana, timbre, melodiosos y de zumbido, últimamente luminosos.
A mediados del siglo anterior, aparecieron los primeros denominados "atómicos" y después de ellos los marcadores de milisegundos, latidos del corazón, distancias recorridas, temperatura y hasta estados de ánimo.
Pero los humanos no tenemos fin en nuestra creatividad y vanidad para crear joyas y medir el tiempo con ellas, que tienen su más pequeña medida práctica en el segundo, que "es la duracio→ n de 9,192,631,770 oscilaciones de radiacio→ n emitida en la transicio→ n entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isotopo 133 del átomo de Cesio, a una temperatura de 0 K". Desde luego que tal información no tiene ninguna aplicación práctica para nosotros y en lo personal no la entiendo, pero no resistí la tentación de escribírselo (ja-ja-ja).
De fondo, medir el tiempo de los humanos (cronos) tiene importancia para el trabajo, medir distancias y definir esperas, pero también sirve para esclavizarnos y hasta volvernos personajes compulsivos. Nada tiene que ver con el tiempo de Dios -Kayros- que en realidad no existe, porque Él, simplemente Es y no se rige por medidas humanas, como el tiempo.
De cualquier forma, la humanidad es ahora un año más vieja y desgraciadamente menos sabia -de saborear la vida- aunque mayormente tecnificada.
En lo personal, cando veo la forma de vivir de todos nosotros en este mundo posmoderno, no estoy seguro si somos más civilizados o salvajemente tecnificados.
Finalmente, es una buena razón para festejar la vida, en nuestra diminuta dimensión del ser y le deseo lo mejor para usted y sus cercanos, en éste año 2017 que ya empieza. Muchas felicidades.
ydarwich@ual.mx