EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Apatía

Diálogo

YAMIL DARWICH

Empiezo el primer Diálogo de 2016 con la definición de apatía: Estado de desinterés y falta de motivación o entusiasmo en que se encuentra una persona y que comporta indiferencia ante cualquier estímulo externo.

En lo personal, es una falla con el compromiso hacia nosotros mismos; en lo social, irresponsabilidad grave que lleva a mayores perjuicios. Es una enfermedad del espíritu y de la comunidad, difícil de tratar, contagiosa, progresiva y grave, que lleva a las personas a la muerte o la extinción de pueblos con sus culturas.

Ahora le recuerdo algunas notas de los medios de comunicación, de los últimos días del años anterior:

La declaración del titular de la Secretaría de la Función Pública Virgilio Andrade: "La Casa Blanca es un Caso Cerrado". Simple y claro.

Carlos Ahumada -aquel argentino anterior dueño del Santos Laguna, que por poco lo envía a primera división A- por orden de un juez logra descongelar sus cuentas bancarias; en tanto, Rosario Robles, la otra protagonista del sonado escándalo, forma parte del Gabinete del Estado Mexicano.

Sentencian a Reynoso Femat, exgobernador de Aguascalientes, a dos años y tres meses de prisión por el delito de peculado, además de un año de inhabilitación para desempeñar un cargo público. Esa sentencia permite libertad bajo fianza y en el peor de los casos una pena administrativa.

El endeudamiento de estados federales y municipios es escandaloso, entre ellos el de Coahuila, que crece por el costo del interése bancario. Hasta la fecha no hay aclaración satisfactoria y mucho menos culpables a quienes pedirles reparación -en lo posible- de daños.

En Ficrea, con renuncias se resolvió el desfalco. Nosotros: a pagar.

Las repetidas advertencias de que 2016 será un año difícil, habiéndose autorizado un risible incremento a los salarios mínimos, excepción hecha de diputados federales que se sirven con "la cuchara grande", asignándose prestaciones escandalosas, entre ellas aguinaldos de seis cifras.

Esos son algunas citas de las muchas ofensas que recibimos los mexicanos por parte de los responsables de administrar al país. Y nosotros continuamos apáticos.

Si definiéramos nuestra condición de salud en términos médicos, diríamos que estamos invadidos por una parasitosis que avanza sin encontrar tratamiento para combatirla y que, siendo grave, amenaza la vida de los integrantes del Estado Mexicano.

Ahora le pido que recordemos la diferencia -de nuevo acudiendo al diccionario- entre el político y el politiquero:

Político: "(persona) que se dedica a la política, interviniendo o aspirando a intervenir en el gobierno de un Estado, comunidad o municipio". Siempre buscando cumplir con su función orientada al bien común.

Politiquero: (persona) que se dedica a la politiquería.

Como no me quedó clara la definición busqué mayor información, encontrando la opinión de Rodrigo Borja en su "Diccionario de la Política"; el dice: "Politiquería es la degeneración de la política. Es la pequeña y mezquina política. Si ésta tiene una misión noble de consagración al interés nacional y de servicio a los demás, la politiquería es el aprovechamiento egoísta del poder o de la posición pública para fines de simple vanidad o enriquecimiento".

"La politiquería carece de grandeza, de proyección histórica, de perspectivas ideológicas. Se desenvuelve en medio de la maquinación ruin, la vulgaridad, el mimetismo, el transfugio, la ausencia de ideas y la carencia de ideales. Allí agota su acción el politiquero".

"El altruismo de la política es suplantado por el egoísmo de la politiquería, la perspectiva histórica por la visión inmediatista de las cosas, la noble misión de servicio a la colectividad por el aprovechamiento personal. Con menguadas metas, la politiquería se desarrolla en medio de intrigas, maniobras y bajezas. La impreparación y el oportunismo de sus protagonistas".

Ahora le pido un momento de reflexión y traiga a su memoria a tres políticos que se distingan por su acatamiento a la definición y alta misión de la función.

El tratamiento de nuestra enfermedad es fácil definir y difícil de cumplir, ya que requiere del paciente la incondicional atención y cumplimiento de las indicaciones para su curación, lo que nos lleva al pronóstico médico de "reservado", elegante manera de "lavarnos las manos".

Recétese y prescríbase, -anotarían los más viejos que aún indicaban fórmulas magistrales-: Participar activamente, comprometidos con en la vida democrática de México, haciendo valer los derechos en el momento del voto; exigir a nuestros elegidos que cumplan con su función y que con sobrada transparencia nos informes de sus gestiones y resultados.

Para lo anterior, indíquese la dedicación y observancia al cumplimiento de lo indicado a través de la participación en organizaciones sociales, llámense Organizaciones No Gubernamentales (ONG)., Clubes de Servicio, Colegios Profesionales y otros de la misma categoría.

Acepte cumplir con la receta; toda medicina que cura es amarga y no es magia. Los enfermos somos nosotros. ¿Le parece un buen propósito de año nuevo?

ydarwich@ual.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Diálogo

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1185805

elsiglo.mx