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Arte de seducir

Opinión - Jaque mate

Arte de seducir

Arte de seducir

Sergio Sarmiento

A veces se nos olvida expresar nuestros sentimientos. Otras veces nos da vergüenza. Pensamos que llegar a casa con flores o chocolates nos hace ver ridículos. No nos animamos a dedicar tiempo a conversar o seducir a nuestra pareja. Esas cosas son, pensamos, para aquellos que apenas empiezan una relación.

Y es verdad. El inicio de una relación impulsa al hombre y a la mujer a poner todo de sí. Es un instinto natural que tenemos desde las épocas más antiguas. En el remoto pasado no había tiempo que perder. La supervivencia del género humano dependía de la capacidad de seducir a alguien que nos permitiera reproducirnos antes de ser aplastados por un mamut enfurecido.

Nuestros cuerpos están hechos para responder al enamoramiento con gran vehemencia. La atracción física de un hombre y una mujer al iniciar una relación es enorme. No hay barreras que alguien pueda interponer entre los dos nuevos amantes. Esto lo aprendieron los Capuleto y los Montesco, que en la clásica obra de Shakespeare hicieron todo lo posible por evitar el amor de Romeo y Julieta.

El problema es que nuestra misma naturaleza reacciona de forma diferente cuando la pareja tiene hijos. La intensidad de la atracción disminuye. El varón se siente atraído a otras mujeres en un intento de la naturaleza por llevarlo a repartir su semilla y multiplicar sus oportunidades de pasar su ADN a otras generaciones. Todos somos descendientes de hombres que lograron repartir su simiente de la manera más amplia posible.

Pero todos somos también descendientes de mujeres que lograron cuidar a sus críos el tiempo suficiente para que llegaran a ser adultos y pudieran a la vez reproducirse. Por eso es también importante ese amor maduro que se genera en una pareja para el cuidado de los hijos.

La civilización ha cambiado muchas de las formas que tenemos de vivir y reaccionar. Pero no olvidemos que el tiempo que hemos vivido en comunidades es relativamente corto. Apenas hace 10 mil años empezamos a residir en aldeas con agricultura en lugar de perseguir a los animales de caza y a las mujeres que se cruzaban en nuestro camino. No es un tiempo suficiente para despojarnos de los códigos genéticos acumulados en más de un millón de años de humanidad y en miles de millones de años de evolución a través de distintas especies.

Pero, ¿a qué viene toda esta disquisición en el momento en que queremos decidir si vale la pena comprar ese ramo de flores, que en esta época se vende a un precio de extorsión, o los chocolates para nuestra pareja? Viene a recordarnos que tenemos un instinto que nos impulsa a seducir y a dejarnos seducir, y que este instinto no lo debemos olvidar ni siquiera después de 25 años de matrimonio.

El enamoramiento es por naturaleza breve e intenso, mientras que el amor es prolongado y moderado. Pero el mismo amor de la relación estable puede nutrirse de las explosiones de enamoramiento. Lo peor que le podemos hacer a un amor prolongado es dejarlo morir de falta de atención, como una planta que no recibe riego ni cuidados.

Las estadísticas nos dicen que el día de mayor actividad de los moteles es el 14 de febrero. En muchos casos quienes deciden ir a un motel no tienen una casa compartida en que puedan dedicar el tiempo a las gratas actividades amorosas. Muchos tienen otras parejas, en relaciones olvidadas o descuidadas.

Pero las cosas no tienen que ser así. Sí es posible reencender la llama del amor. Sólo hay que tomar la iniciativa. Las flores o los chocolates son el primer paso, la cena especial o la seducción inusitada vienen después. La escapada al motel puede ser una buena idea, aunque sea con esa pareja que nos ha acompañado durante años.

Twitter: @SergioSarmiento

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