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Artemio, taller de pintura, hasta el límite de la imaginación

Entre lienzos, pinceles y caballetes

Foto: Notimex

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Claudia Pacheco Ocampo

Crear un rostro o un paisaje nunca fue tan fácil como en Artemio, taller de arte en el que cualquiera que asegure carecer de talento para la pintura, logra plasmar hasta el diseño más complicado que su imaginación le dicte.

Hay quienes en la vida han tocado un pincel, pero después de tres horas salen con una obra única en sus manos, digna de colgarse en la pared de su casa, o como regalo especial para aquel ser querido.

Artemio es una composición de palabras, significa “Arte mío”, y el concepto está inspirado en un sitio llamado “Art jams”, propuesta de entretenimiento que se concentra en Washington DC.

En Vancouver, Canadá, y Los Ángeles, California, también lo promueven y ahora habita en el corazón de la colonia Roma, de la Ciudad de México.

La idea es simple, pero interesante. Se esconde detrás de una cafetería entre murales, caballetes y música ambiental. Ahí yacen las obras de quienes pintan como terapia de relajación, como una opción de esparcimiento, por curiosidad o con el propósito de convertirse en verdaderos expertos.

“Más que un lugar de arte para artistas, es un lugar de bienestar y diversión para cualquier persona. Han venido desde niños, hasta parejas de novios, oficinistas, grupo de amigas y gente que siempre busca lo alternativo”, resaltó Michelle Fridman, quien es fundadora de Artemio.

Hace dos meses, el taller abrió sus puertas y desde entonces, jóvenes y adultos se han dado cita para pintar mientras disfrutan una cerveza, una copa de vino, una taza de café chemex, prensa francesa o preparados con la base de “cold brew”, entre otras bebidas que les inspiren.

Bárbara García es la encargada de proporcionar el delantal, el caballete, el lienzo, los pinceles, pinturas y trapos para comenzar a pintar la imagen que cada quien lleve o la que se le ocurra al momento.

El costo de los lienzos en estilo libre es desde 220 hasta 500 pesos con todo el material incluido. Las clases de tres horas son desde 450 hasta 800 pesos. Las técnicas para pintar son tres: acuarela, acrílico y óleo mediante cuatro opciones:

La primera es el “Freestyle”, en la que se invita a cualquier persona a comprar su lienzo, tomar sus pinceles, pinturas y echar a volar la imaginación. La segunda es “Pintura Guiada” con el apoyo de un profesor.

Las “Clases Temáticas” (Star Wars y dibujos animados) son el siguiente punto y, finalmente, los “Eventos especiales” que proponen rentar el lugar y su concepto para una fiesta infantil, despedidas de solteras, pedidas de mano o eventos corporativos.

“Si te equivocas al pintar, no pasa nada porque la pintura no tiene errores, todo se puede corregir y el profesor siempre estará dispuesto a ayudarte”, comentó Bárbara García en entrevista.

Artemio invita a desconectarse del mundo, a olvidar los problemas de casa o de la oficina y fugarse a un espacio de fantasía entre los colores que sobresalen en sus murales.

Uno de ellos, es réplica de una pieza del muro de Berlín y otros son parte del concepto “street art” que en México va creciendo. En una pared se observa a un señor con cara de molestia cubriéndose de la lluvia con un paraguas, mientras que un niño disfruta mojarse. En el otro, yace un hombre despintando la calle y es similar a una que se encuentra en Londres.

“Quienes se atreven a entrar, prometen estar un rato y terminan quedándose tres o cuatro horas pidiendo un lienzo más. No se trata de pintar porque sí, básicamente es un asunto terapéutico. A algunos les quedan cuadros súper padres, a otros no, pero lo cierto es que todos se divierten”, destacó Michelle Fridman.

Artemio es un lugar fresco, tiene una capacidad para recibir a 30 personas, incluso acompañados de sus mascotas. Hay casilleros para guardar las pertenencias de cada visitante.

“Hay quienes han pintado a su perro mientras este les modela. Hay quienes llegan con preocupaciones, muy estresados y al llegar aquí sacan lo que traen y terminan con una grata sensación.

“Una vez vino una niña con capacidades especiales. Comenzó muy callada y después dio unas pinceladas tan fantásticas que ya hasta quería pintar todos los lienzos. Al final me escribió unas cartas de agradecimiento y qué mejor regalo de su visita. Se fue feliz y ese es el objetivo de Artemio, que todos salgan felices de aquí”, destacó.

Para finalizar la experiencia, Artemio propone a sus visitantes pintarse la mano con acrílico y plasmar la huella como recuerdo en una de sus paredes. Como parte de sus próximos proyectos, se propondrán al público clases de desnudos y grafitti.

Asimismo, Michelle Fridman planea abrir más sucursales en la ciudad y quizá en Guadalajara, Querétaro y San Miguel de Allende, en Guanajuato.

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