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Automóviles y planeación nacional

JULIO FAESLER

Nuestra industria automotriz contribuye el 3.6% del PIB nacional y ocupa a 530 mil trabajadores. En 2015 México fue el séptimo productor mundial de automóviles de pasajeros después de China , Japón, Alemania, Estados Unidos, Corea, India, España y Brasil. La producción mundial de 79 millones de vehículos en 2015 ocupó a 12 millones de empleos en el mundo.

Con plantas en Aguascalientes, Estado de México, Morelos, Puebla, Chihuahua, Coahuila, Jalisco, Sonora, Nuevo León, entre otros. Se calcula que 3,'2 será la producción total de vehículos en México para llegar a 4'7 en 2020.

Tras de exportar más de dos terceras partes de nuestra producción a todo el mundo, principalmente a Estados Unidos, el resto se queda en México. Este simple hecho demuestra el rápido ascenso de escala social de la población y de su poder de compra. Por estar ocupado en promover la inversión extranjera en este sector, las autoridades no le han dado la debida importancia a sus repercusiones.

Nadie, obviamente, tendría ni la autoridad ni la intención de limitar la venta de automóviles como si viviésemos sujetos a un arcaico régimen socialista donde sólo estaban autorizados a comprar un vehículo aquellos que comprobaran su función social. Es obvio el que se osase a limitar la producción de vehículos provocaría el despido de cientos de miles de trabajadores de la industria mexicana.

A la Ciudad de México le ha ganado la demografía. La falta de todo tipo de servicios urbanos desde el agua potable y el drenaje, hasta la seguridad más elemental en las calles y los servicios de transporte público urbano como toda gran ciudad debe ofrecer. Por su parte, el crecimiento inusitado de los vehículos de todo tipo que convergen en la ciudad ha producido el insospechado congestionamiento que se padece.

Frente a esta situación la industria automotriz no deja de bombardear con su obsesiva publicidad, ofreciendo todas las facilidades posibles con tal de vender más vehículos. Desde luego, las grandes armadoras de carros extranjeras instaladas en nuestro país, no consideran las realidades de un tráfico de 5 millones de vehículos que acaban cuajando la circulación a veces por horas enteras. Para atender la situación, el gobierno capitalino agrupó todas las aristas del problema bajo el novedoso membrete de "movilidad", creando la Secretaría respectiva.

La falta de planeación urbana, faceta de la corrupción institucionalizada desde hace años, es el por qué la ciudad acabó siendo víctima de sus mismos promotores de edificios que ocasionan el exceso de tránsito en las zonas donde se encuentran. Aunado a lo anterior, la carencia de un transporte público debidamente integrado, ampliado y renovando al que ya existe, deja a la mayoría de los habitantes de la capital a invertir horas enteras de su día en trasladarse a su trabajo.

Los hechos, empero, están a la vista. El congestionamiento de las calles y de las vías principales origina las dispendiosas pérdidas de tiempo trabajo, gasolina, y ahora, más conscientes de ello, de contaminantes que agreden la salud de todos los citadinos sin excepción.

El tema se extiende para tocar el de los polos de desarrollo en el país de los que hemos hablado repetidamente como urgente necesidad y que son, en último término, la única solución válida para realizar la capacidad de desarrollo regional del país, descentralizando las actividades en múltiples polos socioeconómicos.

Hay que prevenir, pues, a todas aquellas ciudades que están en crecimiento que no caigan en la situación en que ya se encuentra la Capital de la República por falta de una debida planeación y reglamentaciones sistemáticamente aplicadas que aseguren el aprovechamiento racional de los recursos que disponen. Es imprescindible que la función de las presidencias municipales no caigan en la corrupción endémica que ha torpedeado desde siempre el progreso nacional.

Es curioso que la gran producción de automóviles que distingue mundialmente a México, debiendo constituir un factor de prosperidad, se haya convertido, por falta de la debida planeación, en el monstruoso problema que aqueja a los millones de habitantes del Valle de México. Los únicos beneficiados han resultado ser las armadoras, las agencias de automóviles y las financieras. La solución del problema es una vez más, una estrategia de creación de múltiples polos de desarrollo distribuidos por toda la República.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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