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Autoría del triunfo

FEDERICO REYES HEROLES

Es sabido que la derrota es huérfana y la victoria tiene demasiados padres. Esa es la condición humana, reconocerse para festejar y negar los tropiezos. Pero entonces, qué nos ocurre a los mexicanos, gozamos nuestras desgracias comunes y negamos los triunfos colectivos.

Difícil decir cuánto tiempo llevó la lucha. Décadas. La simple mención de la palabra era anatema para las buenas conciencias. La marihuana viene de un submundo, de la clandestinidad a la que fue llevada por esa silente capacidad inhibidora de la sociedad mexicana. No hablar de los temas es una fantástica estrategia de contención. Por fortuna el mundo fue cambiando, la legalización de su uso para fines medicinales y recreativos es, desde hace años, una realidad en varios países. Pero no fue sino hasta que nuestro vecino del norte decidió y tuvo que montarse en la nueva ola de despenalización y legalización, que dio inicio la batalla final.

El absurdo ayudó: México defendiendo una política prohibicionista y persecutoria cuando en Estados Unidos ya funciona una universidad de la marihuana. Allá andan en la búsqueda de productividad y calidad, la ven como un producto más. Mientras tanto nosotros seguimos dejando muchas vidas humanas en la destrucción de los plantíos. Afuera se habla de las bondades del producto y aquí Grace estaba en desgracia. Esa coyuntura fue la gran oportunidad para que agrupaciones ciudadanas y personajes del mundo académico e intelectual emprendieran la batalla final. Cuatro arrojados ciudadanos concibieron un litigio estratégico para obligar a que el Pleno de la SCJN tuviera que pronunciarse. El debate fue apasionante y por fortuna ganaron.

El gobierno mexicano quedó contra la pared. Y así, por más declaraciones a título personal del propio Peña Nieto -que no dejaban de ser una imprudente señal indicativa de su sentir- la discusión tuvo que ser reconocida. Es curioso como en México los "foros" dan vida oficial a discusiones ya instaladas en la sociedad que gozan de cabal salud. No deja de haber en esa actitud algo de esquizofrenia estatista y autoritaria. Permíteme organizarte para que así existas. Pero, con todo y foros, la gestión no quería dar su brazo a torcer. Hace apenas tres semanas la nota de alarma era que el presidente no asistiría a la sesión especial en Naciones Unidas a la cual México había convocado. La exhibición de contradicciones y quizá la presión de los otros convocantes obligaron a la rectificación.

De pronto todo da un vuelco asombroso. La palabra maldita, marihuana, es pronunciada reiteradamente desde la tribuna de Naciones Unidas. México critica el prohibicionismo por anacrónico e ineficaz y en su lugar propone un decálogo. Viene al gran viraje del gobierno mexicano, asunto de salud pública, no criminalizar, revisión de penas ridículas. El complemento se dará en México: adelante a usos medicinales y científicos; adelante con los fines recreativos liberalizando la posesión y, por ende, excarcelación de miles de mexicanos presos por llevar más de 5 gramos. Inevitable hablar de siembra, cultivo y venta. Va iniciativa al Senado. Por donde se le vea es un triunfo de la sociedad. Pero justo en ese momento surge nuestro síndrome de autodestrucción.

Que si las medidas no son de la convicción íntima de Peña Nieto. Ya lo sabíamos, más meritorio aún, pues se logró a pesar de ella. Que la propuesta es light, se pudo haber ido más allá. Pero si la discusión en el Legislativo apenas comienza, quitémosle lo light. Por más que nos quejemos del Legislativo, en ese espacio hay pluralidad. Que Fernando Belaunzarán y Roberto Gil coincidan en la apertura es una buena señal. Que si se desperdició una espléndida oportunidad para una regulación en la que México destaque como productor de calidad. La puerta a las propuestas está abierta y sería fantástico que pasáramos de la miope persecución a la producción organizada. Si podemos exportar aeropartes, pantallas planas y automóviles de lujo, no veo por qué no exportar marihuana. El clima nos beneficia, como con las beeries y el aguacate.

Estos deberían ser días de fiesta, el viraje, la propuesta legislativa y lo que de allí derive son el resultado de una sociedad más abierta y plural, más tolerante, con mecanismos de participación que están funcionando. No nos ahoguemos con la figura de Peña Nieto, aunque tuvo el acierto de corregir. Osorio Chong leyó los tiempos. Pero el verdadero triunfo es de los muchos mexicanos que, durante décadas, lucharon por la apertura. De la detención de alrededor de 114 conciudadanos diariamente por consumo o posesión pasaremos a la liberación de miles injustamente presos. Es un cambio histórico, aunque los propios autores no puedan reconocerlo.

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Escrito en: Federico Reyes Heroles

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