Brasil de fiesta, en medio de problemas
En medio de serios problemas económicos, políticos y sociales por los que atraviesa Brasil, hoy inician los XXXI Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, los primeros que se celebran en Sudamérica.
La máxima fiesta deportiva del verano estará enmarcada por un proceso de juicio político que se le sigue a la presidenta brasileña Dilma Rousseff, actualmente suspendida de sus funciones, y por acusaciones contra el interino, Micuel Temer.
Ni la concentración del país en la cita mundial impidió ayer que la crisis política diera un nuevo paso con una decisión que dejó a Rousseff al borde de su definitiva destitución.
La comisión del Senado encargada del juicio preliminar contra la presidenta suspendida aprobó por 14 votos a favor y 5 contra un informe que acusa a Rousseff de haber "atentado contra la Constitución" por su responsabilidad en diversas irregularidades en la gestión de presupuestos.
A lo anterior hay que sumar los temores por la propagación del mosquito transmisor del zika, las amenazas de protestas contra Temer y contra la propia justa deportiva, la violencia que golpea a la ciudad, que ha sido blindada con una fuerza policiaca sin precedentes y, sobre todo, problemas económicos.
El estado de Río de Janerio recibe la Olimpiada con un salvavidas en su presupuesto económico. La administración federal le dio a Río de Janeiro 900 millones de dólares luego de que Francisco Dornelles, gobernador en ejercicio, decretó en junio la emergencia económica y definió un "estado de calamidad pública".
La entidad está quebrada a causa de la baja del precio del petróleo y del endeudamiento gigantesco al que se sometió en los últimos años. La economía brasileña, atada a la de China, cayó 3.8 % en 2015 y se espera que retroceda 3.3 % este año. Hay un 11.3 % de desempleo, lo que en Brasil es una cifra récord: 5 millones de personas perdieron su trabajo entre 2014 y 2016.