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Brizio en la Copa América

LA FARSA Y LA COMEDIA

ARTURO BRIZIO CARTER

Ya tenemos dos semifinalistas en la Copa América Centenario y son los representativos de Estados Unidos y de Colombia. Los gringos dejaron en el camino a un gris cuadro ecuatoriano y los cafetaleros vencieron, en dramática serie de penales, a un durísimo cuadro del Perú.

El partido se jugó al ritmo del silbato del árbitro argentino Patricio Loustau. ¡Qué bárbaros!, cada jugada era una falta, un jalón, una zancadilla, un tropezón y acto seguido, el drama de fingir algo mayor a lo que había en realidad sucedido. De absoluta flojera.

La virilidad que debe acompañar al bien llamado "juego del hombre" queda en entredicho cuando el antideportivismo sale a relucir. Créame que perdí la cuenta de las veces que ingresaron los servicios médicos a echarle agua bendita al supuesto lesionado, quien inmediatamente regresaba corriendo como un gamo.

Por supuesto que salió a relucir la experiencia del silbante pampero, acostumbrado a dirigir en un futbol donde el truco y la viveza son pan de cada día. El juego lo miré por televisión con mi amigo Jorge Pietrasanta y me preguntó: ¿Con qué palabra definirías a este juez? "Canchero", contesté inmediatamente.

Este muchacho, como mi hermano Eduardo y un servidor es hijo de árbitro. Su padre Juan Carlos, fue mundialista en Italia 90 y compartió conmigo en un torneo sudamericano jugado en Buenos Aires. Grandote, muy parecido a César Luis Menotti, era un arbitrazo amén de muy buena persona.

Pues seguramente el joven Loustau pensó, si quieren que yo sea el protagonista, me voy a aventar un concierto de pitazos y así lo hizo. Los encargados de las estadísticas en este torneo se deben de haber vuelto locos llevando la numeralia de las faltas, sin embargo, el saldo disciplinario fue casi blanco: Una tarjeta amarilla por equipo se antoja demasiado poco para lo que sucedió en la cancha.

Además, desde que faltaban diez minutos todos parecían estar de acuerdo en dirimir la controversia deportiva por la vía de los penales. El meta colombiano David Ospina realizó un lance de milagrería en las postrimerías del encuentro para mandar todo al drama de la definición desde los once metros.

Demasiado premio para tan poco espectáculo, pero fue lo mejor que nos pudo pasar a los aficionados. Para bien o mal, ese ratito fue lo único emocionante que tuvo una tarde donde asistimos al sepelio del buen futbol. Colombia fue más certero y Perú se fue con tristeza, pero haciendo más de lo que los expertos dictaminaban.

Ahora los gabachos esperan al vencedor de Argentina contra Venezuela y Colombia enfrentará a México. (Esto último es un deseo, pues escribo esta colaboración de camino al estadio en Santa Clara para enfrentar a Chile). Nos leemos mañana.

Nota: Feliz Día del Padre para quienes tengan la dicha de serlo. Los que todavía lo tengan, apapáchenlo y bésenlo. No saben lo triste que es esa pérdida. Un abrazo.

Apbcarter_1@hotmail.com

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