Corría el mes de junio de 1993 cuando arribamos a Montevideo, Uruguay, para participar en la Copa América. En el caso de un servidor era la segunda participación, ya que había estado en la edición anterior jugada en el Ecuador.
Fuimos asignados a la ciudad de Paysandú, que hace frontera con Argentina, un lugar muy pequeño, pero con gente súperamable y donde comíamos como jefes en un lugar de espadas con carne de primera, pollo, pescado y toda clase de ensaladas.
El partido que me tocó arbitrar fue precisamente el que ahora será la gran final, nada más que en la etapa de grupos: Argentina vs Chile.
La albiceleste masacró a la roja al son de 4 goles por 0 y avanzó a la siguiente ronda, en la que fue eliminada por Brasil mediante un gol con la mano.
Esto ya lo he platicado con usted. El error fue tan grave y de tanta trascendencia que motivó la obvia salida del árbitro de ese encuentro, mi querido amigo Alberto Tejada de Perú, pero también la federación argentina retiró, como señal de protesta, a su juez, el extraordinario silbante Alberto Castrilli.
De esa manera, al contar con experiencia mundialista, me perfilé para dirigir la gran final entre el anfitrión Uruguay y el "scrath du ouro" a celebrarse en el estadio "Centenario" de la hermosa ciudad montevideana.
Independientemente de la calificación del arbitraje, que debo decir sin presunción que fue muy alta, la experiencia resultó maravillosa y marcó uno de los momentos más felices de mi carrera arbitral.
Por ello, deseaba fervientemente que mi amigo, colega y compatriota Roberto García Orozco pudiera hacerlo en esta Copa América Centenario.
Roberto ha tenido un repunte en su carrera arbitral. En el torneo mexicano recuperó la mejor versión del silbante capitalino y en la liguilla arbitró dos juegos bien complicados saliendo bien librado.
Primero pitó el clásico de clásicos de manera excelente y aunque los americanistas sigan dolidos, tuvo un juegazo en el Monterrey contra las Águilas.
Con México eliminado del certamen continental y sus muy competentes actuaciones, se volvió un serio candidato para dirigir la gran final.
Sin embargo, se descorrió el velo del misterio y la designación recayó en el brasileño Heber Lopes, apostando a su gran experiencia. Este hombre fue quién dirigió el México vs Chile, de ingrata memoria para nuestro país, pero al que no se puede recriminar nada.
No le espera una contienda nada sencilla al silbante amazónico. Estos equipos se conocen tan bien que hasta se enfrentaron en l fase de grupos de este torneo. Además, habrá demasiado protagonismo, pique y liderazgo en la cancha en Nueva Jersey, por lo que requerirá echar mano de todo su bagaje.
Roberto García Orozco fungirá como cuarto oficial y debe regresar a México con la satisfacción del deber cumplido.
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