Queridos amigos de Torreón y Ciudad Victoria, se nos termina la Copa América Centenario y deseo desde estas páginas agradecer su lectura y compañía. Para un servidor es como estar allá todos los días, platicando como si estuviéramos frente a un café y charlando de este maravilloso mundo del futbol.
El torneo deja enseñanzas y dudas, algunas de ellas tienen mucho que ver con el balompié nacional y la primera es saber si la decisión de mantener a Juan Carlos Osorio en el timón del barco tricolor. Un hombre que ensaya en la dirección técnica lo que ningún otro entrenador del mundo hace deja pocas certezas de éxito, aunque estoy convencido que calificará sin problemas al próximo Mundial que, al final, es para lo que lo trajeron.
También debería el rotundo fracaso del tricolor, obligar a los federativos a replantear su relación con los futbolistas, especialmente aquellos que están fichados por clubes europeos. Todo en la vida conlleva derechos y obligaciones y parece que al jugador se le olvida esta segunda parte del trato.
Queda la duda si en la próxima edición se repetirá el formato de dieciséis equipos o se volverá al tradicional esquema de los diez cuadros sudamericanos y un par de invitados de los cuales, invariablemente uno será México. Resultó obvio que hay cuadros de la Concacaf, como Haití, que nada tienen que hacer en la justa continental.
También el evento tendrá que ser un baño de humildad para selecciones que arribaron como grandes favoritas y se fueron por la puerta de atrás. Hablo por supuesto de Brasil y Uruguay que no lograron trascender siquiera la fase de grupos.
En el cuadro amazónico ya rodó la cabeza del técnico Dunga, pero tienen enfrente el reto de ganar la medalla de oro en los próximos juegos olímpicos o veremos que Tite, el nuevo adiestrador de la verde-amarelha, durará menos que un suspiro en el banquillo brasileño.
Uruguay presentó un cuadro envejecido, empezando por el profesor Óscar Tabarez, prácticamente inválido. Siguen pensando en el mito de la "garra charrúa" que es una forma elegante de llamarle a meter patadas y agresiones desde el minuto uno y por toda la cancha. La escena de Luis Suárez increpando a su técnico luego de la derrota ante Venezuela los pinta de cuerpo entero.
Un factor a destacar ha sido la impecable organización del certamen. En ese sentido, no hay tache que ponerle a los gabachos que en estos temas se las saben de todas, todas. La seguridad también formó parte importante del éxito del evento.
La Conmebol volverá a llevar el torneo a suelo sudamericano, concretamente a Brasil, aunque jamás van a recaudar el dinero que generó esta edición. Normalmente vemos estadios vacíos salvo donde juega el local. Acá nunca vimos un estadio con menos de la mitad y en algunos casos, el lleno estuvo asegurado.
Apbcarter_1@hotmail.com
