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¿Cambiará la historia un desmayo?

Mirando a fondo

VÍCTOR GONZÁLEZ AVELAR

ENTRADA.- Como nos ilustra la historia de estos últimos cinco días, la política, además de ser veleidosa y llena de intríngulis, también abarca y se ocupa del enorme espectro que representa el tema de la salud en sus diversas áreas.

Junto a las plataformas políticas que publicitan los candidatos y de las propuestas que hacen aquellos sobre la manera y forma de cómo harán para resolver la problemática que sufre una sociedad en determinado espacio y en determinado tiempo, ahora ha surgido un nuevo factor que pocas veces había sido tomado en cuenta por los políticos y la política: la salud de los aspirantes a gobernar.

SOPA.- Este nuevo factor surge ahora con motivo de los problemas de salud que manifestó el pasado 11 de septiembre la candidata demócrata Hillary Clinton.

Los videos repetidos hasta el cansancio por todas las televisoras en el mundo, dieron cuenta de la fragilidad de la naturaleza humana. Nos hizo enfrentarnos con la terrible realidad de que los seres humanos no somos de hierro. Que el funcionamiento de ese complejo y maravilloso organismo de los seres vivos, tienen como todo lo que es vital, momentos de salud, de debilidad y decadencia.

PLATO FUERTE.- El tropiezo, la caída o derrumbe de la candidata demócrata al momento de tratar de abordar su camioneta, nos recordó la fragilidad de todos los seres que habitamos este pequeño pedazo de roca y agua que gira en torno de esa enorme estrella llamada Sol. El incidente nos pone nuevamente de manifiesto que no importa lo poderosa, influyente o rica que sea una persona cuando en unos segundos puede llegar a perderlo todo por un mero problema de salud.

En el caso que nos ocupa, la pérdida de la imagen poderosa y segura de Hillary Clinton se magnifica en razón de la persona de quien se trata, de la actividad que viene realizando y de su aspiración a gobernar a la nación más poderosa del mundo y por ende, llegar a ser la persona más poderosa de este planeta.

El fatal traspié sufrido por Hilary ha sido aprovechado por Donald Trump y no podría haber sido de otra manera. El republicano tratará ahora de poner en duda la capacidad física e intelectual de la candidata demócrata. Con ese motivo ya se han estado publicitando en las redes sociales (cloacas sociales dicen los estudiosos), una serie de insultos y de despropósito que pretenden destrozar a Hillary Clinton.

Como un buitre, el republicano está operando los insultos, mentiras y dudas que están apareciendo en Internet. Todo esto ha sido creado por Trump y su equipo de operadores incrustados en las redes e Internet. Y es que en la "real politic" el olor a sangre es uno de sus mejores condimentos.

No cabe duda que el incidente del 11 de septiembre tendrá malas consecuencias para Hilary Clinton. Un pueblo educado bajo patrones de conducta e íconos tales como Supermán, El Hombre de Acero, Max Man, La Mujer Maravilla, Batman y otra docena de héroes míticos en el imaginario colectivo de los norteamericanos, no existe la más mínima probabilidad de que llegue a votar por un presidente que esté enfermo, se vea débil o que pudiera llegar a enfermarse.

 POSTRE.- Por todo ello podríamos afirmar que el desmayo de la candidata demócrata y su publicitación repetida y machacona en todos los medios en aquel país y en el mundo no ha sido bueno para ella. Si Trump no había podido vencerla con sus locos y desbaratados discursos, ahora tiene un tema mucho más sensible para el electorado norteamericano: la salud de la candidata un tema que explotará y manejará de manera inmisericorde.

Quizá un revire que podría hacer Hillary Clinton en estos momentos difíciles para su campaña electoral, sería que solicitara formalmente a los organismos electorales un examen psiquiátrico sobre el estado y salud mental del hombre del muro, para que de esta manera sepa el electorado la incapacidad psíquica de Trump para gobernar Norteamérica.

 DIGESTIVO.- Ahora el electorado norteamericano tiene esta terrible dicotomía e incertidumbre: votar por una persona que estuvo enferma o votar por un esquizofrénico irracional.

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