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Cambio radical en el liderazgo priista

JESÚS CANTÚ

I a y tuvo la responsabilidad de asegurar la postulación de Peña como candidato tricolor a la Presidencia; pero una vez que lo logró, tuvo que renunciar al puesto cuando los medios de comunicación denunciaron la descomunal deuda que había heredado en Coahuila.

Para acompañarlo durante la campaña y ayudarle a procesar las designaciones a los distintos puestos de elección concurrentes con la elección presidencial, apostó a Pedro Joaquín Coldwell. Una vez que cumplió con su labor, lo invitó a unirse al gabinete donde todavía ocupa la Secretaría de Energía.

Lo reemplazó con César Camacho, su paisano, quien logró recuperar para el tricolor las gubernaturas de Chiapas (en alianza con el PVEM, al que le cedieron la designación del candidato) y Michoacán, en las elecciones del 2013, lo cual hizo que el PRI logrará tener nuevamente 21 gobernadores, después de 14 años de estar por debajo de esa cifra; y, posteriormente, recuperaron la mayoría absoluta (250 diputados) en la Cámara de Diputados (aunque haya sido por la vía de una muy bien tramada ingeniería electoral y no por el voto ciudadano), lo cual habían perdido en 1997. El éxito electoral de Camacho, le valió su designación como coordinador del grupo parlamentario de su partido, en la Cámara de Diputados.

Peña Nieto le dio la oportunidad a Beltrones de que demostrara sus habilidades como operador político, pero el sonorense fracasó rotundamente y las derrotas electorales en 7 estados de la república en las elecciones del 5 de junio pasado, sumada a la que ya había perdido Camacho en el 2015, dejaron al PRI únicamente con 16 gobernadores (considerando como suyo a Manuel Velasco, de Chiapas), la cifra más baja en la historia contemporánea, inclusive por debajo de las 17 que habían tenido de 2002 a 2005, durante la dirigencia de Roberto Madrazo.

Ochoa Reza, no ha contendido por ningún puesto de elección popular, su experiencia en la vida pública se limita a cargos administrativos y sus credenciales son más bien académicas. Se cambia la experiencia por la juventud y la política por la tecnocracia. Contrario a sus antecesores ni siquiera ha competido por un puesto de elección popular.

El 25 de julio del 2015, Peña Nieto, visitó la sede del CEN tricolor para celebrar que habían obtenido la mayoría en la Cámara de Diputados, en un acto que denominaron: "Unidad para continuar la transformación de México" y, en su discurso, expresó la necesidad de "actualizar y reformar a nuestro partido para que siga siendo el partido de la transformación nacional", en lo que muchos interpretaron como un mensaje claro de que el siguiente líder tricolor tendría que ser de una nueva generación. El cambio de generación no se dio en ese momento, pero sí un año después.

Como era lógico, imponer a un joven muy cercano al primer círculo del presidente, hizo que de inmediato se escucharán voces que se quejan de que no cumple los requisitos (particularmente porque no tiene los 10 años mínimos de militancia) o por ser una imposición del mismo grupo que acaba de perder las elecciones. El mismo Ochoa salió al paso del primer reclamo mostrando una credencial priista firmada por Luis Donaldo Colosio, cuando todavía era presidente del CEN tricolor; y la segunda seguramente será ignorada por el presidente y su círculo, especialmente, porque ya lograron el apoyo explícito y público de la CTM y la CNOP.

Sin embargo, el gran reto para Ochoa será la renovación, en junio del próximo año, de las gubernaturas de Coahuila, Estado de México y Nayarit; especialmente la entidad de origen del presidente, por lo que representa en términos de votos, presupuesto e influencia política, así que se vuelve una elección clave y no queda mucho tiempo para implementar una operación política que permita mantener la unidad del tricolor, pues seguramente el proceso de selección del candidato será totalmente cupular, donde el presidente y varios integrantes de su círculo cercano (Luis Videgaray y Alfonso Navarrete Prida, entre los más significativos) tendrán una participación decisiva.

El PRI enfrenta el momento más crítico de su historia, en el que se conjuga el tener el menor porcentaje de preferencia electoral y de gubernaturas a su cargo, y además un presidente que, en las últimas encuestas de opinión pública, logra un nivel de aprobación por debajo del 30% de la población. Una derrota en el Estado de México el próximo año, sería prácticamente el anticipo de una derrota en el 2018; pero un triunfo no es ninguna garantía de que se repetirá el siguiente año. Para Ochoa las únicas opciones son: éxito o fracaso rotundos.

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