Protestas. Cientos de manifestantes a favor y en contra de Dilma Rousseff, se reunieron a las afueras del Parlamento. (AP)
Separados sólo por un bulevar, en la capital de Brasil se levantan dos campamentos de manifestantes con opiniones contrarias que ponen de manifiesto la importante división ideológica del país que se ve reflejada en la Cámara de Diputados, donde los legisladores debaten si la presidenta Dilma Rousseff debe ser llevada a juicio político.
A un lado del emblemático Eixo Monumental de Brasilia, que atraviesa el Centro de la ciudad y desemboca en el Parlamento, varios cientos de críticos han erigido carpas, adornadas con banderas brasileñas. Al fondo se escucha el himno nacional.
Acusan a la presidenta del mal momento económico del país y de los casos de corrupción, que se reflejan en los elevados impuestos y el mal estado de hospitales públicos, escuelas y otros servicios básicos. Alegan que un nuevo inicio con un nuevo presidente es la única esperanza para insuflar aire en una economía que se espera se contraiga alrededor de un 4% este año.
"Queremos un cambio", dijo uno de estos manifestantes, Joao Pedro Netto, una de las personas que han acampado aquí y que apoyan un juicio político. Viajó durante más de 24 horas en autobús para llegar a Brasilia desde su casa en el estado central de Minas Gerais. "Si Brasil sigue así, va a hundirse", insistió.
Al otro lado de la calle, varios miles de partidarios de Rousseff levantaron su propia ciudad improvisada de carpas, donde también duermen en hamacas y se alimentan de arroz y frijoles servidos por voluntarios en cocinas comunitarias. En su mayoría son sindicalistas y activistas.
Complicado
La crisis política se ha prolongado durante meses, pero además:
⇒ Brasil ha tenido que luchar contra un brote del virus del zika.
⇒ El país se prepara además para albergar los Juegos Olímpicos el próximo agosto.