Siglo Nuevo

Carles Codina

Entrevista

Foto: Aída Moya

Foto: Aída Moya

YOHAN URIBE JIMÉNEZ

“Yo en mi escuela ayudo a trabajar el discurso, un elemento que ha perdido la joyería, había trabajado únicamente la calidad; tema que no se debe discutir, pero el simbolismo es un tema que a mí en lo personal me interesa, siempre trato de encaminar a mis alumnos para que sepan cómo dar un mensaje”

Joyero, diseñador, maestro y teórico de la joyería. Carles Codina estudió en la escuela Massana. Su obra como creador, escritor y profesor tiene una importante proyección internacional, especialmente en Europa y América. Ha escrito varios libros de técnicas y conceptos de la joyería y la orfebrería actual. Ha participado de jurado en exposiciones y concursos de joyería, y también ha asesorado a empresas del sector y entidades oficiales. Es maestro de joyería de la Escola Massana desde 1986. Ha realizado gran cantidad de exposiciones tanto individuales como colectivas.

Ingresó a la Escuela Massana en la especialidad de escultura y se sintió atraído por el mundo de la joyería. Estudió joyería entre 1980 y 1986 en la misma escuela. Tiene el graduado superior en arte y diseño cursado en la Universidad de Barcelona. En 1990 crea su propio taller en Mollet del Vallés. Ha sido vicepresidente de la sección de Diseñadores del Ilustre Colegio Oficial de Joyeros, Relojeros y Gemólogos de Cataluña. En 2011 se le otorga la Insignia del Maestro Artesano. Ha sido miembro del comité de selección de la colección de joyería en el Museo de Artes Decorativas de Barcelona.

¿Cómo ve el tema de la sostenibilidad la joyería?

Para mí hay dos visiones, resumiendo muy claramente, la sostenibilidad es una cuestión de marca básicamente, que el artesano no sabe implementar o no es consciente que lo debe implementar, pero las marcas lo tienen claro. Por ejemplo, empresas italianas que tienen buena presencia en México, certifican el origen del metal, el procesamiento justo y reciclado de este metal, que procede de la tierra y no del subsuelo, son cosas que certifican y verifican.

Empresas de Barcelona compran el oro en Perú, porque sus minas tienen políticas de sostenibilidad correctas y los peruanos mismos las desconocen. Cuando tú compras una marca te casas con la filosofía. Si compras un perfume, una prenda o una joya, es porque el cliente, que ahora es más exigente, entra en una filosofía, por eso las marcas tienen las políticas de sostenibilidad, a diferencia de la mayor parte de los artesanos en el mundo, que no están conscientes de esto.

¿Eso ha mejorado la competitividad?

La importancia de contemplar temas como la sostenibilidad en la producción de joyas es una plusvalía. He visto, por ejemplo, casos de diseñadores muy importantes de ciudades como Bogotá, que cuando presentan su colección ante los galeristas norteamericanos y se dan cuenta de la forma en la que pagan la mano de obra o cómo los residuos químicos son vertidos al drenaje, anulan sus pedidos. Entre otras cosas porque los distribuidores no podrían vender un producto tratado de esa manera, porque además la generación activamente económica, diles como quieres, millennials, por ejemplo, compran con consciencia. Cuando doy alguna conferencia siempre pregunto ¿Se es arte-sano cuando para realizar un objeto se tiene que tirar un litro de ácido por el drenaje? No podemos dejar más basura en el mundo que el propio producto, como principal planteamiento que debe tener un artesano. Artesanía es sostenibilidad. Ahora los joyeros artesanos y los diseñadores no son conscientes de hasta qué punto les afecta este tema.

¿El consumidor de joyas tiene conciencia social y ecológica?

El consumidor ha cambiado. Por ejemplo, el turismo que llega a muchas partes ya no es aquel del viajero tonto que llegaba con dólares comprando lo que sea. Ahora son personas informadas que exigen calidad sí, diseño también, pero además sostenibilidad. Ya no quieren los souvenirs feos, mal hechos, ahora preguntan cómo se hacen las cosas y apuestan por la calidad de la factura en general. Eso es lo que se tiene que hacer y deben buscarlo. Para eso están las escuelas, tienen que llegar al cliente y explicarle el origen del material, sus procesos, qué discurso y qué mensaje tiene una pieza, porque si no además carece de sentido. Yo, por ejemplo, intento hacer joyas con simbolismo, si una pieza no tiene discurso, un mensaje, para mí no tiene sentido, pero además explicar lo que está detrás de la pieza y en eso está desde la mano de obra, hasta el trato ecológico de los materiales.

¿Pero la joyería se ve ahora distinta con la crisis?

Hay muchas formas de verlo. Está por ejemplo la alta joyería, que funciona muy bien, el lujo, ese no tiene problema porque siempre ha funcionado y seguirá funcionando. Por otro lado, está la artesanía, que para mí tampoco tiene problemas, sí inconvenientes, porque no saben empacar, vender fuera, arriesgar a una propuesta. Y luego está la joyería artística, que es la que está sacando a una gran cantidad de alumnos de las escuelas, quienes están atrapados y no saben qué hacer, bien o mal preparados, se encuentran entre la identidad global y lo que les enseña la escuela, identidad personal; una generación atacada, por ejemplo, en Barcelona, por un mercado de indios, peruanos, orientales, entre otros, desde el mercado artesanal; pero también desde el lado del diseño por una China donde cada vez se hacen cosas más interesantes y de calidad.

¿Cómo explicar el valor del diseño?

Hay un público consciente, puede que la gran mayoría no, pero hay un sector plenamente consciente del valor del diseño y lo busca y lo valora más. El diseño y la calidad, algo de lo que a veces no se habla demasiado. El público ahora busca los títulos del metal, la presentación, el embalaje, el discurso, el mensaje de la pieza, sobre todo eso último, el mensaje es la gran clave del diseño. Yo ya no sé definir la palabra diseño, puede que sea el futuro y esto no es patrimonio de nadie, ni del diseñador, ni del artesano, ni del arquitecto, de nadie.

Yo en mi escuela ayudo a trabajar el discurso, un elemento que ha perdido la joyería, había trabajado unicamente la calidad; tema que no se debe discutir, pero el simbolismo es un tema que a mí en lo personal me interesa, siempre trato de encaminar a mis alumnos para que sepan cómo dar un mensaje, no necesariamente personal, puede ser genérico, pero tienes que darlo a través de una obra.

¿Cómo se logra?

A través de joyas híbridas, cargadas de discurso, con divertimento, personalizadas, que no dejen al usuario pasivo, que lo hagan participar incluso de la envoltura, que puedas llegar a querer el objeto, para mí eso es lo más difícil, conseguir que la gente se enamore de una pieza. Es como cuando te enamoras de una fea, es fea pero la quiero. Con las joyas es igual, tienes que hacerlas tuyas.

Es un objeto que no tiene forma pero lo quiero, porque hay dentro esta parte de mí, de mi personalidad o mi forma de ser. Yo he llegado hacer joyas que se esconden y no se muestran en público, porque el mensaje es muy personal. El marido, el hijo, el padre, entregan un mensaje a través de la pieza, la joya a veces es un pretexto para hablar o decir algo que no se puede decir, elementos simbólicos que representan algo y por eso se llevan consigo. Lo mejor es cuando se trabaja de manera personal, cliente a cliente, algo que se ha perdido en la joyería.

¿Se le apuesta a un mercado personal?

La joya también tiene un valor, la comunicación. Puede ser a dos o tres bandas, pero que comunique; no haces un objeto sólo porque te gusta y como a ti te gusta le gusta a todos, a lo mejor a tus diez amigos del Facebook, pero ahí se acaba, con suerte lo vendes, pero igual y no. En la joyería de arte el creador se comunica con el objeto, recrea su simbolismo, pero ahí es difícil de comercializar. Cuando traduces las inquietudes de otro, es diferente, porque exige identidad, ADN, comunicación, discurso, valores que no enseñan en las escuelas, pero es eso.

¿Cómo pueden llegar los artesanos a otros mercados, ahora con más herramientas de comunicación?

Hacerlo bien. Calidad, muchos artesanos no son conscientes de la calidad, dicen tenerla, pero no es lo mismo la calidad que la habilidad, hay artesanos hábiles, precisos, diestros con el cincel, con las herramientas, pero trabajando con una plata que no puede competir porque no tiene el título correcto. O trabajan bien, pero les falla el terminado, y tienen que llegar a procesos contaminantes para terminar una pieza, hay fallos en toda esta cadena, y para llegar a un mercado internacional hay que corregirlos de manera inmediata, porque el mercado internacional lo demanda, pide comercio justo, trabajo artesanal, pero de calidad y sostenible.

¿Cómo ves la joyería y el diseño en Latinoamérica?

Bien en general. En el caso de la sostenibilidad es grave, yo tengo cuatro años repitiendo este discurso y nadie le ponía atención. El manejo de los materiales era pésimo, poco a poco ha empezado a ser algo integral y cotidiano, ha costado mucho, el tema de la pureza del metal también, pero va mejorando. No es suficiente que las cosas se vean bien, y eso es algo que se ha estado entendiendo en este continente, ya cada vez son más las empresas y talleres que ponen atención a la calidad y al trato de los materiales, ha ganado terreno.

Creo que la inquietud de los estudiantes en México es grande, hay entusiasmo y ganas, cuando eso existe en los estudiantes, se traducirá en las futuras generaciones de joyeros.

¿El reto será salir de los materiales tradicionales?

Mi escuela siempre se ha caracterizado por trabajar no sólo el oro y la plata, sino cualquier tipo de material susceptible de transformar en una pieza. La joyería la he entendido siempre como un mundo de posibilidades. Hoy día debe romper, que no despreciar, los materiales preciosos, hay necesidad de incorporarlos de otra manera. A mí no deja de sorprenderme la manera en la que hay países en los que aún se exigen en los concursos una cantidad determinada de plata como visible. Temas como que la plata no es plata si no está pulida, si no brilla, desde mi punto de vista es impensable. Para mi lo raro es que brille, la incorporación de materiales a la plata, por ejemplo, es fundamental, puede ser soporte de madera, piedras, otras cosas.

Creo que se requiere un cambio que está en manos de las escuelas. En Europa, donde se ha puesto una escuela de diseño, se ha logrado un cambio. Siempre se ha movido donde hay escuela, el artesano siempre debe aspirar a eso, a complementar su formación, si se dedica a limar, debe aspirar a ser maestro de lima, alcanzar el máximo grado en su oficio. Los gobiernos también tienen que entrarle al tema, cuidado de materiales, medio ambiente, certificar el trabajo de los artesanos, la regulación es algo necesario en el diseño y en cualquier otro tema.

¿Se incluyó al mercado masculino, cómo ha funcionado?

Los hombres siempre han comprado menos, bueno es el que mejor compra cuando lo hace para la mujer. Pero el mercado de hombre que compra para hombre es muy exigente, ahora hay más piezas para hombre, la joyería comercial ha abarcado mucho más en los últimos años. Pero lo importante es trabajar en el discurso conceptual, si está bien, funciona para hombre o mujer. Yo nunca he tenido una línea para hombre, me gustaría, pero creo que es un mercado aún muy pequeño.

Twitter: @uyohan

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