Siglo Nuevo

Carol

Un drama delicado y elegante

Foto: Pathé Films AG

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Jessica Ayala Barbosa

A través de un lenguaje estético bastante atractivo y con una gran delicadeza narrativa la cinta dirigida por Todd Hynes ofrece una mirada sutil y muy humana sobre un tema que continúa siendo tabú hoy en día, el amor lésbico.

El frío invierno del Nueva York de principios de los años cincuenta es el escenario donde se desarrolla Carol, producción británico-estadounidense basada en la novela El precio de la sal (1952) de Patricia Highsmith. Con guión de Phyllis Nagy, dirección de Todd Haynes y actuaciones de Cate Blanchett y Rooney Mara, esta cinta fue una de las más nominadas pero menos premiadas de la temporada de certámenes cinematográficos más reciente.

UNA EPIFANÍA

Therese Belivet (Rooney Mara), una joven tímida y de aire ausente, se desempeña como empleada de mostrador en el departamento de juguetería en una gran tienda de Nueva York. Es la temporada navideña y Therese desentona en las frenéticas aglomeraciones al deambular pensativa y solitaria por los pasillos de la tienda o en el comedor, su calma, que raya casi en la indiferencia, parece no perturbarse ni siquiera detrás del mostrador desde donde ofrece muñecas de todos los tipos a los desesperados clientes. Fuera del trabajo, su actitud no es tan distinta. Ante las bromas de sus amigos y las presiones de su novio para aventurarse a un viaje a Europa, Therese apenas se inmuta. Recrearse en la contemplación de un pequeño tren eléctrico al inicio de su jornada laboral parece ser lo único que la conecta con el plano de la realidad. Gasta en ello unos pocos minutos y luego tiene que regresar a la rutina; las caras largas de sus compañeros, las filas de personas que se precipitan a comprar, los malos tratos de su supervisora... De pronto, como epifanía, Therese verá surgir de entre el gentío la deslumbrante imagen de una mujer un tanto mayor que ella, increíblemente sofisticada y evidentemente desorientada. Las dos personas más perdidas en ese mar de gente cruzan miradas. El clic es inmediato. Envuelta en su abrigo de mink, la hermosa rubia se acerca a Therese para pedir consejo sobre el mejor regalo para su pequeña hija. Este encuentro nos revela a una Therese hasta entonces inimaginable: aguda, bromista, empática, lo que le permite cerrar la venta, ganarse un par de halagos de parte de la clienta y de paso conocer su nombre: Carol Aird (Cate Blanchett).

Tras la partida de Carol, Therese se percata de que ha olvidado sus guantes, afortunadamente ella puede enviárselos junto con el tren eléctrico que le vendió. Es indudable la fascinación que la joven experimenta por Carol, y es precisamente eso lo que la lleva a aceptar su invitación a desayunar, como recompensa por devolver su prenda, luego a pasar un domingo en su casa y finalmente a un viaje sin destino preciso por Estados Unidos.

Los encuentros entre ambas mujeres proveen la mayor parte de la información acerca de Carol: es una mujer de la aristocracia neoyorkina que atraviesa por un proceso de divorcio, el estrés derivado de la presión de su influyente marido, Harge Aird (Kyle Chandler), por continuar unidos pese a todo, la lucha por la custodia de su hija y el hecho de tener que guardar las formas que su posición social demanda le provocan recurrentes crisis nerviosas. Entre las dificultades, Carol parece encontrar en Therese un remanso de paz, por lo cual busca su compañía.

DOS PERSONAS QUE SE ENAMORAN

Therese tiene el amor de su novio Richard (Jake Lacy), quien constantemente intenta sin éxito encausar la relación hacia algo más formal. La chica también es pretendida por un amigo que le ofrece ayuda para conseguir trabajo como fotógrafa en un periódico. Las secuencias que revelan estas relaciones hacen parecer a Therese una joven sin carácter, con poco coraje, incluso sin aspiraciones, situación que cambia por completo en tanto va conociendo a Carol.

El enamoramiento suele ser en muchas ocasiones una fuente de inspiración y camino hacia el autoconocimiento. Para Therese parece ser así también. A diferencia de lo que le sucede con Richard y el otro joven, la aparición de Carol es una sacudida en su vida, su presencia la obliga a enfrentarse a sí misma, a poner en claro sus sentimientos, a cuestionar los roles sociales y sexuales, a descubrir la fuerza de sus anhelos.

Con audacia y gran sutileza, Carol plantea el desarrollo de una relación homosexual entre dos mujeres. Este es el tema central, sí, pero se muestra un tanto velado, una sola escena de intimidad sexual es lo más explícito en la relación de Therese y Carol, y no por prejuicios o mojigatería; la premisa es mostrar que el amor no tiene reglas ni necesariamente tiene que etiquetarse, así lo deja claro un diálogo entre Richard y Therese: “Alguna vez has estado enamorado de un hombre”, pregunta ella. “No”, responde él. “Pero has escuchado de eso”, insiste la chica. “Claro, es decir, sobre ‘gente así’, por supuesto”, afirma Richard. “No me refiero a ‘gente así’, sino sólo dos personas que se enamoran, un hombre de otro hombre, de la nada”, exclama ella. De manera casi imperceptible Todd Hynes nos coloca en medio del vehemente huracán que sacude la vida de Therese.

La cinta está ambientada en los años cincuenta y sin embargo el idilio de las protagonistas parece envuelto en una atmósfera de atemporal que sólo se rompe cuando Harge Aird interpone una ‘cláusula de moralidad’ para obtener la custodia completa de su hija. Es en ese momento cuando la relación lésbica hasta entonces perfectamente posible se ve amenazada; la homosexualidad, en los años cincuenta era duramente señalada, mucho más que en la actualidad. Carol y Therese tendrán que debatirse entre decir adiós u obedecer a sus sentimientos.

DEBAJO DE LA SUPERFICIE

Carol es forma y fondo. La cinta dirigida por Todd Hynes está espectacularmente bien orquestada. Todos los elementos están integrados de manera perfecta. La hermosa fotografía, la bien lograda ambientación y vestuario y las imperdibles actuaciones de Cate Blanchett y Rooney Mara, provocan en el espectador un gran goce estético al mismo tiempo que las secuencias, derivadas de un guion fantásticamente adaptado, van disparando en la mente un sinfín de reflexiones respecto a temas universales, como la sexualidad y el sexismo, los roles sociales y de género, la necesidad de autoconocimiento y autoaceptación.

Se trata de una pieza elegante, delicada y a la vez afilada, un cuadro del que se pueden sacar un sinfín de lecturas. La crítica especializada asegura que con esta cinta Todd Hynes ha encontrado su voz; mientras que en filmes como Safe (1995), Velvet Goldmine (1998) o Lejos del cielo (2002), el lenguaje del realizador se apreciaba como un espectáculo metafílmico, en Carol aparece muy cercano al material.

La película obtuvo nominaciones en un sinfín de certámenes, especialmente en las categorías de mejor actriz y mejor actriz de reparto, mejor dirección, mejor guion, mejor fotografía y mejor música, logrando un buen número de premios pero sólo en círculos de crítica de distintas ciudades de Estados Unidos y sólo un par en los festivales más conocidos, como el de Cannes, donde se llevó la Palma Queer, galardón a la mejor cinta de temática LGBT (lésbico, gay, bisexual, transexual), y Rooney Mara fue reconocida como la mejor actriz.

Por otra parte, recientemente se dio a conocer que durante el 30 aniversario del BFI Flare: London LGBT Film Festival, la cinta fue votada como la mejor película LGBT de todos los tiempos, esto dentro una lista elaborada por más de 100 profesionales del cine, incluyendo críticos, directores, guionistas, productores que analizaron la representación LGBT en más de 82 años de cine.

Twitter: @gsi_k

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