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Caso del pasado, caso del presente

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Espeluznante. Atroz. Abominable. ¿Cuántos epítetos serán suficientes para calificar el caso sucedido en Torreón el 12 de febrero de 2013 pasado, consignado en un reporte generado por Amnistía Internacional donde denuncian cien historias semejantes?

"Sobrevivir a la muerte. Tortura de mujeres por policías y fuerzas armadas en México", se titula el informe publicado en el sitio de Internet amnistia.org.mx el pasado martes 28 de junio del presente año y en él da cuenta de un hecho condenable acontecido en esta ciudad hace más de tres años y donde tres personas -dos varones y una mujer- fueron víctimas de las peores vejaciones: tortura en distintas técnicas para los tres, la muerte de uno de los hombres derivado del atropello y en el caso de la fémina: víctima de los actos más cobardes que pueden realizarse, ya que fue violada y victimizada sexualmente de diversas maneras.

Según la publicación de Amnistía Internacional, "Mónica" madre de 4 hijos viajaba en un automóvil en compañía de su marido y su hermano cuando policías municipales de Torreón les indicaron que detuvieran su marcha. Sin mediar orden judicial expresa o explicación alguna fueron trasladados de manera forzosa a la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Torreón, sito en el periférico de la ciudad, lugar donde acontecieron hechos principales de su pesadilla.

En primera instancia, "Mónica" había quedado en resguardo en una camioneta, custodiada por una agente. En un momento determinado un uniformado apareció y reprendió a la oficial por haber dejado a la detenida en ese lugar. Al cabo de algunos momentos, el mismo hombre que acababa de regañar a la mujer agente, tomó a Mónica para ingresarla a un verdadero infierno. Ya adentro del lugar, la primera visión de "Mónica" fue la de su esposo y hermano desnudos y ensangrentados, signo inequívoco de que acababan de ser torturados; siguieron entonces con ella.

Primero, la zambullían en una cubeta para provocarle síntomas de ahogamiento por inmersión. Luego, le colocaron bolsas de plástico para provocarle asfixia. La golpearon en los glúteos con un tablón para luego tomarla del cabello y llevarla a rastras por el suelo. Vino lo más denigrante: la violación y ataques distintos sexuales, que se hacían delante de su hermano y su esposo. Antes de ser trasladada a la ciudad de México a la SIEDO de ese entonces, SEIDO hoy, Mónica vio morir a su pareja en sus brazos que sucumbió producto de la tortura que se les había aplicado para que los tres confesaran pertenecer a la banda de Los Zetas.

Hace tres años de esto y Mónica está en la cárcel, pero lo notorio de la atrocidad cometida por miembros de la Policía Municipal de Torreón para el asesinato, tortura y violación se revela ahora por la denuncia de Amnistía Internacional. ¿Qué sigue?

La información disponible es que de los seis elementos y un mando que realizaron toda esta crueldad (y crimen por supuesto), tres se retiraron al tiempo de la corporación, mientras que cuatro permanecen dentro de la misma. Benjamín Noyola, de Asuntos Internos, señala que se ha iniciado una investigación y los presuntos han sido separados de sus cargos hasta no aclararse el asunto.

Al ser entrevistado, el general Juan Manuel Díaz Organitos, jefe del Mando Especial de La Laguna, se excusó al señalar que no había leído las notas respectivas, pero afirmó que los militares reciben constantemente capacitación acerca del respeto a los derechos humanos, además conminó a la población a que denunciara casos de violaciones a los derechos humanos. El atropello que sufrió Mónica, su hermano y su esposo fue presuntamente ante la presencia pasiva de dos elementos castrenses.

Miguel Riquelme Solís, presidente municipal respondió con una declaración desafortunada, calificando los hechos como un "caso del pasado" y justifica ahora que su policía es hoy más capaz que la de entonces y esgrime sus razones que bien pudieran ser válidas.

El problema nuevamente es su instinto por sacudirse este asunto, del que dijo primeramente que no fue durante su administración, pero con el único inconveniente que el director de la policía de aquel entonces es el mismo que está al frente de la corporación.

Habría que preguntarse si una dependencia puede ser antes represora y ahora de proximidad con el mismo titular. Cierto que este asunto es un caso del pasado, pero la permanencia del director de la corporación, señala que es un tema del presente y ése le corresponde al alcalde.

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