Cervantes 400 años
El escritor ruso Vladimir Nobokov (1899-1977), según vimos, fue un ácido crítico de Cervantes y de El Quijote.
A pesar de lo anterior, curiosamente tiene un singular análisis que hizo a partir de lo que él, Nabokov, considera son los diez componentes estructurales de El Quijote. Más curiosa aún, sin embargo, resulta su original propuesta de ver al gran libro de Cervantes como un partido de tenis. Sí, ¡como un partido de tenis!
Dice de ese deporte que tuvo como antepasado al court tennis, que "aparece a menudo citado por escritores de la época, y que en el Quijote lo juegan, según Altisidora, los demonios del infierno".
Para desarrollar su tesis propone tomar como base cada una de las batallas que lleva a cabo Don Quijote. Cada batalla vale un punto. Y contra lo que la mayoría opina, es falso que el caballero manchego haya perdido todas las 40 batallas en las que participa. Unas las ganas y otras las pierde.
Nabokov examina con detalle una a una cada batalla y lleva su cuenta como si en efecto se tratara de un partido de tenis. Al concluir su análisis, resume el resultado así: "la puntuación final es 20-20, o, dicho en la jerga del tenis, 6-3, 3-6, 6-4, 5-7. Pero el quinto set no se llega a jugar; la muerte (de Don Quijote) cancela el partido. Por encuentros, la puntuación está igualada: 20 victorias contra 20 derrotas. Además -sigue diciendo el escritor ruso-, también está igualada cada una de las dos partes del libro: 13-13 y 7-7, respectivamente. Este equilibrio perfecto de victoria y derrota es muy asombroso en una obra que parece inconexa y descuidada. Nace de un sentido secreto de la escritura, la intuición armonizadora del artista". ¿Por fin, quién entiende a Nabokov?
En otro aspecto y también en abierta contradicción con su posición de fondo, Nabokov expresa no pocos comentarios no sólo favorables sino hasta elogiosos sobre El Quijote y su autor. Así, dice que "el libro vive y vivirá gracias a la auténtica vitalidad que Cervantes ha insuflado en el personaje central", es decir, en Don Quijote, "cuya personalidad es una invención genial de Cervantes". De igual manera, al analizar la gran fábula capítulo a capítulo, del 8° de la I Parte, el famoso de los molinos de viento, dice: "Nótese qué bonita es la descripción con que empieza la hazaña"; del 17 opina: "Todo el capítulo …es soberbio", y del 19 escribe: "todo éste es prosa descriptiva de primera clase", y así otras opiniones similares.
Al hacer su amarga crítica, Nabokov distingue entre los diálogos y los pasajes descriptivos de El Quijote. De los diálogos dice que son vivos y muertos los segundos. Tiene una explicación al respecto: "el arte del diálogo se desarrolló y perfeccionó -afirma- mucho antes que el arte de describir, o, mejor digamos, de expresar la naturaleza. En 1600 el diálogo es ya excelente en los grandes escritores de todos los países: natural, flexible, vistoso, vivo. Pero la traducción de los paisajes a palabras tendrá que esperar hasta, más o menos, los comienzos del siglo XX para alcanzar el nivel que el diálogo había alcanzado doscientos años antes".
Pues bien, a pesar de su teoría, que desde luego aplica a los pasajes de naturaleza descriptiva de El Quijote, Nabokov vuelve a ser inconsistente en sus juicios. Al hacer su crítica general, descalifica a Cervantes en esta materia. Luego, sin embargo, al referirse a capítulos concretos, como ya se dijo antes de los capítulos 8 y 19, su opinión cambia radicalmente, como igual sucede con otros capítulos, como el 50 de la II Parte, del que elogia la "deliciosa descripción del recibimiento del Caballero del Lago". Ah, qué Nabokov.
Como lo mencioné antes al menos en alguna ocasión, Cervantes y Shakespeare murieron el 23 de abril de 1616. Por increíble que parezca, Vladimir Nabokov también falleció un 23 de abril, el del año 1977.
