El 2 de julio de 2010, pronto se cumplirán seis años, falleció en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el escritor mexicano Armando Jiménez. Su deceso pasó prácticamente inadvertido.
Más allá de la breve nota publicada en la prensa diaria para informar de su fallecimiento, poco se comentó entonces –y después menos- sobre él y su obra. Sólo recuerdo un par de comentarios. Uno de éstos, muy corto, de Armando Fuentes Aguirre, Catón, en alguna de sus columnas de esos días.
Tal vez ese silencio, creo que inmerecido, obedece al género literario, de los llamados “géneros chicos”, que Armando Jiménez cultivó. Pero que él abrazó con maestría y apasionada vocación.
¿Quién fue Armando Jiménez, cuál su obra y la importancia de ésta, si acaso la tiene? Armando Jiménez Farías, que fue su nombre completo, nació en Piedras Negras, Coahuila, el 10 de septiembre de 1917, por lo que al morir tenía 92 años.
Cursó las carreras de arquitectura e ingeniería en el Instituto Politécnico Nacional, se especializó en la construcción de instalaciones deportivas y fue un profesionista de éxito. Hasta que al publicar su primer libro, la vida le cambió por completo. Lo tituló “Picardía Mexicana” y vio la luz en 1960. Su favorable acogida por el público lector lo hizo abandonar la industria de la construcción, para dedicarse de lleno a escribir. Y lo hizo de manera prolífica, pues publicó 17 libros, cinco de los cuales fueron prologados por tres Premios Nobel con quienes tuvo amistad: Gabriel García Márquez, Octavio Paz y Camilo José Cela. Sus libros sumaban al morir 614 diferentes ediciones con alrededor de once millones de ejemplares impresos. Además, durante una larga época de su vida se dio tiempo para ser colaborador de varios periódicos y revistas, en los que publicaba temas de cultura y tradiciones populares.
Por sus trabajos, Armando Jiménez obtuvo en cuatro ocasiones el Premio Nacional de Periodismo, dos premios más en el género de crónica y otro par de galardones internacionales.
Además de “Picardía Mexicana”, su gran éxito, fueron también de su autoría “Nueva Picardía Mexicana”, “Grafitos de la picardía mexicana”, “Anecdotarios de la picardía mexicana” y “Guía de pecadores y descarriados”, entre otros. Por los títulos, se puede deducir el género y la materia en que se especializó.
En la década de los años sesenta, recuerdo que en la Ciudad de México era muy común ver a la gente en el camión, en los restaurantes o simplemente en la calle, con su ejemplar de “Picardía Mexicana” bajo el brazo o entregada con deleite a su lectura.
Luego, como que pasó de moda, si bien continuaron sus ediciones aunque más esporádicas. Al fallecer su autor, se informó que la Picardía llevaba nada menos que 143 ediciones, con un tiraje total superior a los cuatro millones de ejemplares.
¿A qué viene lo anterior? A que la casa editora que últimamente ha venido publicando la “Picardía Mexicana” dice que se trata del “libro más leído en la historia de la literatura en idioma español”. Y a continuación, como con cierto titubeo, agrega entre paréntesis: “(solamente después de El Quijote de la Mancha)” Por su parte, Camilo José Cela, en el prólogo a la edición número 99 de la Picardía, impresa en 1999 con un tiraje de 12 mil ejemplares, escribe que es el libro “más leído en toda la historia de la imprenta en la América que habla el español”. Así como se le presenta como el libro más leído, lo cual es difícil de probar, también se dice que es el más vendido o del que se han impreso en México más ejemplares, aun por encima de El Quijote. Esto último es falso, de acuerdo a los resultados muy preliminares de una investigación que sobre el tema inicié hace años y a la fecha tengo pendiente de concluir.
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