Histórico. 'Sí se pudo, sí se pudo', fue el grito constante de los dos mil 500 invitados en el Centro de Convenciones de Cartagena.
El pueblo colombiano cerró la "horrible noche" de la guerra y abrió una enorme puerta de la paz, luego de que el gobierno y la guerrilla de Colombia firmaron ayer lunes un histórico pacto de pacificación con dos sucesos trascendentales: la insurgencia ofreció perdón "por todo el dolor" que causó en más de 52 años de conflicto bélico y la jefatura de Estado le dio la bienvenida a los rebeldes a la democracia.
A las 17:30 horas (mismo tiempo de la Ciudad de México), primero el comandante en jefe de las comunistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño Echeverri, y luego el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, firmaron el "Acuerdo Final para la Construcción de una Paz Estable y Duradera", en un acto en el Patio de Banderas de la Explanada San Francisco del Centro de Convenciones de Cartagena de Indias, ciudad-balneario del Caribe colombiano.
Ante presidentes e invitados especiales de América Latina y el Caribe, Estados Unidos, Europa y Asia y centenares de colombianos, Santos y Londoño -conocido por su alias de Timoleón Jiménez o Timochenko en la guerra- rubricaron el acuerdo de 297 páginas que surgió de arduas negociaciones, de noviembre de 2012 a agosto de 2016, en La Habana con Cuba y Noruega como garantes y Chile y Venezuela como acompañantes.
Un minuto de silencio en honor a las víctimas de la guerra se guardó antes de la firma. Y luego de estampar sus rúbricas con un "balígrafo", cartucho de bala convertido en pluma, ambos se saludaron con un apretón de manos. El presidente se desprendió de un prendedor con la paloma de la paz que portó en su camisa y se lo obsequió al comandante.
En un mensaje tras la firma, Londoño proclamó: "Ofrezco perdón por todo el dolor que hayamos podido causar en esta guerra". El auditorio se puso de pie y aplaudió. "¡Que Dios bendiga a Colombia! ¡Se acabó la guerra! Estamos empezando a construir la paz", recalcó. "Cada uno de nosotros tenemos a quien llorar", admitió, al rendir "gloria a todos los caídos". "Nuestra única arma será la palabra", lanzó, al recordar a los colombianos que viven en la pobreza.
"Que nadie dude" del desarme de las FARC, advirtió. "Nosotros vamos a cumplir y esperamos que el gobierno cumpla", retó. La paz no significa el final de las diferencias ideológicas capitalismo-socialismo, porque "nadie ha renunciado a sus ideas", pero en "convivencia pacífica", respeto y tolerancia, alertó. La meta es que "nunca más sean" utilizadas las armas en la política. Los soldados y los policías "dejaron de ser nuestros adversarios", aclaró.
"¡Nos cansamos de la guerra!", gritó Santos en el mensaje de cierre de la ceremonia. "No más guerra", anunció tras honrar a soldados y policías "héroes" y recordar a "millones de víctimas inocentes" de la guerra. Con la paz ya no habrá jóvenes, campesinos, soldados ni guerrilleros mutilados por la guerra y las energías nacionales buscarán el desarrollo y "la felicidad" de Colombia, aseguró.
Dirigiéndose a Londoño y demás jerarcas de las FARC, rememoró que como ministro de Defensa, de 2006 a 2009, nadie los atacó como él, ni "los golpeó tanto"; acto seguido les alabó como "dignos negociadores" de la paz para su "regreso a la sociedad".
Al reseñar que las FARC pasarán a ser un movimiento político sin armas, con "verdad y reparación", con justicia transicional que, definida en el pacto, define las vías judiciales para establecer si hubo faltas o delitos, volvió a dirigirse a la cúpula insurgente para darle "la bienvenida a la democracia".