En este punto de la historia de México, la educación tendría que dejar de lado falsas pretensiones de instruir en asuntos sofisticados a los estudiantes, para retomar con fuerza a los temas básicos de lectura, escritura, operaciones aritméticas y lógica. Tenemos algún día que comprender que es imposible colocar puertas y ventanas si no se han construido primero sólidos cimientos.
Sin un manejo apropiado de los lenguajes (y hay que recordar que las matemáticas son una forma de hablar de la realidad), es imposible que el resto de los conocimientos necesarios para la vida se puedan adquirir. Esto no significa que no sean atendidos otros asuntos en el ámbito escolar. Se trata, sin embargo, que todo aquello que se aborde en clase tribute de manera clara y contundente a las asignaturas básicas.
Tampoco, debemos suponer - como de hecho lo venimos haciendo - que tales saberes básicos deben ser adquiridos en las más tempranas edades. Nos equivocamos terriblemente cada vez que obligamos a los niños pequeños a desarrollar habilidades que sobrepasan sus capacidades iniciales.
Aunque nos parezca difícil de creer, los modelos educativos exitosos en el mundo inician de manera tardía la enseñanza de la lecto-escritura y no lo hacen por "gusto" sino porque reconocen que la inmensa mayoría de los menores no está en condiciones de dedicar su atención a esos temas.
Por eso me preocupa sobremanera que la autoridad anuncie que la reforma para la educación básica que se está cocinando, se concentrará en esos temas; precisamente por el elevado riesgo de que el resultado sea todo lo contrario a lo esperado. ¿En qué se basa mi preocupación? Primero, en que el discurso oficial no muestra diagnóstico alguno sobre la problemática educativa del país. Se concentra en los síntomas - los malos resultados de las pruebas que aplica la OCDE - pero deja de lado las causas; o peor todavía, se acusa a los docentes, lo que equivale a culpar al árbol por el choque.
Además, todo apunta a que se persistirá con una enseñanza fragmentaria y reduccionista, que en nada abona a la solidificación de los cimientos educativos. Si no sabemos leer ni escribir; si le huimos a las matemáticas y a las ciencias, es por razones de haber adoptado un modelo educativo ajeno a nuestra cultura y su diversidad, y luego, haberlo parchado una y otra vez, hasta llegar al Frankenstein que tenemos ahora, en lugar de construir un modelo propio a la medida de nuestras necesidades.