En el Congreso del Consumidor Inteligente 1.0 que se celebró recientemente en Torreón, se comentó que la solución a los retos de las empresas es la tecnología y la innovación, con ello, se busca acercar las soluciones tecnológicas a las empresas para detonar el consumo regional. Efectivamente, las soluciones tecnológicas no son exclusivas de las grandes empresas, también las de tamaño mediano y pequeño las necesitan para su buen funcionamiento y productividad.
Sin embargo, las respuestas a los retos de las empresas tienen una sola clave común: liderazgo, aquí reside la clave, no en la tecnología. El liderazgo que inspira, el que promueve la cultura, la actitud, el coraje, el pensamiento crítico, la innovación, el aprendizaje, la mejora continua.
Analizando el liderazgo de las empresas mexicanas con ojo muy crítico, se puede concluir, por varias razones -cada una de ellas merece un análisis por separado-, que los líderes fallan. Fallan consigo mismos, con los accionistas o propietarios y también, sin que esto sea menos importante, con los empleados. Se podría argumentar que es difícil administrar una empresa, que nunca ha sido sencillo, pero los buenos líderes no se escudan en esa dificultad, y si lo hacen, definitivamente no son buenos líderes. Los factores más importantes del éxito o fracaso de un líder están en su propia evolución y desarrollo.
Si no evolucionan lo suficientemente rápido o si evolucionan demasiado rápido, ambas condiciones son dañinas. La evolución es un proceso largo. Algunos líderes empresariales quieren evolucionar, pero no saben cómo. Otros quieren evolucionar, pero no tienen la suficiente fuerza para hacerlo y se escudan en problemas económicos, culturales o de procesos. Otros líderes empresariales quieren evolucionar tratando de cambiar todo a la vez y también fallan.
Por otra parte, el manejo de la información es indispensable para evolucionar, pero si la información obtenida con la tecnología no va aparejada con una buena interpretación y herramientas adecuadas para la toma de decisiones, entonces nos damos cuenta de que resolver parcialmente un problema, puede causar más daños que buenos resultados.
Por otra parte, los jóvenes milenarios, los líderes del futuro ya están en las empresas. Ellos necesitan liderazgo, estructura, educación, y sobre todo disciplina. Pero también necesitan oportunidades de crecimiento y libertad para expresarse por sí mismos. Los líderes actuales deben dedicar atención a todos los aspectos de los jóvenes milenarios, no sólo a los aspectos técnicos relacionados con el negocio. Deben de promover un ambiente de aprendizaje sin crear falsas expectativas, permitiéndoles a los jóvenes alcanzar la madurez antes de darles mayores responsabilidades en puestos superiores.
Lo que se considera como habilidades suaves, no tienen nada de suavidad, son difíciles de obtener y de desarrollar. Formación de equipos de trabajo, resolución de conflictos, inspiración, sentido de pertenencia, establecimiento de metas, la toma de decisiones, y otras, son habilidades nada fáciles. Son habilidades que se adquieren con mucho esfuerzo, trabajo y práctica, como cualquier otra disciplina. Estas habilidades se desarrollan para cada nivel de la administración, no se adquieren todas desde el principio de la vida profesional, de aquí nace la necesidad del aprendizaje continuo, no con cursos y diplomados cortos. También se aprende de los líderes que uno tiene en el trabajo, los líderes del futuro se convierten en el espejo de sus mentores.
Si, algunas personas nacen para ser líderes, pero muchas se forman para llegar a serlo. Debemos evitar que jóvenes profesionistas sin habilidades para ser líderes avancen en la jerarquía careciendo de las herramientas necesarias. Es por ello que los nombramientos de gerentes, a nivel mundial, fallan el 80% de las veces.
Para un profesionista joven que quiere moverse hacia arriba en la jerarquía, la educación no termina cuando sale de la universidad, además, un curso de liderazgo o de administración de proyectos de una semana, no se puede considerar educación, ésta se debe tomar muy en serio.
La tecnología es solamente una herramienta que nos puede conducir a donde queremos llegar, pero si no existe un buen liderazgo que permita la suficiente madurez organizacional para manejar adecuadamente los cambios -una empresa flexible, ágil, abierta, participativa- entonces, la tecnología, no logrará todo su potencial.