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CONTEXTO LAGUNERO

EL CAMINO PARA IR A DONDE QUEREMOS ESTAR

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

El desarrollo de un país está en relación directa con la capacidad que tengan quienes lo habitan, para definir y poner en práctica estrategias que permitan convertir en realidad todas las potencialidades que, apoyadas con conocimientos y habilidades, transformen a la sociedad para mejorar la calidad de vida de todos.

Pero el origen del desarrollo no fluye de afuera hacia adentro, los programas, las políticas y los recursos económicos y materiales que se asignen para promover el desarrollo, deben ser acompañados con el compromiso real de todos los que han sido llamados a construir las nuevas realidades sociales, académicas y científicas.

En la historia de la humanidad hay muchos ejemplos que nos muestran la capacidad que tiene el ser humano de convertir las potencialidades en realidad y con ello ser referentes para todas las demás comunidades en donde impactan sus acciones. En las últimas décadas, las organizaciones han reconocido la importancia que tienen las personas para el logro de los objetivos, finalmente han entendido que no sólo se debe comprometer la mano de obra, sino todo el contexto humano de quienes ejecutan las acciones. La vida social, familiar y personal no se puede dejar en la puerta de la empresa cuando se ingresa en ella y son precisamente todas esas circunstancias las que determinan y condicionan el desempeño y la gestión de cada una de las personas.

Muchas organizaciones y muchas personas ofrecen, disponen y organizan actividades y cursos orientados al crecimiento personal, a la capacitación laboral y al aprendizaje, pero finalmente son los propios individuos quienes deciden si se comprometen o no para aprovechar esas actividades y cursos para descubrir sus competencias y ponerlas al servicio de la actividad o el trabajo que realizan.

El camino hacia el éxito en cualquier actividad, está lleno de dificultades que cada persona debe superar, decidiendo firmemente comprometerse consigo misma y tomar el mando y el control de su propia vida; decidiendo también ser los protagonistas de la historia que quieren construir y que no permiten que sus sueños resulten ser una experiencia que no valga la pena ser recordada ni se conforman con lo que la vida les quiera ofrecer sin poner ningún esfuerzo de por medio para lograr lo que quieren alcanzar.

La diferencia entre dónde estuvo cada persona el día de ayer y dónde estará el día de mañana, reside sin duda en lo que decida hacer el día de hoy. El futuro nace del pasado y se construye en el presente, tenemos todos una invitación continua para aceptar las fortalezas actuales y convertirlas en poderosos hilos con los cuales tejer las realidades que anhelamos.

Efectivamente, el desarrollo humano es una experiencia que nace, como lo afirmó Stephen Covey, "de adentro hacia afuera", es la oportunidad que todos tenemos para convertir nuestras potencialidades en realidad, es el desafío de encontrar y construir contextos propicios para hacer que nuestras capacidades sean valoradas por quienes forman parte de nuestro círculo de acción e influencia.

Somos semillas que estamos en permanente evolución y crecimiento y con nuestro empeño y compromiso tenemos la capacidad de construir el futuro que deseamos y ese futuro se convierte en nuestro presente con la oportunidad constante de seguir imaginando nuevos y mejores escenarios a los cuales llegar. Esta es otra buena noticia, nuestra realidad nunca llega a un final, constantemente tenemos la ocasión de ser llamados a protagonizar la historia compartida de nuestros equipos de trabajo y contribuir con la suma de nuestros talentos.

Mucha gente busca fuera de ellos lo que no se les ha perdido y que llevan dentro de sí mismos: la capacidad y la responsabilidad individual para tomar decisiones que los lleven a encender y poner en marcha el motor de todas sus capacidades potenciales que les permitan crecer y alcanzar los objetivos que cada uno se proponga. En ningún momento es fácil y sin esfuerzo hacer realidad nuestros anhelos, implica mucho trabajo, mucho esfuerzo y mucha persistencia, teniendo muy claro que si luchamos, existe la posibilidad de perder, pero si no luchamos, ya perdimos, aquí radica otra fuerza oculta que puede impulsar o frenar nuestro crecimiento.

Las organizaciones pueden invertir mucho dinero, y lo hacen sin duda, en diseñar y poner en marcha ambiciosos programas orientados al crecimiento personal y profesional, lo mismo pueden contratar a los mejores oradores, conferencistas, y motivadores, pero si no existe el motivo y la chispa interna que dinamiza y moviliza la voluntad de los participantes, no se obtendrán los resultados esperados.

Podemos estar condicionados por la comunidad que nos rodea, estar siempre acompañados recorriendo los caminos de nuestra historia de vida en compañía de otros, pero es innegable que ello no nos determina, somos nosotros mismos los únicos responsables de lo que nos ocurre; estamos inmersos en las consecuencias de las decisiones que hemos tomado, así nos dediquemos a culpar a las estrellas, a nuestros antepasados o incluso a nuestros jefes o nuestra pareja de lo que nos ocurre.

Llegó la hora de encender nuestro propio motor, ponernos en marcha y asumir con responsabilidad el mando de nuestra vida, de ser nuestros propios líderes que transformen la realidad que nos rodea, de interpretar como un signo positivo la función que nos ha sido delegada y construir a partir de ella nuevas oportunidades que se conviertan en el camino para ir a donde queremos estar.

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Escrito en: DESARROLLO DE UN PAÍS-.

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