Las pruebas y exámenes de habilidades y conocimientos a veces no son efectivas, aun cuando supuestamente son diseñadas por expertos, con frecuencia no cumplen su objetivo, fallan en determinar lo que se supone que deben medir y la persona a quien evalúan, sale reprobada. En la ciudad de México, Carlos es un chofer muy hábil, conoce la ciudad como si tuviera integrado un GPS en su cerebro. Como roedor del centro de una ciudad grande, conoce todos los pasadizos y recovecos. Pero Carlos reprobó el examen de Uber -los mismos choferes de Uber cuentan que el examen sólo lo aprueba uno de cada siete aspirantes-, no aprobó las preguntas sobre el conocimiento de la ciudad. Cuando le preguntaron cómo ir de un lugar X a un lugar Y, Carlos no dio la respuesta obvia que el entrevistador esperaba: la ruta por donde todos van, el camino menos congestionado según los sistemas que usa Uber. La respuesta de Carlos fue: "Depende del tráfico, del día y de la hora".
Carlos sería un extraordinario chofer para Uber, quien haya usado estos servicios en la ciudad de México sabe que los choferes "calificados" de Uber, no conocen bien la ciudad, como sí la conocen los taxistas tradicionales. Los méritos de Carlos son suficientes, pero el examen de Uber no espera esos méritos, sino otros.
Para cualquier trabajo, puesto o responsabilidad, se requieren méritos para garantizar el buen resultado. En México se necesita urgentemente la meritocracia en todos los niveles, para poder tener éxito en un determinado campo, las personas que interactúan requieren de ciertos méritos.
Cuernavaca tiene como alcalde a un futbolista, un hombre que logró los votos necesarios para ser presidente municipal, y lo hizo probablemente por los méritos que tuvo como futbolista. Pero esos méritos no son los necesarios para gobernar bien.
Seguramente los partidos políticos tienen un proceso para seleccionar a sus candidatos, y seguramente lo hacen en base a sus "méritos" y probablemente el mérito principal sea la capacidad para atraer votos para un puesto público. Pero la democracia debe ser en base a la meritocracia, con adjetivos, calificada. Si a una persona la van a operar de apendicitis, lo lógico es que esa persona elegirá al doctor especialista más calificado, de méritos probados, no al doctor más popular o más simpático..
Definir cuáles son los méritos necesarios para ejercer el poder o para desempeñar cualquier otro trabajo, es esencial para que la posibilidad de éxito sea alta. ¿Haber tenido la habilidad de mover el balón con inteligencia y astucia supremas es meritorio para gobernar? Si la respuesta es "no", entonces, un exfutbolista no debería ser elegido presidente municipal. No porque haya sido futbolista, sino porque no tiene los méritos necesarios. Lo mismo si es una artista que tampoco tiene los méritos para ser diputada, aunque sea muy buena artista.
Katia Dartigues es candidata a la Asamblea Constituyente en la ciudad de México, ha trabajado muy duro durante más de 12 años entregando toda su energía como activista en favor de las personas con discapacidad, no es ninguna improvisada. En agosto del año 2006 la periodista Lilly Téllez le organizó un "baby shower" con un grupo de amigas comunicadoras, para celebrar con Katia el próximo nacimiento del bebé que ella había decidido, muy firmemente, tener en solitario. La festejada nunca llegó, de pronto timbró el celular de Lilly y Sabina Berman -escritora que compartía con Katia el programa de entrevistas llamado Shalalá- le avisaba que Katia ya estaba con los dolores de parto e iba camino al hospital.
Katia dio a luz en un parto que recuerda como fantástico, llegó un niño con un regalo adicional -como ella misma lo dice- : un cromosoma de más. El niño. De nombre Alan, nació con Síndrome de Down. El primer año de vida del bebé, Katia lo invirtió en entender lo que estaba pasando, en asimilarlo y estudiar a profundidad el Síndrome de Down.
El tema se convirtió en el principal motor de su trabajo y en la causa de muchos mexicanos que reconocieron la voz de Katia que se escuchaba fuerte abogando por las personas con discapacidad. A partir de entonces, la periodista publicó todos los viernes en un diario un artículo dedicado a dicho tema convirtiéndose en un referente, en una gladiadora defensora de los Derechos Humanos.
La empatía de Katia con las familias que tienen un integrante con discapacidad no es improvisada ni inventada por los mercadólogos de la política, ella lo vive en su casa todos los días. Su cruzada es para que los medios de comunicación se conviertan en un mecanismo eficiente para cuestionar la falta de información y los estigmas que generan una visión errónea sobre cómo y quiénes son las personas con discapacidad.
Katia Dartigues tiene los méritos para aspirar al cargo que pretende alcanzar, los votantes tomarán la decisión, nos hacen falta más personas como Katia en la política. Más nos vale así, porque con el paso de los años, todos alcanzaremos tarde o temprano, algún nivel de discapacidad.