Hace dos semanas comenté que asistí a la Convención de las Américas sobre Optimización de Operaciones Mineras que se realizó en la ciudad de Toronto en Canadá. Además de conocer los últimos avances en operaciones mineras, como en todas las convenciones, se tiene la posibilidad de conocer a personas excepcionales, en los recesos, en las comidas y en los eventos que se programan exprofeso para socializar.
Tuve la oportunidad de conocer a dos de esas personas excepcionales y hoy me referiré a una de ellas: el Mayor del Ejército de Israel -en retiro- Ran Tamir. Ran estuvo activo en el ejército israelí durante 14 años y tiene 24 años de experiencia como consultor de alta dirección en el sector minero internacional.
La particularidad del trabajo de Ran como consultor de empresas es que demuestra cómo funcionan las metodologías militares de aprendizaje y adaptación en el mundo de los negocios. Ran enseña cómo aplicar esas metodologías en el ambiente civil de las empresas, ilustra de qué manera se pueden utilizar las metodologías militares en el mundo corporativo.
Partiendo de que la disciplina militar es una de las disciplinas más antiguas que está en constante evolución y su manera de pensar y actuar, sus éxitos y fallas de sus miembros y de sus enemigos, se registran y documentan fielmente, Ran expone con asombrosa claridad cómo replicar con éxito la disciplina militar en los negocios.
Las organizaciones militares tienen objetivos y políticas de ejecución claros y muy bien definidos para asegurar la permanencia y la supervivencia; se basan en los últimos procesos y adelantos tecnológicos y aseguran su buen funcionamiento en cualquier ambiente caótico de cambio. Igual que cómo lo deben hacer las empresas, requiere que las cosas se hagan para lograr los objetivos.
Las capacidades que desarrolla la milicia son: planear, ejecutar y adaptar: utilizar procesos y equipo, educar y entrenar a sus miembros, crear e identificar oportunidades, implementar cambios, retener y compartir conocimiento, buscar continuamente nuevas soluciones, aprender, reinventarse y mantener un flujo constante en sus miembros y en sus líderes. Detrás de un líder militar, existen siempre, ya preparados, otros líderes listos para tomar el mando y darle continuidad a la organización. El enemigo potencial (la competencia, en el caso de las empresas) está en constante búsqueda de los puntos débiles para tomar ventaja. Por lo anterior, el compromiso constante del ejército (y de las empresas) es prever esos puntos débiles -los propios y los de los enemigos- buscar soluciones, aprender, cambiar, evolucionar y adaptarse.
La tecnología militar -igual que la tecnología de los negocios- está impactada dramáticamente por las innovaciones que se presentan a nivel mundial. Por ello, el liderazgo militar maneja su cultura y evoluciona para adaptar esas innovaciones a sus operaciones diarias.
La disciplina militar se basa en el liderazgo, se asegura que los líderes estén preparados, mental y físicamente, para dirigir las operaciones, para tener éxito. En la milicia -cómo en las empresas- el liderazgo lo es todo. Es más peligroso un ejército de ovejas comandadas por un león, que un ejército de leones comandados por una oveja. El buen liderazgo surge, se crea y se alimenta de la cultura y la disposición al cambio.
Para lograr sus metas, la milicia se compromete en evaluar el ambiente en que se desarrollarán, establecer objetivos, buscar oportunidades, aprender, adaptarse, educarse, entrenarse, compartir conocimientos, actuar con pensamiento crítico y cambiar.
Los elementos clave del proceso militar son:
Cultura, coraje y entrega, educación, pensamiento crítico basado en hechos, cambio y adaptación, y compartir conocimientos.
Los métodos para lograr sus objetivos son: Cohesión en todos sus miembros, preparación adecuada y suficiente en todos los niveles, intercambio eficiente de información, lenguaje común y metodologías de compensación.
En este mundo complejo debemos explorar todas las posibilidades de mejora., prender todas las luces para ver todo el escenario, en lugar de encender una lámpara para ver solo una parte del mismo.
