«El empoderamiento de las mujeres rurales es crucial para poner fin al hambre y la pobreza. Al negar derechos y oportunidades a las mujeres, negamos a sus hijos y a las sociedades un futuro mejor. Esta es la razón por la cual las Naciones Unidas pusieron recientemente en marcha un programa para empoderar a las mujeres rurales y mejorar la seguridad alimentaria».
Ban Ki-moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas
Día Internacional de las Mujeres Rurales
El pasado 8 de marzo fue conmemorado el Día Internacional de la Mujer, proclamado en 1977 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el cual se recuerdan las luchas desarrolladas a lo largo de los últimos doscientos años en diversos países del mundo a favor de los derechos de las mujeres, por la instauración del voto femenino, la igualdad y la paz. La fecha elegida, no fue casualidad pues corresponde a un acontecimiento funesto, la trágica muerte de más de un centenar de mujeres que ocurrió en 1911 en una fábrica de confección de ropa de la ciudad de Nueva York. Ya desde el 28 de febrero de 1909, el Partido Socialista de los Estados Unidos empezó a celebrar el "Día Nacional de la Mujer", y al año siguiente, la Internacional Socialista proclamó en Copenhague, Dinamarca, el "Día de la Mujer" en una reunión en que participaron más de cien delegadas de 17 países que votaron para que en esta fecha las mujeres iniciaran un proceso de empoderamiento a favor de la emancipación política, económica y el acceso a la justicia social.
En nuestro país, uno de los grandes impulsores del movimiento feminista, fue el general Lázaro Cárdenas del Río, quien consideró que ese género, en su determinante participación en la búsqueda de una sociedad más igualitaria, sin discriminación y con igualdad de oportunidades para todos y todas, debería contar no solo con el pleno reconocimiento y respeto colectivo, sino, y sobre todo, con el apoyo del Estado para poder salvar las barreras impuestas secularmente por el género masculino, pero además, sostenía que la sociedad jamás alcanzaría la plenitud de su desarrollo, si la mujer no tenía una participación definitiva en todas las esferas de la vida comunitaria.
Hasta ese momento, la mujer era el elemento menos valorado y más vulnerable de la escala humana. El cambio de esa condición que lastimaba su dignidad, se logró cuando el general Lázaro Cárdenas del Río, uno de los más prominentes mexicanos, impulsó uno de los proyectos más ambiciosos y jamás soñados para La Laguna; el Decreto del 6 de octubre de 1936, que ordenaba la expropiación de los latifundios en beneficio de los campesinos, cortando de tajo el injusto sistema de opresión y explotación al que estaban sometidos quienes laboraban en las haciendas como peones acasillados. Para lograr esta hazaña, Cárdenas utilizó toda la fuerza del Estado mexicano, pero no era suficiente. Se requería de un grupo operador y combativo, sin anclas y rémoras culturales, que asumiera el control y la conducción del proceso.
Para hacer un recordatorio de los obstáculos que tuvo que superar en épocas pasadas la mujer mexicana, y en forma particular la lagunera, en su lucha por mejorar las formas de vida de las mujeres, consideradas antes como seres carentes de capacidades para intervenir en la vida pública y en otras cuestiones, mencionamos algunos acontecimientos que provocaron un cambio y crearon conciencia de que existían situaciones irregulares que debían modificarse para lograr el desarrollo común de nuestra Patria.
Uno de ellos, fue el enarbolado por Hermila Galindo Acosta, nativa de la tierra lerdense, quien fue un baluarte irreductible de ideas y principios, dotada de una capacidad asombrosa para defender sus proyectos de género, cuestionando el aparato burocrático que reservaba exclusivamente las áreas públicas a los hombres, y las domésticas para las mujeres. Ella, les buscaba una identidad distinta, que permitiera la convivencia común e igualitaria en todos los aspectos. En el Segundo Congreso Feminista celebrado en Yucatán, a fines de 1916, Hermila planteó: "La esfera de la mujer está en todas partes porque ellas representan más de la mitad de la especie humana, y su vida está íntimamente ligada con la de la otra mitad. Los intereses de las mujeres y de los hombres no pueden separarse. La esfera de la mujer está por lo tanto, donde quiera que esté la del hombre". Hermila Galindo alternó en proyectos feministas pugnando por que se reconociera políticamente a la mujer, alternando con figuras relevantes, como: Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, María Arias Bernal, Elvia Carrillo Puerto y Rosaura Zapata, quienes también impulsaban métodos modernos en la educación y en la política.
En nuestra región, buscando acelerar de manera irreversible su proyecto de desarrollo y transformación de las relaciones sociales y de propiedad de la tierra, el general Lázaro Cárdenas eligió como punta de lanza para sus propósitos al sector femenino. Ante ese llamado, las humildes, sumisas y siempre marginadas trabajadoras del campo, se levantaron como verdaderas gladiadoras, adalides en la defensa de un plan, en el que estaba contemplada su propia vida, la de sus hijos, y el destino de su comunidad. El confinamiento de la mujer a las labores del hogar, al cuidado y responsabilidad de los hijos, enfermos y ancianos, era lo único aceptable para una sociedad machista, que marcaba más su huella en el campo, donde la explotación era la base en la cual se sostenía la economía rural semifeudal, donde solo unos pocos gozaban de los frutos que prodigaba el trabajo ajeno, la libertad y los derechos políticos que eran una mera ilusión, lo que a su vez se traducía en un círculo de mediocridad, atraso y marginación.
Para garantizar el éxito de la reforma agraria cardenista, se utilizó la estrategia de movilizar, de manera organizada, a las mujeres en la lucha contra el alcoholismo que asolaba a los jornaleros agrícolas, quienes derrochaban sus escasos salarios en detrimento del bienestar familiar, para en seguida, eslabonar la batalla para dignificar la condición de la mujer rural, vigilando que los ingresos y utilidades generadas en las diversas actividades económicas fueran aplicadas al mejoramiento de la familia, impulsando la formación de bibliotecas, cooperativas femeniles para la distribución de bienes de consumo y vestuario, así como el fomento de las actividades culturales. Para consolidar el reparto y evitar la regresión, el presidente Cárdenas tomó la decisión de constituir una Liga Femenil en cada núcleo agrario que se fuera creando. En la fase inicial, todas las ligas femeniles recibieron máquinas de coser y telas de manta y percal, con el fin de que confeccionaran las prendas de vestir para los integrantes de los núcleos campesinos, canalizando para ello apoyos de los profesores rurales, quienes asumieron funciones de asesoría.
En el fondo, Cárdenas sabía que era inviable cualquier intento de cambio si la mujer no asumía una participación activa. La base de semejante estrategia, no era otro que impulsar una educación alejada de fanatismos y cadenas de control, que pudiera convertirse en una fuerza que transformara todas las relaciones sociales en el campo, desde las más elementales de producción, distribución y consumo, hasta las estructuras educativas, culturales y políticas, buscando democratizar la toma de decisiones donde la mujer tendría un papel fundamental al empoderarse y asumir las riendas de su propia vida.
Estas reflexiones sobre esos personajes femeninos, son necesarias ya que trazaron un sendero de lucha incesante y decidida, en el cual sufrieron humillaciones y acusaciones injustas en su largo peregrinar por los caminos de la incomprensión y la descalificación permanente, en su búsqueda incesante por alcanzar los derechos plenos de la mujer. Fueron precursoras de la defensa de los ideales de dignidad y participación femenina en todos los campos; verdaderas heroínas de arduas batallas. Esas generaciones fueron una impresionante pléyade de combativas mujeres, que merecen ser recordadas y glorificadas.
(ramlom28@hotmail.com).