Segunda parte
Al inicio de 1930 y a consecuencia de los acontecimientos políticos nacionales, hubo una transformación sumamente radical en las diversas entidades del país, que afectaron a muchas de las estructuras creadas en Durango. Por lo pronto, a Alberto Terrones Benítez se le recompensó con la gubernatura estatal y a Lorenzo Gámiz se le designó delegado del Partido Nacional Revolucionario, de reciente creación, con la misión de organizar los comités estatales y municipales. En la convención fundacional, la asamblea designó como primer presidente de esa organización política al licenciado José Ramón Valdez, quien había sido anteriormente presidente municipal de Santiago Papasquiaro, su lugar de origen y quien más tarde fue diputado local.
La intervención en el proceso de formación del PNR, se le confió al delegado del Comité Ejecutivo Nacional de ese partido, senador por Durango, Pastor Rouaix Méndez, mismo que gozaba de un reconocido prestigio político y personal, desde su época como gobernador del estado durante la etapa revolucionaria y por su gran logro de haber expedido la Primera Ley Agraria que tuvo el país, decretando la expropiación de los bienes del clero en la entidad y por su participación en el Constituyente de 1917, donde colaboró como uno de los redactores principales del artículo 27 constitucional. Ésta bien ganada fama, le permitió a Rouaix, negociar con los partidos opositores para que se integraran al PNR, otorgándoles algunas posiciones políticas en los puestos de elección popular, sin afectar los intereses del Revolucionario, ya que todos los candidatos a las diputaciones locales provenían de su parcela y fueron favorecidos por el triunfo, al no tener adversarios en esa contienda.
Sin embargo, la situación no prosperaba y debido a los errores cometidos por el gobernador Terrones Benítez, se eligió en su lugar al diputado federal y presidente del PNR José Ramón Valdez para gobernar del 30 de septiembre de 1930 al 30 de septiembre de 1932. Sin embargo, por la tenaz acusación de los diputados federales por Durango, Lorenzo Gámiz y Liborio Espinoza, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión declaró desaparecidos los poderes en el estado el 6 de agosto de 1931, bajo los argumentos que Valdez mantenía una política antirrevolucionaria y clerical, nombrando gobernador provisional al diputado Gámiz, desde luego con el aval del Jefe Máximo, Plutarco Elías Calles. José Ramón Valdez solicito un recurso de amparo ante el Juez Federal de Distrito, radicado en Torreón, Coahuila, quien en un acto insólito de independencia judicial dio entrada al recurso, por lo que la legislatura local echó atrás la resolución del Congreso y ratificó a Ramón Valdez como gobernador de la entidad, en septiembre de 1931. A pesar de que el presidente Pascual Ortiz Rubio no apoyó la decisión del Congreso si advirtió que había un fuerte antagonismo contra José Ramón y recomendó a la Cámara de Senadores el nombramiento de Pastor Rouaix como gobernador, siendo aprobada tal propuesta por la Cámara Alta y designó para el cargo a Rouaix, sin afectar los Poderes Legislativo y Judicial, acordando incluso, que el gobernador destituido podría postularse a ese mismo cargo en la siguiente elección. Por esa determinación superior, Gámiz perdió la gubernatura y pronto tuvo diferencias con el gobernador Rouaix. El diputado, acusó ante el general Calles que el gobernador utilizaba a la policía para tratar de asesinarlo. La versión de Rouaix fue mucho más cómica: "General de División P.E. Calles. Deploro tener que comunicarle que diputados federales Gámiz y Clemente Cisneros en estado de embriaguez han cometido varios escándalos. Jefatura de Operaciones militares tiene conocimiento de este asunto. Por la tarde vime obligado a usar mi bastón contra diputados, pues injuriáronme. Salúdolo respetuosamente. Ingeniero Pastor Rouaix".
Parecía entonces que el dominio del PNR no tenía oposición, pero de pronto, en 1932, y con el aval de Calles, apareció el Partido Institucional Durangueño (PID) que se les enfrentó y postuló candidato a la gubernatura al callista general de brigada Carlos Real Félix con algunas gentes del partido contrario, pero leales al callismo. El general Carlos Real, aunque nacido en Tamazula, Dgo., se había incorporado a la revolución constitucionalista desde 1913, saliendo de su estado natal y en consecuencia era poco conocido, regresando hasta 1932 para contender por el gobierno del estado con el apoyo del Jefe Máximo. Fue una contienda muy apasionada con las consabidas acusaciones mutuas de intimidación a los votantes, violencia y robos de urnas, donde ambos bandos se proclamaron ganadores, pero el 27 de junio el general Carlos Real envió un telegrama al general Calles comunicándole del triunfo de su "candidatura revolucionaria independiente". En el terreno de las diputaciones federales los candidatos del PNR ganaron en los cuatro distritos electorales, así como en la senaduría que ganó el general Severino Ceniceros. Los diputados locales encabezados por Alberto Terrones Benítez se negaban a aceptar la derrota y enviaron telegramas al general Calles pidiéndole rectificar su apoyo al general Real y en paralelo, al presidente de la nación, Pascual Ortiz Rubio, le pedían impidiera la imposición callista, pero este ya no podía intervenir ya que presento su renuncia al cargo el 2 de septiembre de 1932 y Calles se negó a escucharlos en vista de la grave situación que enfrentaba el país por ese motivo y la designación del general Abelardo L. Rodríguez como presidente provisional.
El 15 de septiembre de 1932 el general Real Félix asumió el mando constitucional en el estado y se dedicó a negociar con sus adversarios utilizando tácticas políticas muy afortunadas y eficientes, completamente opuestas a las de los anteriores gobernantes, desterrando de su gobierno las represalias a los vencidos y otorgándoles por el contrario las garantías necesarias, al igual que al resto de la sociedad, reconociendo a los revolucionarios y a las gentes de abolengo y enseñando, además, virtudes que le ganaron el reconocimiento general. Con quienes mantuvo diferencias fue con sus adversarios electorales, José Ramón Valdez y Alberto Terrones Benítez a los que desplazó de la dirección del Sindicato de Campesinos, promoviendo el ascenso de gente valiosa como nuevos responsables y reactivando el reparto de tierras, en forma de ejidos o de colonias agrícolas en sitios cercanos a la capital duranguense. A los hacendados y terratenientes les dio garantías sobre sus patrimonios y la entrega de créditos de refacción, si cumplían con el fraccionamiento. Como típico gobernante de la época, el general Real adquirió el rancho La Jarita en el municipio de Gómez Palacio que le vendió la Compañía de Tlahualilo. Entre sus numerosos aciertos, promulgó la Ley de Aparcería en la que se daban bases y normas para esa forma de trabajo; dio gran impulso a la construcción de caminos; tendido de telégrafos y teléfonos; introducción de agua potable, obras de irrigación y construcción de escuelas.
También impulsó la educación, nombrando a uno de los maestros más capacitados y que gozaba de alta estimación entre el magisterio, don Catarino Herrera, que diseñó radicales planes de estudio de tipo socialista. El gobierno Realista definió las características principales de la educación en el estado: enseñanza obligatoria, gratuita, laborista, activa, contra prejuicios, fanatismo y supersticiones, cooperativista y comprensiva. La postura educativa causó problemas con los grupos conservadores. Los alumnos del Instituto Juárez se fueron a la huelga, el clero azuzó al pueblo en contra de la escuela y los maestros invitándolos a no enviar sus niños a clases.
A inicios de 1933, personajes y grupos demandaban el retorno al camino de la Revolución Mexicana y la observancia de la Constitución de 1917. En la carrera por la sucesión presidencial dos grupos se preparaban para esos momentos decisivos. El primero lo encabezaba el general y ex-gobernador de Coahuila, general Manuel Pérez Treviño, presidente del PNR y un grupo de prominentes políticos, muy cercanos al Jefe Máximo, entre ellos varios gobernadores, incluyendo al general Carlos Real. La segunda corriente estaba reunida alrededor del general y ex gobernador michoacano Lázaro Cárdenas del Río quien había sido Secretario de Gobernación y de Guerra durante el maximato. Después de una lucha intensa por obtener la candidatura y a la renuncia de Pérez Treviño el 7 de junio de 1933, Cárdenas, con un respaldo determinante de las bases sociales del país y habiendo recorrido más de 27 mil kilómetros en campaña, se encaminó rumbo a las elecciones de 1934, donde obtuvo una resonante victoria con un total de 2´225, 000 votos, de los cuales, Durango aportó 50,482; representando el 99.64% de la votación total en el estado. Durante el desarrollo de la elección, el general Cárdenas permaneció en la ciudad de Durango, lo cual le agradeció el gobernador Carlos Real. Sin embargo, la ruptura entre estos personajes estaba cerca, el general Real apoyaba a los terratenientes y Cárdenas tenía muy arraigados sus propósitos sobre el reparto de la tierra. Pronto vendría el desenlace.
(ramlom28@hotmail.com)
Bibliografía: El cardenismo en Durango Historia y política regional, Pável Leonardo Navarro Valdez. Hombres y Mujeres de Durango, Manuel Lozoya Cigarroa.