A principios de la primera década del siglo pasado, la situación política en nuestro país estaba caracterizada por un alto grado de inconformidad en contra un gobierno tiránico y opresor, que durante 34 años había privado al pueblo mexicano de sus derechos más elementales. Esa terrible crisis motivaba protestas generalizadas en el país, ya que solamente los privilegiados podían alcanzar los beneficios que les procuraba un gobierno dictatorial y abusivo, con un alto costo económico y social que dañaba gravemente a las clase marginadas, que eran un elevadísimo porcentaje de los mexicanos. Esa situación, tan dramática y extrema, creaba un creciente rechazo a los nefastos procedimientos del gobierno de Porfirio Díaz y aumentaba el deseo de rebelión de los opositores, que durante la primera década hicieron estallar varios movimientos que estremecieron la vida nacional y que eran preludio de una gran conflagración, que se veía venir, como consecuencia del enorme descontento que prevalecía contra la dictadura porfirista.
El dictador, cada vez advertía con mayor certeza, que los tiempos políticos ya no le favorecían, y aseguró en una entrevista, que al final de su mandato se retiraría sin buscar la enésima reelección. Ante esa contundente declaración, sus adversarios empezaron a manifestarse públicamente. Uno de los principales opositores era don Francisco I. Madero, crítico de los más severos y activos en contra del gobierno porfirista. Realizaba giras por toda la nación, denunciando la situación tan dramática que vivía el país y manifestando su intención de participar en la contienda electoral por la presidencia de la república. Al triunfo de la revolución maderista y la renuncia de Porfirio Díaz, el 25 de mayo de 1911 y su posterior exilio a Europa, en la afamada película documental: "Memorias de un Mexicano", de Salvador Toscano, que aborda múltiples temas de la Revolución, hay constancia fílmica sobre su visita a Gómez Palacio, Dgo., el 4 de junio de ese año, cuando se dirigía a tomar posesión de la presidencia que dejaba vacante el viejo dictador
En el estado de Durango, Madero, desde 1904, emprendió un enérgico trabajo de proselitismo buscando contar con el respaldo de sus parientes, entre los cuales se encontraban don Antonio Gurza y su hijo Jaime Gurza, quien en ese entonces eran unos de los más importantes empresarios en esa entidad, como con otros integrantes de las familias: Sarabia, Bracho y Castillón, y don Juan Lozoya, propietario de la hacienda de Guatimapé. También entabló comunicación con el ingeniero Carlos Patoni, y en Gómez Palacio, se entrevistó con el licenciado José Agustín Escudero. Don Francisco I. Madero, propuso a Patoni para que se hiciera responsable del Club Antirreeleccionista en el estado de Durango. Sin embargo, ni este, ni Juan Lozoya, se hicieron presentes, y al igual que Escudero, nunca se comprometieron, por lo que sus planes no tuvieron éxito, al no haber encontrado respuesta de las personas que consideraba apoyarían el movimiento.
El 14 de mayo de 1904, le hace llegar un mensaje al profesor Manuel N. Oviedo a Torreón, pidiéndole: "Es necesario que vaya a Durango, hable con el ingeniero Patoni y con Juan Lozoya, para que vea de que manera activa los trabajos de aquel club antirreeleccionista, llamándoles la atención sobre la actividad que reina en toda la república". Cansado por la falta de respuesta, el 26 de mayo le hace llegar a Guatimapé, una carta directa a Juan Lozoya, diciéndole: "Me extraña no haber recibido ninguna clase de noticias de Ud., ni contestación a mi telegrama. Le suplico hablarme con entera franqueza, pues deseo saber si se cuenta con la ayuda de Ud., en este estado; si no, para ver de quien me valgo…". El mismo día, a Carlos Patoni, también le hace llegar otra carta en el mismo tono: "Mucho le agradeceré decirme qué le ha pasado por allá, pues no han dado señales de vida y Durango es uno de los estados que se están quedando más atrás en el movimiento político actual, que cada día es más vigoroso".
En Gómez Palacio, las cosas funcionaban de manera diferente. Gabino Guzmán afirmaba, y con razón, que "los maderistas fueron campesinos de La Laguna, de Cuencamé, de las quebradas, de los llanos y desiertos". En ese contexto, el 15 de septiembre de 1910, se cumpliría el primer centenario del inicio de la Guerra de Independencia, por lo cual y desde meses antes, la Junta Patriótica Local de Gómez Palacio, cuyo presidente era don Dionisio Reyes, un litigante conocido como "Don Nicho", con Juan Pablo Estrada, Ezequiel Guillén y Joaquín Amparán, que eran los otros miembros de la junta, preparaban el programa de la conmemoración de tan importante fecha. Esa celebración les sirvió de cobertura, pues junto con un numeroso grupo de laguneros, entre los que se encontraban: Isidro y Gregorio García, Orestes Pereyra, Jesús Agustín Castro, Sixto Ugalde Guillén, Benjamín Argumedo; Los hermanos Cosme y José Villa, Epitacio Rea, Juan Pablo Estrada Lozano, Lázaro Chacón Medina, y Antonio Palacios, entre otros, mismos que serían combatientes en la lucha armada que iniciaría el 20 de noviembre de 1910, de acuerdo a la consigna del Plan de San Luis, convocado por Francisco I. Madero.
El día 16 de septiembre de 1910, en el que se celebraba el Primer Centenario de nuestra Independencia, se efectuó un animado desfile conmemorativo. Don Pablo Machuca Macías, primer cronista municipal, en su libro "Ensayo sobre la Fundación y Desarrollo de La Ciudad de Gómez Palacio, Durango", señala: "El 16 por la mañana los integrantes de la junta patriótica con un ancho listón tricolor cruzado sobre el pecho -como los presidentes-, encabezaron el desfile junto con las autoridades municipales que prestaron todo su apoyo para la celebración de las modestas fiestas. Seguía la banda de música de los obreros de fábrica de textiles de La Amistad, luego los soldados del resguardo marchando marcialmente, acompañados del estruendo de tambores y clarines, en seguida los niños de las pocas escuelas existentes y finalmente los carros alegóricos. En uno de ellos, una jovencita representaba a la Patria. Por la tarde, en la alameda hubo palo, barril y marrano encebado y por la noche serenata y fuegos artificiales en la plaza de armas". Al terminar los festejos, todos volvieron a sus rutinas: los obreros al trabajo, los niños a sus casas y los conspiradores a continuar sus preparativos.
La noche del 15 de noviembre de 1910, un numeroso grupo de simpatizantes se reunió en el domicilio de la calle Blanco, número 8 norte, de la ciudad de Torreón, Coah., en una jornada plena de patriotismo y solemnidad, donde levantaron una acta en la cual se desconocía a Porfirio Díaz y a "todas las actuales autoridades políticas de la República Mexicana, por ser ilegítimas". Además, y de manera categórica, establecía la siguiente declaración: "Se acepta la guerra, como único medio inmediato y eficaz para conseguir tener en los puestos públicos autoridades nombradas por el pueblo mexicano" También se aceptaba en todos sus términos el Plan de San Luis y el nombramiento del ´C. Francisco I. Madero como General en Jefe del Ejército Republicano Anti-Reeleccionista´, al que también se reconocía como Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos. Para organizar el levantamiento armado se nombraron como Oficiales del Ejército Republicano Anti-Reeleccionista a: "Damián López Rodríguez, Timoteo Muñiz, Ventura Flores, Jesús Marentes, Ladislao Reza, Úrsulo Medrano, Lino González, Octaviano Ramírez, Manuel Mireles, Francisco F. Sánchez, Patricio Y. González, Francisco Martínez, Emeterio Campos, Doroteo Rosales, Arturo E. Barrera, Catarino Salinas Pérez y Gabriel J. Pereyra, de Torreón; Sixto Ugalde, de Matamoros Laguna; Dionisio Reyes y Juan Aguirre, de Gómez Palacio, Durango; Calixto Contreras, de Cuencamé, Durango, y Aureliano Fernández, de Lerdo, Durango.
El día 20 de noviembre, fecha señalada para realizar el levantamiento armado, no se contó con la presencia del profesor Manuel N. Oviedo, pues fue detenido, junto con otros conspiradores el día 15 del mismo mes, ni de don Nicho, por estar incapacitado físicamente, por lo que no participaron en las acciones de armas de la rebelión que se realizó en tiempo y forma el domingo 20 de noviembre de 1910, en la ciudad de Gómez Palacio, cuando cerca de 40 elementos al mando de los caudillos Jesús Agustín Castro Rivera y Orestes Pereyra Cornejo, se lanzaron a la contienda, modestamente pertrechados y algunos de ellos montados en improvisadas cabalgaduras, con la terrible carga de abandonar a sus familias en una aventura plagada de malos augurios y sacrificios sin límite, solamente motivados por su ferviente patriotismo y los enormes deseos de lograr un cambio en sus terribles condiciones de vida, enfrentándose por medio de la violencia a una dictadura perversa y perniciosa, que tenía sumidos a los mexicanos en la miseria más extrema, sin ningunas esperanzas de redención.
Así se inició en Gómez Palacio, Dgo., el movimiento social más grande del Siglo XX, para acabar con la dictadura más longeva y sanguinaria que haya padecido nuestro país.