Segunda y última parte
La noche del 20 de noviembre de 1910, se desencadenó en nuestro país el torbellino de la lucha armada, a consecuencia de la terrible situación propiciada por un gobierno excluyente, que solamente favorecía a los poderosos manteniendo totalmente al margen a las clases populares, a los más débiles y miserables, quienes descubrieron a través de las proclamas de los opositores, la opción que habían estado esperando desde años atrás, para derrocar la perversa dictadura ejercida desde hacía 34 años don Porfirio Díaz Mori, buscando el cambio que les restituyera sus derechos, que los sacara de la miseria permanente en que vivían sin esperanzas de redención y eternamente oprimidos, sometidos a la ignorancia, al serles negado el acceso a la educación y a mejores condiciones de supervivencia, viviendo totalmente alejados de la libertad y la democracia. Por muchas de esas razones, las proclamas del Apóstol de la Democracia, don Francisco I. Madero, fueron cayendo en el campo fértil en que abundaba la desesperanza y la angustia. Sus demandas burladas, de procesos electorales limpios y libres de imparcialidades, propiciaron su llamado a la nación para derrocar al tirano por medio de la violencia, al reelegirse Díaz por medios fraudulentos, por enésima vez.
Para un mayor conocimiento de nuestros lectores, se hace una pequeña reseña de los protagonistas avecindados en la región, que participaron en esa sangrienta contienda civil, provocada por los excesos de la clase gobernante, que con mano dura suprimía los reclamos de las clases marginadas, imponiéndoles castigos excesivos e injustificados que incluían penas de muerte, como él: "mátalos en caliente" o "aplícales el encierro, el destierro o el entierro, para ver si así escarmientan". Por esas terribles represalias sufridas, los habitantes de nuestra comarca, solidarios con las exigencias de sus hermanos de infortunio, no dudaron en tomar el camino de la rebelión, y se apoyaron en las prédicas de dos personajes imbuidos de un gran fervor patriótico y de una inquina permanente contra el régimen perverso que nos gobernaba. El primero, don Dionisio Reyes, conocido litigante de Gómez Palacio, que tenía mucha cercanía e influencia con grupos de ciudadanos inconformes de esa población y el profesor Manuel N. Oviedo, quien gozaba de la confianza del Sr. Madero y estaba lleno de grandes ideales libertarios y democráticos, con una capacidad innata para las actividades proselitistas. Ambos, trabajaban intensamente dentro de la clandestinidad para formar clubes antirreeleccionistas, apoyados por otros valiosos elementos para la causa, como: Orestes Pereyra Cornejo, el doctor José María Rodríguez y los hermanos Aguirre Benavides, entre otros valerosos ciudadanos.
Don Nicho, como se conocía coloquialmente al Sr. Reyes, originario de la capital del estado de Durango y avecindado en la comarca, era un afamado orador, que por sus dotes en la tribuna, siempre era comisionado en las fiestas cívicas para dar los discursos oficiales y como Presidente de la Junta Patriótica de Gómez Palacio, aprovechaba para lanzar arengas a la población. En esa condición, fue designado para organizar los festejos del primer Centenario de la Independencia Nacional el 16 de septiembre de 1910, y amparado en ese puesto, convocaba a sus partidarios, integrantes de la Junta a reuniones, en el que el tema principal encubierto era el de la rebelión contra el gobierno constituido, de acuerdo al Plan de San Luis. Por su parte, el profesor Oviedo, que era nativo de Jerez, Zacatecas y radicaba en Torreón, Coahuila, desde muy joven emigró a la Comarca Lagunera, con la finalidad de desempeñar su carrera magisterial y en paralelo desplegar sus ideales libertarios. La admiración y amistad personal que mantenía con don Francisco I. Madero, favorecieron el desarrollo de sus actividades entre los simpatizantes de la rebelión armada y, en mancuerna fraternal con don Nicho, difundían el contenido del libro de Madero llamado "La Sucesión Presidencial de 1910", para motivar a sus prosélitos.
Ambos líderes, conspiraban activamente con un numeroso grupo de simpatizantes, habitantes en su mayoría de la vecina ciudad de Torreón, que prometían aportar un gran contingente de voluntarios para iniciar el levantamiento el día convenido, planeando reunirse el día señalado, en un punto intermedio entre las dos ciudades laguneras para no despertar sospechas de las autoridades, que ya conocían los propósitos revolucionarios. El día 15 de noviembre, se realizó en Torreón una histórica reunión secreta de los dirigentes de los comprometidos, en la que se acordó declarar la guerra al gobierno como único medio inmediato y eficaz para tener autoridades nombradas por el pueblo, desconociendo a Díaz y a todas las autoridades políticas de la República Mexicana, para lograr la anhelada liberación de la Patria y se aceptaba en todos sus términos el Plan de San Luis reconociendo a Francisco I. Madero como jefe del Ejército Republicano Antirreeleccionista.
Previamente en septiembre de 1910, en reunión celebrada en el barrio de La Patria, sito por Aldama, entre Escobedo y Patoni de la ciudad gomezpalatina, fue nombrado como jefe de los revolucionarios, el Sr. Mariano López Ortiz, quien el día 20 de noviembre no se presentó al inicio de la revuelta, ya que se conoció posteriormente que acompañaba al Sr. Madero en territorio de los Estados Unidos, pero al no dar aviso a los conjurados de su viaje, en esos momentos fue considerado como traidor a la causa, lo que obligó a elegir entre los levantados en armas a Jesús Agustín Castro Rivera como jefe del movimiento, con Orestes Pereyra Cornejo como segundo al mando.
Jesús Agustín Castro, nació el 15 de agosto de 1987, en el rancho Eureka, dentro de la hacienda Media Luna, que por razones políticas dependía entonces de la cabecera municipal de Lerdo, perteneciente al Partido de Mapimí, Dgo. Terminó sus estudios primarios en Lerdo y se trasladó a trabajar a Santa Bárbara, Chih., laborando en la mina "Tecolotes", en ese lugar, en 1906, siendo carpintero de ese mineral participó en la primera huelga en el régimen de Porfirio Díaz. En 1907, era empleado de una panadería en Parral, y colaboró en la formación del Sindicato de Panaderos "Miguel Hidalgo", lo que provocó que los patrones lo vetaran por su labor en esos movimientos, por lo que regresó a la región y empezó a laborar en 1909 como conductor de un tranvía de la ruta de Torreón a Lerdo, hasta septiembre de 1910.
El 20 de noviembre, surgió un caudillo auténtico que encabezando a un pequeño grupo de rebeldes inició la Revolución Mexicana y después de luchar en cruentos enfrentamientos con las fuerzas enemigas por las campiñas duranguenses, el 15 de mayo de 1911 sus hombres tomaron Torreón por primera vez, siendo uno de los jefes principales en esa terrible batalla. Después de esos acontecimientos su carrera adquiere tintes de gran protagonismo, combatiendo como maderista y más tarde incorporado a las filas carrancistas fue Comandante militar en Chiapas, Gobernador y Comandante Militar en Oaxaca. El año de 1920 es nombrado Gobernador de Durango. Anteriormente fue Secretario de Guerra y Marina, y en 1939, el Presidente Lázaro Cárdenas lo designa Secretario de la Defensa Nacional, muere el 22 de enero de 1952 a los 65 años en la ciudad de México, y es trasladado con todos los honores en un tren militar hasta el Panteón de Gómez Palacio. El 15 de septiembre de 1997, su nombre es colocado con letras doradas en el recinto del Congreso del Estado de Dgo.
El general Orestes Pereyra Cornejo, otro de los Precursores de la Revolución Mexicana en Gómez Palacio, debe ser considerado como uno de los combatientes, más integro, valiente y con un acendrado patriotismo, su entrega a la causa de la lucha armada en compañía de sus hijos Orestes y Gabriel Pereyra Miranda merece un sitial de honor en nuestra historia patria. Nació en Santa María del Oro el 28 de enero de 1961, y radicaba en Torreón junto con sus hijos, desempeñando el oficio de hojalateros uniéndose a la causa en 1905, al fundar Madero el Partido Democrático Coahuilense. Después de participar en la Convención de Aguascalientes, Orestes Pereyra se traslada a Sinaloa para combatir a las fuerzas carrancistas, pero es apresado en la región del Fuerte, siendo ejecutado en el acto, a fines de noviembre de 1915. Sus restos reposan en la Rotonda de los Hombres y las Mujeres Ilustres de Durango.
El general Juan Pablo Estrada Lozano, fue otro de los valientes gomezpalatinos por adopción que enarbolaron la bandera de la lucha contra la dictadura porfirista. Nació en San Lucas de las Nieves, Zacatecas, el 15 de enero de 1987, y radicado en Gómez Palacio desde antes del inicio de la rebelión, a la cual se sumó. Fue cofundador y vicepresidente del Centro Antirreeleccionista de Gómez Palacio, participó en las batallas que siguieron al levantamiento en el estado de Durango y en la primera Toma de Torreón, consumada el día 15 de mayo de 1911. Combatió en Tamaulipas, Zacatecas, Nuevo León, Coahuila y Durango. Comandó el Regimiento de Caballería "Gregorio García" de la Brigada "Madero" de la División del Norte. En la vida política fue jefe de la primera Junta de Gobierno Revolucionaria de Gómez Palacio en 1911 y al término de la contienda fue diputado, senador y promotor de la Junta Popular Agraria que logró obtener tierras para los campesinos fundadores de la Colonia Agrícola "La Popular" del municipio de Gómez Palacio. Falleció en esa misma ciudad el 10 de julio de 1965 y sus restos reposan en el Panteón Municipal.
Otro distinguido combatiente fue Epitacio Rea Flores, quien nació el año de 1889 en Lerdo, Dgo. Al inicio de la contienda fue comisionado por don Francisco I. Madero para conducir un cargamento de armas y parque desde la frontera de Coahuila hasta Puebla, Pue. Esa difícil tarea, lo definió como hombre de confianza, osado y valeroso. Desde el inicio del levantamiento en Gómez Palacio, intervino en 42 hechos de armas, sobresaliendo las gestas heroicas del Cerro de la Pila, la Batalla de San Pedro y Paredón, en Coahuila, y la Toma de Zacatecas, todas sucedidas en el año de 1914. Fue fiel seguidor de Villa, hasta su renuncia a las armas en Tlahualilo, Dgo., y lo acompañó en la Hacienda de Canutillo hasta la muerte del Centauro, asesinado en Parral, Chih., regresando entonces a La Laguna, donde ocupó varios empleos y falleció el 4 de octubre de 1963, en Lerdo, Dgo., siendo sepultado en el Panteón Municipal de esa población.
Gregorio García Armendáriz fue el general más joven de la Revolución Mexicana, surgido de esa pléyade de valerosos luchadores que inconformes con la situación que vivía el país a causa de la dictadura porfirista, se incorporó, antes de llegar a los 18 años de edad, con quienes alentaban la rebelión, agregándose a las juntas clandestinas y en la fecha convenida se levantó en armas en Gómez Palacio, en compañía de su padre Isidro García. Gregorio había nacido en 1892, en Lerdo, Durango, pero permanecía en la comunidad gomezpalatina ayudando a su padre en un pequeño negocio de bisutería. En su adolescencia emigró a los Estados Unidos, debido a la pobreza de su familia e ingreso a una escuela en El Paso, Tex., adquiriendo suficientes conocimientos del idioma inglés, regresando a Gómez Palacio para continuar su preparación. Ingresa a laborar en la Compañía de Tranvías. Al triunfo de las armas, el Sr. Madero lo apoyó para que ingresara al Colegio y al asesinato de Madero, don Venustiano Carranza lo llamó para que se mantuviera a su lado, como escolta. Siendo todavía coronel, fue herido en batalla por las fuerzas de Benjamín Argumedo cerca de la Estación "Chávez", el 15 de julio de 1913. Su cadáver fue llevado a Parras; Coah., donde fue sepultado. Por sus notables méritos, Carranza le impuso el rango de general después de muerto.
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