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CRÓNICA LERDENSE

-Voy a visitar a mi madre a Ciudad Lerdo

Primera ceremonia en Lerdo con motivo de la develación de una placa y la imposición de su nombre, Francisco Sarabia Tinoco, a una  avenida, el día 4 de julio de 1939.

Primera ceremonia en Lerdo con motivo de la develación de una placa y la imposición de su nombre, Francisco Sarabia Tinoco, a una avenida, el día 4 de julio de 1939.

JOSÉ JESÚS VARGAS GARZA, CRONISTA OFICIAL DE LERDO

Este 7 de junio se cumplen 77 años en que el famoso aviador Francisco Sarabia Tinoco despegó del campo Bolling Field de la Ciudad de Washington, en su avión "El Conquistador del Cielo". Habiendo abordado la cabina del aeroplano puso los motores en marcha y sus últimas palabras de despedida que dio a las personas que lo habían acompañado dijo: "Voy a visitar a mi Madre a Ciudad Lerdo, Dgo., México, unas mil setecientas millas de distancia". Así lo manifestaron en su crónica los reporteros, quienes fueron testigos de que el héroe lerdense había cumplido con su misión de buena voluntad, y que regresaba a su patria sin saber el destino que le enfrentaba en su último vuelo. El avión estaba cargado con 1,400 litros de gasolina para volar hasta su tierra natal y aterrizar en los campos deportivos ejidales llamados "El Polo", donde los ansiosos lerdenses y la Madre de Sarabia lo estarían esperando para darle la bienvenida.

La madre de Francisco Sarabia, la sra. Mariquita Tinoco en ese tiempo radicaba en Torreón con una de sus hijas, lugar donde ese día 7 le habían preparado un recibimiento por la visita y festejar su triunfo. Mariquita se sentía feliz y alegre cada vez que esperaba a su hijo, y en esta ocasión abrigó la esperanza de que llegara con bien a su tierra natal. En Lerdo se le había organizado una grandiosa bienvenida por autoridades, estudiantes y pueblo en general, en el antiguo Estadio Ejidal, lugar que se utilizaban como campo aéreo. De ahí marchar con el Aguilucho Lerdense por el hoy bulevar Miguel Alemán, y continuar por una de las calles de Lerdo hasta el centro de la Ciudad. Para eso se habían adornado con mantas pasa calles y moños de papeles de colores, colocadas en las puertas de las casas, como un merecido reconocimiento a su hijo predilecto.

Desafortunadamente a las 10:35 horas de esa fatídica mañana del meridiano de Greewich, el famoso aviador mexicano con su avión se estrelló en las aguas del Río Anacostia afluente del Potomac. El piloto quedó atrapado en la cabina y sujeto por su cinturón de seguridad, cuatro minutos después Sarabia pereció ahogado. Un Perito médico legista extendió un certificado de defunción asentando que la causa de su muerte fue por inmersión accidental. Las estaciones de radio y la prensa de aquel entonces, dieron la noticia "Sarabia, Ha Muerto", toda la patria estaba de luto y dolor, México entero lo lloró; el destino trágico frustró su brillante carrera y el pueblo lerdense perdió a su hijo predilecto y la aviación a su máximo exponente. En la Comarca Lagunera, El Siglo de Torreón, publicó a ocho columnas la noticia "Sarabia cayó ayer a la vista de su esposa". "El motor falló a escasos 33 metros. Sus restos serán sepultados con honores de divisionario".

El fallecimiento del Aguilucho Lerdense causó infinita consternación en todo el país y propiamente a Lerdo, lugar donde Sarabia desarrolló los mejores años de su niñez y juventud, su trágica muerte puso fin a su vida útil y hundió en el dolor y la desesperación a su anciana Madre, porque su regreso a su solar patrio era para dar cumplimiento a la promesa hecha a ella y a sus amigos lerdenses, para festejar el éxito de su hazaña. Grande fue el golpe de su muerte que se apoderó de todos los habitantes comarcanos al conocer los detalles sobre la trágica muerte del aguilucho lerdense. Los periódicos regionales habían dado la espectacular noticia y las informaciones circularon a raíz de saberse del accidente fatal, algunas versiones sin lógica. A medida que fueron pasando las horas, el telégrafo trajo las noticias más documentadas, y dejaron atrás las afirmaciones escandalosas que estuvieron circulando.

Los lerdenses se dieron cuenta de tan lamentable accidente por medio de los aparatos de radio que se encontraban funcionando en las casas para escuchar los acontecimientos, donde se apiló una multitud de personas para captar nuevos detalles de la desgracia aérea. La noticia de la muerte de Francisco Sarabia, oriundo de Ciudad Lerdo, Dgo., fue impactante, y era natural que fuera aquí donde mayor consternación se sintiera la noticia de su trágica muerte. En efecto, apenas conocidos los detalles del accidente en que pereció el hijo predilecto de Lerdo, la gente se formó en grupos en calles y plazas, comentando tristemente el suceso, que puso fin a una vida útil. La calle en Lerdo donde nació Sarabia, estaba silenciosa cuando debería estar alegre.

Mientras la madre de Sarabia se le había hecho mucho tiempo su llegada y aún no sabía nada del trágico accidente de su hijo, motivo que le provocó una crisis nerviosa que se apoderó de ella, le aplicaron un sedante y se durmió. Se comisionó al Sacerdote católico Fernando Santiestevan para que le informara de la infausta noticia, de la cual se la imaginaba, sufriendo otro desmayo. Luego llegó el médico de confianza de la familia el Doctor Ramón Hermosillo, quien la atendió de inmediato. Al estar tranquila una inmensa cascada de lágrimas brotó de aquel noble corazón de cristiana acendrada, sufrió y lloró mucho. A las seis de la tarde, llegaron los primeros funcionarios a visitar a la madre de Sarabia, el señor Antonio García Robledo, recaudador de rentas en Torreón y el señor Jesús López alcalde de Lerdo, en representación del gobierno de Durango, quienes le presentaron sus condolencias y los sentimientos de pésame de parte del gobierno. Con palabras pausadas les decía Mariquita: "Me duele en el alma la pérdida de mi hijo, pero murió cumpliendo con su deber. Sé que el pueblo de México lo quería y eso me conforta en mi dolor".

El gobernador de Durango, Coronel Enrique Calderón R., al enterarse del desenlace trágico del fallecimiento de Sarabia, instruyó a los miembros del Congreso del Estado para que se expidiera un decreto declarando día de luto el 7 de junio, en todo el Estado y la Conmemoración en cada año. A la Alameda se le dio el nombre del extinto piloto descubriéndose en una ceremonia una placa alusiva. Mientras el señor gobernador del Estado de Coahuila, hizo patente sus condolencias por un representante a nombre del Gobierno de Coahuila, a la señora Doña María Tinoco Vda. de Sarabia, madre del extinto piloto. Igual que su homólogo de Durango se decretó el 7 de junio, día de luto en el Estado de Coahuila, suspendiéndose las labores en las oficinas públicas. En Torreón, el pabellón nacional fue izado a media asta en el Palacio Municipal, en señal de duelo y se externó a los componentes del cuerpo gendarmeril llevasen prendido al brazo un moño negro, así como al Cuerpo de Bomberos.

En las tres ciudades, Torreón, Gómez y Lerdo, se suspendieron todos los actos que pudieran significar fiesta. Un incontable número de casas ostentaban crespones negros en puertas y ventanas. En la casa donde nació Sarabia en Lerdo, colgaron crespones de luto y de la vecina Iglesia de San José, doblaron sus campanas que correspondían a los dulces recuerdos de Sarabia. El conocido ciudadano lerdense el Sr. Vicente Verdugo Villegas, quien encabezaba el Comité Pro Honores al piloto Sarabia, emprendió gestiones para que los restos mortales de Francisco Sarabia fueran trasladados a Lerdo y sepultados en el cementerio de su tierra natal, además se permitiera realizar sus honras fúnebres en la capilla de San José, en caso de ser traído a esta Ciudad, e imponerle una medalla que se había mandado hacer para condecorarlo como premio a la hazaña de abatir el récord de velocidad en su vuelo México-Nueva York.

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