Benito Ávila López posando de pie en la esquina de su negocio en 1958 y en el recuadro al lado derecho en 1942.
Ciudadano ejemplar, trabajador y católico, desde muy joven aprendió el oficio de la albañilería, carpintería, sembrar y cosechar las hortalizas, llegó a consolidarse como empresario en el ramo del servicio funerario fundando su agencia de inhumaciones Funeraria y Fotografía. Don Benito era un hombre comprensible con el dolor humano, pues ayudó a mucha gente humilde de la ciudad y del campo a solucionar sus problemas de sus difuntos. Nació en el año de 1904 en Lerdo, siendo sus padres el Sr. Hilario Ávila Ocón y Feliciana López, fue el primero de tres hermanos, Gregorio y Rafael. Vivió en su niñez en una casa por la Avenida Juárez y Galeana, tocándole ser testigo de la época de la Revolución y parado en la puerta de la casa con un perro observaba en ese tiempo como cabalgaban los jinetes armados a todo galope y montados en furiosos corceles, que entraban y salían en estampida los revolucionarios pasando por ahí tirando disparos, pues iban a tomar Gómez Palacio y Torreón.
Don Hilario Ávila Ocón, se cambió de domicilio adquiriendo una casa en la calle Morelos y Sarabia, ahí sus vecinos fueron don Marcos Alemán y Martín Castruita. Desde adolecente su papá Hilario le inculcó a Benito el oficio de la albañilería, carpintería, sembrar y cosechar las hortalizas utilizando los terrenos de las huertas de Lerdo. Pasado el tiempo fundó uno de los principales viveros de plantas ornamentales y diversas especies de frutales. Todos estos cultivos los regaba con el agua de una noria casera. También fue Jefe de Cuartel de la Manzana No. 3 y como regidor controlaba el agua en las acequias y distribuía las tandas de riego a los terrenos de las huertas que se encontraban al poniente norte de la Ciudad.
Don Benito, como carpintero consolidó su oficio en la funeraria del Señor Alejandro Montero al prestar sus servicios en ese negocio por el año de 1923, ubicada por la Calle Hidalgo en las casas de ladrillo rojo, entre la Matamoros y la Juárez, que era una de las principales casas de servicios funerarios en la región, allí don Benito aprendió hacer las cajas mortuorias, perillas de las cruces y a manejar el torno manual. También se enseñó a manejar las carrozas estiradas con elegantes caballos negros percherones adornados con arreglos fúnebres muy lujosos y pomposos. En seguida se hizo socio de Juan Durón propietario de otra funeraria que estaba por la Madero y Aldama, este señor contaba con carrozas de motor y asimismo, con otra funeraria en Gómez Palacio. El negocio fue floreciente, pues contaba con bastante clientela de los ranchos. Fue entonces que Benito volvió otra vez a su carpintería ubicada en Morelos 23 oriente, y le puso como lema "Funerarios tenemos lo necesario", e inició fabricando cajas de madera vendiéndolas baratas.
En ese entonces su hermano Rafael Ávila López trabajaba como mozo en la fotografía de Teodoro Cháirez, lo más elemental en fotografía de la región en esa época, donde don Benito fue invitado a laborar y aprendió el arte de la imagen, a retratar, revelar, retenedor y a retocar. En aquellos tiempos se tomaban las fotografías con luz natural. Con ese esmero e inteligencia que caracterizaba a don Benito se convirtió en un excelente fotógrafo. Al poco tiempo logró independizarse junto con su hermano, y entre los dos instalaron en 1924 la fotografía con el nombre de "R. Ávila Hermanos" y poco después una casa de servicio funerario, denominada "Ávila Hermano" ubicadas en la esquina de Morelos y Francisco Sarabia. Con la funeraria funcionando don Benito adquirió la carroza estirada por caballos que utilizaba Montero en su agencia, y gracias a su oficio de carpintero la adaptó y le montó una carrocería de un carro Buick, de color negro, convirtiéndolo en una carroza blanca para los angelitos.
Fue así que el emprendedor de Benito contando con experiencia y herramientas, fue contratado con oficio de carpintero en la construcción de la primera Hielera de Torreón, que se ubicaba cerca de la jabonera la Unión. Después participó en la instalación de la hielera de la Cervecería Sabinas de Cd. Lerdo como jefe de cuadrilla en la conformación de los cuartos fríos, quedándose como empleado en el puesto de checador de la pureza de la cerveza. Al salir de la Cervecería, le dio de lleno a su carpintería fabricando muebles. En el año de 1927 don Benito se casó con Felícitas Licerio, obteniendo de ese matrimonio sus hijos: Pedro (+), José Encarnación (+), Luis (+), Socorro (+), Teresa, Carmen y José Guadalupe.
Poco después se fue a trabajar a la antigua Comisión de Irrigación (hoy CONAGUA) ahí se dedicó a hacer las estacas y lo que se necesitaba. En 1933 fue testigo del incendio que sufrió esta dependencia que se ubicaba por la avenida Madero, entre Rayón y Galeana, todo un profesional con su cámara y triple en mano subiendo a las azoteas en llamas para sacar las mejores tomas dejando don Benito las constancias fotográficas de tal hecho. En el año 1944 le tocaron los cambios de la fotografía, pues al iniciar este oficio los negativos utilizaban cuadros de vidrio, para después el flashazo de pólvora o manganeso, medio que asustaba a la gente. También lo llamaban para tomar imágenes de los grandes mítines políticos y de las jornadas electorales del PRN en 1944.
En el aspecto social don Benito Ávila fue fundador del Círculo Mutualista de Lerdo Mixto denominado José María Morelos, del cual fungió como Presidente en los años 1941 y 1942, haciendo en este período mejoras al local construyéndole el techo, y por su gran don de gente que lo caracterizaba durante su intervención ayudó a la comunidad de pobres y humildes de la ciudad y el campo. Así mismo levantó una rotonda fúnebre Mutualista en el panteón de Lerdo, donde eran sepultados los socios que llegaban a fallecer.
Así como era fotógrafo, carpintero, buen padre, también era muy católico, razón por lo cual en 1946, junto con otros amigos iniciaron la idea de la construcción de un Santuario en el Cerrito de la Colonia San Isidro, él era uno de los más interesados en que se edificara esa capilla. En ese tiempo ingresó a la Acción Católica de Lerdo y conoció al Padre Manuel Campos, sacerdote entusiasta que dio la pauta para la construcción del Templo y precursor y fundador de los grupos guadalupanos en el Municipio en los años de 1944, 45 y 46, que tuvieron bastante auge en todas las colonias. En esa época la feligresía católica sentía un fervor tan grande por la veneración de la Virgen de Guadalupe. El autor y director del proyecto de la obra fue el Ing. León Estrada, quien consiguió dinero y materiales para el Santuario, en esa relación también don Benito colaboró con materiales e hizo las tomas de fotografía de la construcción.
Don Benito Ávila dejo de manejar las carrozas y trasladar a los difuntos, desde que su hijo Pedro se enseñó esa actividad y fue quien prosiguió con el servicio de la funeraria. Después de mucho trabajo en esta vida, y ver fincadas sus satisfacciones que fueron logradas a través de su dedicación y su perseverancia en el trabajo, Don Benito Ávila López falleció a la edad de 83 años, el 25 de enero de 1987. En toda su trayectoria de su oficio de fotógrafo don Benito acumuló una gran colección de fotografía de aquella época, dejando todo un acervo de negativos en vidrio y de rollo, que se encuentran archivadas en las cajas en poder de la familia de su hijo Pedro, dejando el negocio de la fotografía a Luis, otro de sus hijos.