Testimonio. Aquel 26 de agosto, Joel sintió una pistola en la sien, lo subieron a la parte trasera de un auto y lo llevaron a una casa donde fue torturado y mutilado.
En sus inicios, los secuestros en México tenían fines políticos y muchos años después el objetivo fue los grandes empresarios y gente famosa, pero en la actualidad se siente más miedo e inseguridad, porque el crimen organizado se ha diversificado y cualquiera es secuestrable, explicaron especialistas.
El secuestro produce tanto daño que el dolor no termina con el rescate de la víctima. Impacta en la sociedad por el sufrimiento físico y psicológico, no sólo para la víctima del plagio, sino para toda la familia.
Autoridades federales y estatales realizan esfuerzos para combatirlo, pero sigue siendo un delito frecuente cometido también por policías o exelementos, dijo Isabel Miranda de Wallace, presidenta de Alto al Secuestro.
En México, entre diciembre de 2012 y septiembre de 2016 fueron denunciados 5 mil 67 plagios; 3.6 en promedio diario. Se calcula que cinco de cada seis no se denuncian, de acuerdo con las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
"La ausencia de un familiar es similar a lo que viven con los desaparecidos. El proceso de angustia, de incertidumbre, es mayor y es permanente durante el cautiverio. La ausencia del cuerpo es muy importante para el sufrimiento, ellos no tienen a quién llorarle.
"Ese procedimiento es uno de los sentimientos más aterradores que pudiéramos tener como seres humanos", afirmó Emilio Daniel Cunjama, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).
Él y José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A.C., coinciden en que hay tres fases en la evolución de los secuestros en nuestro país.
En los años 70 fueron grupos guerrilleros y secuestraban políticos; la segunda etapa es cuando llegan las bandas preparadas que elegían a empresarios de muchísimo dinero, en los 80 y 90; a partir del año 2000, los expertos advirtieron la aparición de imitadores de Daniel Arizmendi o Andrés Caletri, los delincuentes que solían dedicarse a otras actividades comenzaron a secuestrar.
"Ahora tenemos otro cambio, éste implica la participación del narcotráfico; empezaron levantando a sus enemigos y después a levantar inocentes", explicaron Ortega, Cunjama y Wallace.
Ante ello, las Fuerzas Armadas han intervenido. El Ejército liberó a mil 154 víctimas en 2014 y a 164 al año siguiente, la Armada de México salvó a 36 y 34 personas.
"Te conmueve la situación de ver a la gente que llega a pedirnos ayuda para salvar a su familiar. Ellos mismos lo dicen: 'En nadie confiamos'. Son situaciones que no estamos facultados para intervenir, lo hacemos ante esa demanda, tenemos que tomar esos riesgos. Es la forma en que ayudamos, a veces", recordó un general de las Fuerzas Armadas.
Los delincuentes también evolucionaron, debido a que la mayoría de los robos quedan impunes, aunque casi 50 % de los secuestros son aclarados y actualmente hay más de 10 mil plagiarios presos.
"El secuestro es un nivel importante dentro del hampa; si entras al reclusorio no es lo mismo que seas 'rata', homicida, violador o secuestrador. Cada uno tiene su categoría y el secuestrador tiene una categoría alta; no necesariamente es la más alta", añadió el militar.
A nivel nacional hay una ligera disminución En el Estado de México fue 60 % en el último año, la entidad de mayor incidencia en esta administración, reconoció Patricia Bugarín, coordinadora Nacional Antisecuestro.
'AL DÉCIMO DÍA ME DIJERON: '¿LA OREJA O LA VIDA?''
Fueron tres las ocasiones en que Raúl recibió cajas muy pequeñas en la dirección de su negocio. En la primera había un dedo meñique; en la segunda, un anular, y en la tercera una oreja.
Cada uno de estos miembros pertenecían a su hermano Joel, quien fue secuestrado el pasado 26 de agosto y por quien los delincuentes exigían el pago de 10 millones de pesos para su liberación.
Las cajas las dejaban en la entrada del negocio, con la hija de Raúl, no sin antes decirle: "Este es un regalito para tu papá".
Desde el inicio Raúl entraría en contacto con la Unidad Especializada de Combate al Secuestro de Michoacán y a ellos les fueron entregando los miembros de su hermano mientras avanzaban las investigaciones. También entregó un video en el que Joel daba "fe" de su secuestro y rogaba por su vida.
Aquel domingo 26 de agosto a las 10:00 de la noche, Joel sintió una pistola en la sien y escuchó: "¡Ya te llevó la chingada, cabrón! Haz exactamente lo que te digo".
Lo subieron a la parte trasera de un auto, con la cabeza agachada, a punta de golpes con la cacha de la pistola para someterlo. El auto avanzó a alta velocidad. Llegaron a una casa, donde Joel alcanzó a ver a una mujer de aproximadamente 20 años, quien estaba sentada en una silla. Volvió a agachar la cabeza, fue vendado y atado de pies y manos con cinchos.
"Estás secuestrado y nos vas a decir cuánto dinero tienen tú y todos tus hermanos", escuchó y sintió la primera patada en la oreja derecha. Después recibiría muchos golpes más.
Joel explicó que vivía con su esposa, no tenía hijos, rentaba una casa por mil 200 pesos mensuales y un local de papelería por 2 mil 500 pesos. Dijo que no tenía dinero, que no era una persona solvente. Recibió más golpes y escuchó la instrucción de que estirara las manos. "Yo podía ver un poco por abajo de la venda porque no estaba del todo apretada, vi una tijera grande como de cortar pollo y sentí cómo me cortaban el dedo meñique", narró.
Después de esto recibió un poco de agua y algo de comer. Los interrogatorios continuaron y cada vez que decía no saber cuánto dinero tenían sus hermanos recibía más golpes, insultos y patadas.
A los dos días de perder su dedo meñique le cortaron también el dedo anular de la misma mano, la izquierda. "El dolor era insoportable, no quería que mi dedo se gangrenara. Podía ver mis venas cortadas y le rogué a un joven que estaba ahí -quien después supe que tenía 17 años-, que me hiciera una curación con Vick VapoRub, penicilina (sulfatiazol) y una hoja de yerbabuena (Joel conocía de primeros auxilios).
"Accedieron porque me necesitaban vivo para obtener el rescate. No por ninguna otra razón. No por humanidad. Eran ignorantes. Eran animales. No se les puede llamar personas. Yo no fumo, de vez en cuando me ofrecían un cigarro, lo fumaba. No quería comer. No pude dormir. Dormitaba una hora si acaso, siempre vendado, siempre amarrado de las manos y los pies.
"Al décimo día de cautiverio, el 8 de septiembre, la pregunta del que parecía el líder de la banda fue: '¿Tu oreja o la vida?'; y tuve que responder: 'Mi oreja'", recordó Joel.
Me colocaron vendas en la boca para que mis gritos no se escucharan, le subieron el volumen a la radio y me serrucharon la oreja con una cizalla para cortar varillas, con el argumento de que mi familia no quería "soltar billete".
"El patrón dijo que el jueves estaría muerto si mi familia no entregaba los 10 millones de pesos. Yo ya no podía hacer nada. Sólo rezaba. Vi a Dios. Hablé con él. Dios me decía que resistiera. Quizá comencé a alucinar. No sé. Me dolía mucho el ojo. El joven que me cortó un dedo y la oreja se ponía marihuano para envalentonarse y poder cortarme. El primer dedo me lo cortó su jefe. La muchacha me preguntaba si quería que ella me leyera pasajes de la Biblia. Le dije que sí. Me pedían que les cantara canciones que me sé. Así se pasaban las horas", indicó.
"A las dos semanas del secuestro escuché que alguien tiraba la puerta del cuarto a patadas: 'Somos de la Unidad Antisecuestros', y gritaban mi nombre. Yo sólo les rogaba que no me mataran. Después supe que venían a rescatarme. Me desvendaron los ojos. Agarraron al joven de 17 y a la muchacha. Al pasar al lado de él le dije: 'No es lo mismo tener secuestrado a que ahora te tengan en la cárcel'", dijo.
Después de algunas semanas de haber sido liberado y de que su familia pagara 800 mil pesos, Joel considera que ese joven que le cortó sus miembros debería recibir una inyección letal y que sus órganos fueran "donados a otras personas que sí merecen vivir.
"Todavía el juez en una audiencia hablando de los derechos humanos de ese joven. Es el colmo, derechos humanos para una persona así, si es que se le puede llamar persona. Es del carajo que sólo reciba como pena máxima cinco años por ser menor de edad. En México no hay mano dura. Está muy mal", resaltó.
"Faltan otros tres tipos, por lo menos, por agarrar de esa banda", dice.
Actualmente Joel no se atreve a salir de su casa: "Sé que aún no agarran a todos los que me sometieron y tengo temor. Tengo también mucha tristeza. Nunca imaginé tanta maldad. Yo quedé marcado por el resto de mi vida. Mientras tanto quiero que cada secuestrador que se agarre que también se le truene, sin piedad alguna y que sus órganos sean donados a gente que sí valora la vida".
Un delito que cambió en el país
Hoy en día, los delincuentes eligen muchas veces su víctima al azar, no planean, el cautiverio dura algunos días. Los montos de rescate son bajos, incluso por 5 mil pesos.
Los delincuentes empezaron muchas veces robando, pero el crimen organizado ha diversificado sus delitos y también ha incursionado en el secuestro y en las bandas también hay policías y expolicías.
Esta diversidad criminal y el perfil de quienes lo cometen hace que actualmente cualquier persona sea secuestrable.
Piden mayor castigo para policías vinculados
Para Max Morales, especialista en liberación de rehenes, es urgente que se aplique la extinción de dominio a los policías involucrados en secuestros, toda vez que en México 80 % de éstos está relacionados con ese flagelo.
"Debería elevarse el castigo para los policías secuestradores, ejercer de inmediato la extinción de dominio incluso a sus familiares. Actualmente la extinción de dominio existe para los secuestradores, pero no se ha aplicado a los policías secuestradores y esto hace falta endurecerlo. Debe también, en el caso de este sector, incrementarse la pena y quitarle los beneficios como policías; esto tendría que inhibirlos.
"Actualmente a los policías relacionados con secuestro los protegen y no los aprehenden, dejan que se vayan y no los buscan, a menos que exista una presión social muy fuerte. Por ejemplo, eran policías los que secuestraron al hijo de Alejandro Martí, a la hija de Nelson Vargas y lo mismo ocurrió en el caso del joven Antonio Equihua. En la Banda de la Flor había policías, en la Banda de los Tiras, también.
Morales dice que habría también que despenalizar que los negociadores pudieran realmente ayudar a la sociedad a resolver este problema: "Lo que ocurre es que los policías quieren tener copada a la víctima y a los familiares para que sólo ellos los atiendan, cerrar el círculo y que la información no salga de ahí. La recomendación que hago a los familiares que tengan a una persona secuestrada es que primero consulten a un abogado para saber qué es lo que tienen que hacer, no acudir a la policía, sino buscar a algún especialista que ayude.
"Lo primero que hace el delincuente es amenazar a la familia para que no acuda con la policía y ciertamente los familiares no quieren abrirles sus casas para que después los roben o los secuestren, debido a la corrupción y descomposición que sabemos existe en este sector", comenta quien ha intervenido en las negociaciones ante secuestradores como Daniel Arizmendi, El Mochaorejas; Andrés Caletri, El Loncho; la Banda de los Tiras, y la Banda de la Paz.
Explica que México ocupa desafortunadamente varios primeros lugares relacionados con el secuestro: "Ocupamos el primer lugar en el número de víctimas mutiladas ante un secuestro, en mutilación de víctimas mujeres; es el primer país donde más policías cometen este delito; el país donde más extranjeros son secuestrados, el país con el mayor número de personas secuestradas desaparecidas (en el sexenio de Calderón 12 mil; en lo que va del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, 2 mil personas).
"Es también el país donde más víctimas de secuestro son asesinadas; el país con el mayor numero de extorsiones derivadas de la sicosis frente a este flagelo; el país con la mayor cantidad de privación ilegal hacia las mujeres para fines de trata de personas; el Estado de México es el lugar donde más jovencitas son secuestradas. Somos el país con el mayor número de secuestros tipo económico y donde más secuestros exprés se cometen todos los días. Por si fuera poco, el primer lugar en cuanto al pago de un rescate: 37 millones de dólares por el banquero Harp Helú, aunque dicen que el de Diego Fernández de Cevallos lo superó", indica.
