Cuando llega el alzheimer
Un día, María empezó a guardar refrescos y comida en el clóset para evitar que se los robaran. Últimamente, asegura que todo le roban: dinero, bolsas desechables y hasta papel higiénico. Ha cambiado su comportamiento, se olvida de tomar sus medicinas y cuál fue la última comida que hizo, a pesar de que apenas pasaron unos minutos. Una y otra vez, pregunta la fecha y cuánto tiempo falta para que le depositen el dinero de su pensión, parece que no escucha la respuesta.
La familia se desespera, los hijos creen que es una artimaña de la madre para chantajearlos y llamar la atención o bien, consideran que es normal que a una persona de 77 años “se le vaya la onda”.
Sin embargo, no es así, no es “normal” que un adulto mayor pierda su capacidad cognitiva. La pérdida de la memoria, la desorientación en tiempo y lugar y la colocación de objetos en lugares inapropiados, entre otras, son señales de alarma de una posible demencia, como la asociada a la enfermedad de Alzheimer.
La demencia tipo Alzheimer es una enfermedad progresiva, degenerativa e irreversible de la corteza cerebral, que provoca deterioro de la memoria, pensamiento y conducta, interfiriendo con la capacidad para realizar actividades de la vida diaria, según el sitio web de la institución de asistencia privada Alzheimer México "Una Esperanza de Vida".
Atribuir a una demencia senil un trastorno de personalidad o conducta es un grave error que aún existe entre algunos médicos, señala la doctora Blanca Inés Martínez de De Alba, directora del Centro de Alzheimer de La Laguna.
La demencia senil es un término anacrónico, discriminatorio e inespecífico, ya que significa que el padecimiento es parte del proceso de envejecer, un trastorno normal propio de la edad. La especialista señala que esto impide que se tomen medidas para lentificar el proceso degenerativo en el paciente y que su familia se prepare ante los cambios que enfrentará, conocer la evolución de la enfermedad y aprender a tratar al paciente.
El desconocimiento del trastorno crea un estado de desesperación y desequilibrio emocional en la familia, además de incomprensión y agresión hacia el paciente. A las personas les resulta difícil comprender que el adulto mayor con Alzheimer no recuerde si ya desayunó, pero platique sobre sucesos que ocurrieron hace 40 años. Esto se debe a que la enfermedad afecta el área de la memoria inmediata, explica Martínez de De Alba. “Lo último que se olvida es lo primero que se aprendió. Los valores espirituales y culturales se mantienen aunque no los comunique de manera explícita”, señala.
La directora del centro destaca que un diagnóstico definitivo y diferencial de parte de un neurólogo o geriatra es imprescindible para conocer el padecimiento y tratar al enfermo de la manera apropiada. En caso de que el diagnóstico indique que se trata de Alzheimer, se recomienda que la familia acuda a grupos de apoyo y asuma, de manera compartida, la responsabilidad del cuidado del paciente y las necesidades económicas.
La ayuda
El Centro de Alzheimer de La Laguna es una institución que proporciona cuidados a los enfermos de Alzheimer y enfermedades similares con programas de apoyo y capacitación a familiares y cuidadores, a través de la Casa de Día Juan Plablo II. Tiene como misión cuidar al enfermo y al cuidador primario, es decir que capacita a este para que se cuide así mismo, no se deteriore, y pueda seguir con su labor.
Para ello, cuenta con sesiones de información abiertas al público y una estancia de día donde atienden a 35 pacientes de las 8:00 a las 16:00 horas. Ahí los enfermos reciben programas de neuro-estimulación, rehabilitación física, talleres y actividades recreativas y culturales, así como los alimentos en la mañana y mediodía.
La desintegración familiar es una de las principales dificultades que enfrenta el Centro. Explica la titular que en ocasiones hay un desinterés de parte de los hijos del paciente para cuidarlo y algunos deciden no tomar medidas para retrasar la enfermedad. Ignoran que al alargar la calidad de vida del adulto mayor este será menos dependiente y se reducirá el agobio en la familia.
Martínez de De Alba señala que en general el adulto mayor se encuentra en un estado de vulnerabilidad y no hay un interés por cuidarlo. “En el país solo hay dos hospitales generales con atención geriátrica, el adulto mayor difícilmente será atendido como se merece”, dice.
Este es un grave problema de salud pública. Se calcula que en México existen alrededor de 800,000 personas con demencia, según la Federación Mexicana de Alzheimer. Conforme envejece la población, aumenta proporcionalmente el número de enfermos. En Torreón, Gómez Palacio y Lerdo se estima que hay más de 17 mil personas con Alzheimer, cuando hace cinco años eran 7 mil casos. La doctora advierte no hay estadísticas reales debido a que no hay instituciones públicas confiables para estos casos.
Tras la aceptación del diagnóstico y más allá de la indicación de medicamentos que contribuyen en una pequeña parte al tratamiento de la persona, la doctora recomienda amor y compañía para el paciente.
¿Cómo cuidar a un enfermo?
1. Reducir al máximo riesgos de accidentes. Hay que identificar al paciente, por ejemplo, con una pulsera o una placa con teléfonos, dirección y nombres para contactar en caso de que se pierdan.
2. Una situación de emergencia común en estos pacientes es el atragantamiento, ya que puede estar dañada la capacidad de deglución. Se recomiendan alimentos suaves y semisólidos.
3. Corregir deficiencias visuales porque se mejorará la coordinación y la relación con el mundo exterior. Los anteojos deberán utilizarse con una correa para evitar que se pierdan.
4. El tono de voz utilizado para permitir un mejor entendimiento no debe ser agudo ni muy fuerte, sino suave, sereno y confiable. Se deberá mantener contacto visual cada vez que se quiera explicar algo.
5. El mantener una rutina en lo cotidiano, le dará al paciente sensación de seguridad, con lo que se resistirá menos a ciertas actividades.
6. El paciente debe vestirse siempre en el mismo lugar, y se le puede ayudar colocando etiquetas o dibujos en los cajones y puertas que le ayuden a identificar dónde se guarda cada prenda.
Factores
Existe una predisposición genética a la enfermedad de Alzheimer pero hay factores que modifican o pueden retrasar el padecimiento, como una alimentación sana, ya que obesidad, la diabetes e hipertensión contribuyen a la demencia vascular; el ejercicio físico e intelectual; la socialización y el fomento de la espiritualidad.
Si una persona cuenta con al menos tres de las señales de alarma debe acudir con el neurólogo o geriatra para solicitar un diagnóstico o al Centro de Alzheimer de La Laguna: Hidalgo 2351 Ote. Colonia Centro, Torreón.
Teléfonos: (871) 713 27 18 y 713 00 35.
Correo electrónico: centroalzheimerlaguna@hotmail.com
Señales de alarma1. Pérdida de memoria que afecta a funciones diarias.
2. Dificultad para realizar tareas familiares. La persona puede ser incapaz de preparar cualquier parte de la comida u olvidar que la comió.
3. Problemas con el lenguaje. Puede olvidar palabras simples o sustituirlas con palabras inapropiadas, haciendo sus frases difíciles de entender.
4. Desorientación de hora y lugar. Puede perderse en casa o su propia calle, y no saber cómo llegó ahí y cómo regresarse.
5. Poca o reducida capacidad para juzgar. Puede no reconocer la infección como un problema o ni siquiera ir al doctor. O pueden vestirse inapropiadamente, usando ropas abrigadoras en un día caluroso.
6. Problemas con pensamiento abstracto. Puede olvidarse completamente que son los números y para que se usan.
7. Colocación de objetos en lugares inapropiados. Puede dejar las cosa en lugares inapropiados: la plancha en la hielera, o el reloj de pulso en la azucarera.
8. Cambios de temperamento. Alguien con Alzheimer puede mostrar cambios bruscos de temperamento, de calma a llanto o furia, sin motivo.
9. Cambios de personalidad. Una persona con Alzheimer puede cambiar dramáticamente, volviéndose extremadamente confundido, sospechoso o reservado. Los cambios también incluyen apatía, miedo o conducta inapropiada.
10. Pérdida de iniciativa. Puede volverse muy pasiva y continuamente requiere que la reactiven para volverse a involucrar.