En algunos años extraordinarios, como el presente, las condiciones atmosféricas se alinean de tal modo que permiten el ingreso de grandes masas de aire húmedo a nuestro reseco desierto lagunero, ocasionando precipitaciones pluviales muy por encima de los promedios que se reportan en diferentes puntos del territorio de la Comarca. En la mayoría de estos puntos la precipitación de lluvia varía entre 125 y 400 milímetros anuales, los primeros ocurren en la partes más bajas de la cuenca y los segundos en elevaciones importantes dispersas en el centro y en la periferia de la cuenca. En las partes más altas de ésta, la cantidad de lluvia suele andar entre los 400 y 600 milímetros anuales.
Este año todos estos promedios han sido rebasados, la cantidad de lluvia ha caído en forma de torrenciales aguaceros que se convierten con gran rapidez en corrientes superficiales que no alcanzan a ser retenidas por la escasa cubierta vegetal de la parte alta y media de la cuenca, esto es por el bosque disminuido y los pastizales sobre pastoreados. La cuenca hace su función y escurre a través de sus drenajes naturales el agua junto a los sedimentos que fueron atrapados en cada golpe de gota de lluvia, hacia la corriente principal formada por las corrientes de los ríos Nazas y Aguanaval.
Pero el funcionamiento de la cuenca se interrumpe cuando se impide artificialmente que los ríos lleguen hasta el lugar donde originalmente desaguaban, me refiero particularmente a las lagunas que ahora se vuelven a formar con la misma intermitencia de la llegada de "años buenos" para indicarnos que ahí alguna vez fueron grandes y productivos lagos: La Laguna de Mayrán y La Laguna de Viesca. Es importante acotar en este punto, que durante mucho tiempo, la hidrología natural, sin presas, de ambos ríos era aprovechada por los agricultores para la siembra de cultivos, principalmente algodón, y que eran los remanentes los que continuaban hasta las lagunas mencionadas. Además, como utilizaban el entarquinamiento en grandes cajas de agua formadas por bordos de tierra, las cuales se iban anegando gradualmente una por una hasta quedar literalmente como un sistema de pequeñas lagunas, coadyuvaba a la recarga de los acuíferos subterráneos.
En la primera mitad del siglo pasado la construcción de presas tenía varios significados: tecnología vanguardista, modernización, mejoramiento de los procesos agrícolas, reparto de tierra y derechos de agua, evitar inundaciones, entre otros.
En el río Nazas se construyó una gran presa de almacenamiento la Lázaro Cárdenas, más conocida como El Palmito, con la intención explícita de mejorar la agricultura a través de agua oportuna de riego en las etapas más críticas del crecimiento de los cultivos, desde luego esta acción trajo consigo la necesidad de los complementos tecnológicos como la construcción de una presa reguladora (Francisco Zarco o Las Tórtolas), una represa derivadora (San Fernando), canales revestidos, entre otros, todo un sistema hidráulico que actualmente está vigente. La consecuencia inmediata de la operación de este sistema fue el desecamiento de un tramo importante del cauce del río, que hoy conocemos como lecho seco, y de La Laguna de Mayrán donde finalmente desaguaba, así como la reducción de la recarga del acuífero principal.
El funcionamiento de este sistema depende desde luego de la precipitación pluvial y cuando los años son promedio o incluso buenos, funciona sin mayores problemas. ¿Pero qué pasa cuando los años son extraordinarios en cantidad de lluvia? La capacidad del sistema de almacenamiento y conducción de grandes volúmenes de agua se ve rebasado y como hemos visto se tiene que echar mano de lo que queda del componente natural, el cual dado el olvido institucional por la escasa memoria de corto plazo, no cumple ya con las características de un cauce ripario que ofrecía servicios ambientales como el aumento de la infiltración del agua, purificación de ésta, evitar inundaciones, entre muchos otros. Por eso en la parte baja no se pudo evitar que algunos ranchos y ejidos se inundaran.
La presa Lázaro Cárdenas se encuentra actualmente al cien por ciento de su capacidad útil y por otro lado, la presa Francisco Zarco se ha vaciado hasta un 50 por ciento de su capacidad para poder aliviar, llegado el caso, la presión en la gran presa. Esto funcionó en 1968 y esperamos que siga así.
Mantener almacenado un volumen de casi 3,000 millones de metros cúbicos en la parte alta y con posibilidades de que sigan entrando corrientes provenientes de las lluvias de septiembre, no deja de ser inquietante. Los riegos son probabilidades y éstas se pueden calcular, seguramente los modelos hidrológicos que se han producido en la academia y en los centros de investigación con este propósito, están trabajando de manera permanente para la tranquilidad de todos los que habitamos esta bella Comarca Lagunera.
Es importante resaltar en momentos como éste, la importancia de los proyectos de reforestación y de conservación de suelo que se llevan a cabo en la cuenca alta, como el Irritila, los cuales en el mediano y largo plazo podrán favorecer la retención e infiltración del agua, y reducir la erosión de suelo y velocidad de las corrientes que son tributarias del río Nazas.