Ayuda humanitaria. Imágenes de las primeras operaciones humanitarias de la ONU a ciudades sitiadas de Siria.
Los líderes de Turquía culparon ayer jueves a enemigos importantes, incluidos grupos milicianos curdos en Turquía y en Siria, así como al gobierno sirio, de los ataques suicidas con bomba en Ankara y juraron una fuerte represalia contra los agresores, lo que amenaza con complicar aún más las cosas en el conflicto sirio.
El ataque con bomba en hora pico la tarde del miércoles dirigido a autobuses que transportaban personal militar mató a 28 personas y lesionó a decenas más, mientras Turquía se enfrenta a una serie de retos, incluido un renovado combate con rebeldes curdos, la amenaza de milicianos del Estado Islámico y la crisis de refugiados sirios. Se trata del segundo atentado mortal registrado en Ankara en cuatro meses. El ataque sucedió justo cuando Turquía presionaba a Estados Unidos de retirar su apoyo a los milicianos curdos sirios, que Turquía considera terroristas por su afiliación con el Partido de los Trabajadores del Curdistán o PKK. Estados Unidos ya reconoce al PKK como un grupo terrorista, pero Washington depende del Partido de la Unión Democrática de Siria o PYD, y su ala militar, las Unidades de Protección Popular o YPG, en la lucha contra el grupo Estado Islámico y ha puesto resistencia a la presión turca.
Un ciudadano sirio relacionado con milicianos curdos sirios en colaboración con el PKK cometió el atentado, según el primer ministro turco Ahmet Davutoglu. También responsabilizó al gobierno sirio por su supuesto apoyo al ejército curdo sirio.
"Se ha determinado con seguridad que este ataque fue perpetrado por miembros de la organización terrorista separatista en coordinación con un miembro de YPG, que se infiltraron desde Siria", dijo Davutoglu, quien identificó al agresor como Salih Neccar.
Murieron en el atentado registrado el miércoles.